Síntesis final: Tendencia y sesgo del Evangelio de Marcos (XIV) (112-14)

Hoy escribe Antonio Piñero


Sintetizamos hoy –en dos entregas consecutivas- las ideas de esta miniserie sobre el “sesgo” o “tendencia” (en sentido neutro y técnico) del Evangelio de Marcos. Como en historia antigua no existen normalmente pruebas apodícticas, sino presentación y sustentación argumentativa de hipótesis que explican la mayor parte de un conjunto de hechos proporcionados por textos o la arqueología, es bueno presentar aquí esta síntesis. La acumulación de indicios sirve para sustentar la hipótesis principal que puede convertirse entonces en tesis.

Estas ideas que ahora sintetizo, aunque en general han sido promovidas por investigadores judíos del siglo XX que han estudiado a Jesús muchos años y han publicado numerosas obras, fueron ya en principio promovidas por H. S. Reimarus y otros muchos investigadores de la escuela alemana. Sobre todo, es una tesis bastante general la interpretación global de que el Evangelio de Marcos ofrece una doble presentación de Jesús en:

• La imagen de Jesús propia del evangelista que corresponde más o menos al Cristo de la fe; y la del

• La imagen del Jesús histórico, subyacente a esta y perceptible por el análisis de múltiples detalles, anécdotas y palabras de Jesús, transmitidas por Marcos por pertencer al bien tradicional que se mostraba por delante.

Este imagen general presenta Jesús como un judío piadoso que entra en Jerusalén como pretendiente mesiánico judío, que tiene un concepto del reino de Dios muy judío y que muere no por obra de una acusación de blasfemia y por impulso de los malvados judíos sino como un sedicioso reo de un delito de lesa majestad castigado por Pilato.

Desde 1768 hasta 1971 (¡no se cuentan los posteriores!) la aceptación global de esta última imagen de Jesús cuenta con más de trescientos partidarios entre todo tipo de estudiosos serios del Jesús histórico. Así lo dice un autor nada proclive a separar el Cristo de la fe del Jesús de la historia como David Catchpole, en su obra de 1971, The Trial of Jesus (“El proceso de Jesús”).

La hipótesis respecto a la "tendencia" del Evangelio de Marcos de esta serie ha sido: los resultados de los datos elementales y bastante seguros sobre la fecha y lugar de composición del Evangelio de Marcos, sobre los que hay consenso casi general entre los estudiosos -a saber que el Evangelio fue compuesto en Roma, para lectores gentiles y también judeocristianos, después del año 70- se explican bastante bien si se sostiene que la presentación de Jesús por parte de Marcos está condicionada por

• Los acontecimientos que le tocó vivir al autor, y

• Por el hecho de que Marcos escribe 20 o 25 años después de la muerte de Pablo de Tarso, con lo que se hace plausible que esté influenciado por las ideas básicas de la teología paulina, del modo que ya hemos explicado y ahora volveremos a exponer en lo esencial.

¿Por qué hemos sostenido esta última idea? En resumen porque

• Marcos parece aceptar el punto de vista teológico paulino anterior a él, muy conocido cuando él escribe su evangelio, de interpretar la muerte (y resurrección) de Jesús desde un concreto punto de vista teológico: como un sacrificio vicario por la humanidad que expía realmente por los pecados de todos los hombres. El sacrificio de Jesús funda una Nueva alianza que hace caduca a la Antigua y quita todo valor a los sacrificios del Templo. La teología de Marcos parece a todas luces ser paulina en ese punto esencial y no puede ser judeocristiana.

No es admisible esta teología en el grupo judeocristiano de Jerusalén. Aquí hemos recordado que sólo los Doce están en la Última Cena y que esta escena, con las palabras atribuidas a Jesús son la base de toda esta concepción. El primer transmisor de esta escena es Pablo; se han ofrecido una serie de razones para explicar que Pablo no transmite una tradición, sino una revelación de Jesús a él. Hemos repetido también con otra serie de argumentos que parece absolutamente imposible que la comunidad de Jerusalén, observante de la Ley y de la piedad hacia el Templo, hubiese admitido un rito que hacía explotar automáticamente todo su judaísmo.

• Marcos comprende, al igual que Pablo, que las necesidades de salvación de los paganos para que ingresen en el verdadero Israel del final de los tiempos, exige pensar a Jesús en clave de “redentor universal”. Por ello era preciso obscurecer en lo posible su condición de mesías judío. Después del 70, con la derrota de los judíos y la aniquilación del Templo, había que presentar a los posibles futuros conversos en el Imperio Romano un Jesús no circunscrito a la “pequeñez” de Israel, un Jesús no implicado en la política judía de su tiempo, un Jesús en absoluto amigo de los violentos, un Jesús pacífico, en suma un Jesús con un mesianismo nuevo, no entendido ni por los mismos discípulos del mesías, ni por el pueblo, ni por las autoridades, que lo condenan por blasfemia por hacerse Dios de algún modo = Hijo de Dios en sentido pleno.

• Por ello Marcos recalca tendenciosamente el conflicto a muerte de Jesús (¡del que sabemos con bastante seguridad que él mismo era un fariseo, aunque de Galilea!) con los fariseos en general desde el inicio de su vida pública. Estos fariseos intentan matarlo ya desde el principio aun uniéndose a sus enemigos naturales, los herodianos.

Marcos presenta a los judíos odiando o criticando desde el primer momento a Jesús, estimando que éste negaba los principios del judaísmo. Marcos va presentando en su escrito diversas escenas que muestran cómo varios grupos religiosamente muy judíos rechazan a Jesús, y cómo éste responde rechazándolos, criticándolos y separándose de ellos.

Así, contrasta la poca sabiduría de los judíos con la del espíritu inmundo que poseía a un individuo. Éste se pone a gritar: “Tú eres el santo de Dios”. “Has venido a destruirnos” (1,24). Es claro que la enseñanza de Marcos es: hasta los demonios reconocen la verdadera naturaleza de Jesús desde el primer momento, y no se equivocan. Sin embargo, nuestras autoridades, no; están ciegas.

El primer choque directo entre Jesús y los escribas ocurre también en Cafarnaún (cap. 2) cuando cura a un paralítico. Los escribas acusan a Jesús de “blasfemia” por decir que él es el mero medio gracias al cual Dios perdona los pecados al paralítico (2,7), unos escribas que saben perfectamente que Jesús al decir “Tus pecados te son perdonados” se refiere indirectamente a Dios como autor del perdón utilizando lo que se llama la “pasiva divina” (no se nombra directamente a Dios, pero se sobreentiende).

El choque de Jesús con otros “escribas que haban bajado desde Jerusalén” es muy duro. Estos le acusan de estar poseído por el demonio, y de expulsarlos gracias a una alianza contra natura de Jesús y el príncipe de los diablos, Belcebú (Mc 3,22-29). Para Jesús –dice el Evangelista- es esto una estupidez lógica y un pecado contra el Espíritu Santo. Para el evangelista, tanto a los ojos de los lectores como a los de Jesús, “pecar contra el Espíritu Santo es el mayor de los pecados y el más imperdonable. Pues bien, ¡es el cometido por las autoridades religiosas judías respecto a Jesús!

Concluimos esta síntesis en la próxima entrega.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

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En el otro blog, “cristianismo e historia” de la revista digital “Tendencias21”, el tema es:

“¡Habéis creido en vano! Explicación de 1 Corintios 15,1-4”

Saludos de nuevo.
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