Síntesis final: Tendencia y sesgo del Evangelio de Marcos (y XV) (112-15)

Hoy escribe Antonio Piñero


El Jesús del Evangelio de Marcos se desentiende de las normas de pureza judías. No se podía echar el vino nuevo (su doctrina y, consecuentemente, la cristiana) en odres viejos. No era posible en un paño viejo coser un remiendo de paño nuevo y fuerte.

Es más se declara señor del sábado en un sentido fuerte: es presentado como alguien que “quebranta” la norma del descanso sabático porque tiene un estatus superior. Además, este Jesús se denomina a sí mismo “Hijo del Hombre” entendiendo esta frase como título mesiánico especial. Por eso, como tal mesías especial, dispone de las normas de la pureza y de la ley del sábado que interpreta de tal modo que crea una nueva norma que sustituye al puntilloso cumplimiento judío de tales normas. Su naturaleza es igual o superior a la de Moisés.

Por el contrario, sabemos que para el Jesús de la historia, denominarse “hijo del hombre” no era un título mesiánico, sino una afirmación de modestia, por un lado, y de sentido universal, por otro; es decir "hijo del hombre" hace referencia a él, pero su sentido general, ser humano es aplicable a cualquier otro. Así, claramente, en cuanto a entender que el precepto del sábado está ordenado por Dios para bien del “ser humano”, es decir, “un hijo del hombre” como Jesús), no para fastidiarlo. Hemos dedicado toda una serie sobre el Hijo del hombre” para intentar demostrarlo (postales encabezadas con el número 63, desde el día 1 al 9 de agosto del 2008).

Marcos en 8,31 y 10,33-34

“Mirad que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas; le condenarán a muerte y le entregarán a los gentiles, y se burlarán de él, le escupirán, le azotarán y le matarán, y a los tres días resucitará»”


formula, por boca de Jesús, una profecía “ex eventu”, es decir, ocurridos ya los eventos, con precisiones que no es posible que formulara de antemano el Jesús de la historia. Los “gentiles” aparecen como quienes reciben a Jesús por “encargo” expreso de sumos sacerdotes y escribas, los malvados que actúan detrás. El autor del Evangelio muestra todo el cuidado posible para que a sus lectores les quede claro que los judíos son los verdaderos culpables de la futura pasión de Jesús, no los romanos.

• Tampoco el pueblo judío sale bien parado en el evangelio de Marcos. El evangelista se ocupará de mostrar a sus lectores cristianos y gentiles que ese pueblo tampoco es de fiar; al final –por un cambio absolutamente brusco y casi inexplicable; el evangelio desde luego no da razones- abandonará a Jesús, se unirá a sus malvados jefes, apoyará a un sedicioso contra Roma para que sea liberado (Barrabás); contribuirá así poderosamente con sus presiones a la condena del inocente Jesús.

La familia carnal de Jesús no es presentada con buena luz: son incapaces de entenderlo (3,20-21). “Se enteraron sus parientes y fueron a hacerse cargo de él, pues decían: «Está fuera de sí.» Los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: «Está poseído por Beelzebul» y «por el príncipe de los demonios expulsa los demonios»”. Como se ve, estos versículos 3,21-22, están unidos sin solución de continuidad. El lector siente que el rechazo de la familia va parejo al rechazo de los escribas, que son los guías del pueblo y que sostienen que ¡Jesús está poseído por el demonio!

El pueblo representado por unos cuantos osados que pasaban por donde se había crucificado a Jesús se burlan del crucificado, moribundo, por haber dicho que el Templo iba a ser destruido (para ser purificado, y para que Dios edificaría otro, puro, no hecho por mano humana, que cumpliera perfectamente su función en un futuro próximo): Mc 15,29-30.

Esta imagen trágica refuerza en los lectores la imagen del justo erróneamente condenado mientras los jefes del pueblo y este mismo se regocija: Jesús rechazado por los judíos, porque se había apartado de ellos ¡al adoptar un mesianismo pacífico y sufriente que iba contra toda las tradiciones de su propia nación!

La imagen de los discípulos que ofrece el Evangelio de Marcos (que es bastante más suave que la de Lucas) es sombría: muestra su cerrazón a toda doctrina, profecía y hechos que representen una imagen del Maestro que sea una modificación de las ideas previas, judías, de ellos, los discípulos; una imagen Dios estos que muestra su ambición, egoísmo, y finalmente su cobardía y bajeza moral.

• La imagen de Pedro queda también muy deteriorada, como alguien que no comprende en absoluto a Jesús (merecedor del más duro calificativo: es Satanás) y que es un atolondrado.

• La institución de la Eucaristía es vital para el mensaje de Marcos: Jesús es presentado casi exactamente con las mismas luces que antes Pablo: Jesús funda una alianza nueva que no es como la que decía el profeta Jeremías (revitalización de la antigua), sino radicalmente nueva, con un culto nuevo, un rito totalmente antijudío en su teología subyacente.

En suma, Marcos sostiene que la condena de Jesús por los romanos fue un accidente permitido por ellos: los culpables fueron en verdad los judíos, primero sus dirigentes y luego el pueblo. Y la acusación y condena no fue por motivos políticos, sino religiosos: Jesús había desviado al pueblo, y era un blasfemo, pues se había proclamado “hijo de Dios”. Jesús se había apartado de la religión tradicional, y había negado los fundamentos de “pueblo”, étnicos, de la religión judía, separando netamente religión y política…, cosa que –según los judíos de la época- de no quería: Israel era de su propiedad y no de otros.

Hasta aquí el resumen de la exposición del evangelista Marcos, desde el punto de vista de la "tendencia" en sentido técnico.

Me parece que no exagero al sostener, con un número muy elevado de exegetas, que esta síntesis acumulativa de escenas evangélicas y de interpretaciones de Marcos tiene una finalidad o tendencia clara: presentar a un Jesús que rompe con el judaísmo de su tiempo, que pone los fundamentos para la fundación de un culto y religión nuevos, un Jesús pacífico, desinteresado de la política y las aspiraciones nacionales de su pueblo, un Jesús que más que un mesías judío es un redentor universal, cuyo mensaje es especialmente válido para las masas de paganos dentro del Imperio Romano que buscaban ansiosamente la salvación.

Esta imagen marcana de Jesús es en líneas generales igual a la base del Cristo paulino, y no se corresponde con la imagen que el consenso medio de los investigadores se ha formado del Jesús de la historia. Hay una fractura insalvable entre las dos.


Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

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En el otro blog, “Cristianismo e Historia” de la revista digital “Tendencias21”, el tema es:

“¡Habéis creido en vano! Explicación de 1 Corintios 15,1-4”

Saludos de nuevo.
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