Andrés de Betsaida en la literatura apócrifa

Hoy escribe Gonzalo del Cerro

Andrés en el resumen de Gregorio de Tours (y XVI)

Los dos capítulos restantes de la obra de Gregorio son ajenos totalmente a los primitivos Hechos Apócrifos de Andrés. El capítulo 37, “sobre las virtudes de su sepulcro”, cuenta que del sepulcro del Apóstol manaba un cierto maná en forma de harina y un aceite con un suavísimo olor. La cantidad de la emanación daba a entender a los campesinos si la cosecha del año iba a ser abundante o escasa. El aceite fluía hasta el centro da la basílica del santo.

Se excusa luego Gregorio de no haber escrito sobre el martirio porque descubrió que ya había sido referido por otro autor de forma útil y elegante. Flamion supone que esta pasión podría ser la que denomina por sus palabras iniciales como Conuersante et docente. Puede verse la presentación que hace Flamion de esta “Pasión de Andrés” en su obra Les Actes Apocryphes de l’Apôtre André, París-Bruselas, 1911, pp. 43-50. Recordemos que la colección del Pseudo Abdías recoge esta pasión después de la obra de Gregorio.

Lo mismo podemos concluir sobre el capítulo 38 “Sobre el autor de este libro”, que contiene unas reflexiones personales del autor, en las que como “de labios indignos, de estilo rústico, de mala conciencia” ha tenido la osadía de referir los milagros del bienaventurado Andrés, a cuya misericordia suplica lo libre del infierno, lo nombre su alumno y le consiga perdón de sus muchos pecados. Recuerda que vino al mundo el 30 de noviembre, el día en que Andrés padeció su martirio. Gregorio nació para el mundo la misma fecha en que Andrés nació para el cielo.

Me he detenido conscientemente en el análisis de la obra de Gregorio de Tours por el convencimiento de que en ella poseemos el resumen de los primitivos Hechos de Andrés. Y si tenemos en cuenta que las tradiciones sobre este Apóstol arrancan básicamente de sus Hechos, no existe posibilidad mejor para acceder al conjunto de la historia de su ministerio: misión, predicación, milagros y martirio. De acuerdo con la opinión expresada por el mismo Gregorio, se trataba en esta obra de poner el énfasis en los sucesos concretos, fácilmente comprensibles para los lectores. Unos sucesos que respondían fielmente al título de Hechos (Práxeis), en cuyo contexto tenían particular relieve los milagros.

Los discursos eran reflexiones expositivas, más alejadas tanto de la simplicidad evangélica como de la mentalidad de sus eventuales lectores, interesados en los hechos más que en las opiniones. Los comentarios de los sucesos daban pie a las ampliaciones retóricas que constituían la dificultad que Gregorio pretendía evitar, corrigiendo la verbosidad exagerada del redactor de los Hechos primitivos originales. También aquí, un hecho vale más que mil palabras. Y la prueba es el sistema que adoptan los predicadores cuando dan mayor importancia a los prodigios que a la exposición dialéctica. Todos los Hechos Apócrifos ofrecen abundantes ejemplos. Muchos milagros están insertos en el contexto de una conversión, que empieza por una predicación confirmada con un milagro, sigue un acto de fe y el correspondiente bautismo.

El sistema al que nos referimos está, como quien dice, ampliamente patentado por Jesús. En la curación del paralítico de Cafarnaún, respondía Jesús a los escribas escandalizados porque perdonaba los pecados. No hizo ninguna defensa dialéctica de sus poderes. Presentó hechos: “Para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados, entonces dice al paralítico: «Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa»” (Mt 9,1-7 par.). Gregorio era consciente de que ante los hechos enmudecían los argumentos. Lo que él pretendía era “edificar” a sus fieles y proporcionar apoyos a su piedad. Eran igualmente los objetivos pretendidos por el autor de los HchAnd primitivos.

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro
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