La “Plegaria de las Emanaciones”, un texto maniqueo del s. IV (y XIII)

Hoy escribe Fernando Bermejo

Como decíamos ayer, a continuación ofrecemos a los lectores –a los que ruego disculpas por la tardanza- la parte final de la hermosa Plegaria de las Emanaciones descubierta en las ruinas egipcias de Kellis a comienzos de los años 90 del siglo XX. El autor-recitador, tras haber pedido a las Emanaciones divinas a las que se ha dirigido a lo largo del texto que le libren de la reencarnación, prosigue pidiendo:

111 y me preparen el camino
112 al gran Eón de
113 Luz, al que esperan llegar
114 todos los sabios y
115 rectos en juicio, donde
116 reina la paz y
117 el más incontaminado bien,
118 donde no hay percepción
119 del mal, sino ambrosía
120 y vida eterna,
121 donde todos los habitantes
122 carecen de necesidad y
123 no experimentan muerte o corrupción.
124 Bendito el que reza
125 esta plegaria a menudo
126 o al menos el tercer día,
127 con corazón puro y
128 con lengua recta,
129 pidiendo perdón
130 por lo que se peca. Amén.

131 Ha sido completada la
132 Plegaria de las Emanaciones.


111-113 El “camino al eón” no es un término metafórico en la doctrina maniquea, según la cual la Luz –concebida en términos corporales– ha de ser separada de la mezcla con la materia y emprender el camino de retorno hacia la Tierra de la Luz, que tiene como estaciones previas la luna y el sol.

117 Se dibuja aquí la reincorporación definitiva, escatológica, de las almas a la Tierra de la Luz, lo que comporta una existencia beatífica y la obtención de lo que los maniqueos denominan el “tercer tiempo”, la separación definitiva de Luz y Tiniebla y el final del estado de mezcla (el adjetivo significa precisamente “intacto”, “sin mezcla”, “puro”).

126 No es claro el sentido de esta indicación temporal, tanto menos cuanto que la lectura podría necesitar enmienda, tal como propone Khosroyev: “tres veces al día”.

130 La expresión griega syggnome ton hamartemáton se halla en el Códice Maniqueo de Colonia (CMC 39, 3-4). Los pecados eran confesados por los maniqueos semanalmente –en la reunión del lunes– y con ocasión de las grandes fiestas, como la celebración del Bēma, y los himnos coptos del Bēma contienen exhortaciones a la confesión. De hecho, conocemos un formulario para la confesión (Xuāstuānīft, en paleoturco e iranio oriental) de los auditores u oyentes, así como un confesionario para los electi o elegidos. Sin embargo, la concepción del pecado parece ser distinta en el maniqueísmo y el cristianismo (me permito remitir para una elucidación a F. Bermejo, El maniqueísmo. Estudio introductorio, Trotta, Madrid, 2008, pp. 177-179).

Saludos cordiales de Fernando Bermejo
Volver arriba