El canon del Nuevo Testamento queda estrecho (200-12)

Hoy escribe Antonio Piñero


La línea radical de pensamiento sobre el Jesús de la historia que vimos en la postal de ayer es la que llevó a Wilhem Wrede, consecuentemente, a pedir la supresión en las facultades alemanas de teología de la disciplina denominada “Teología bíblica del Nuevo Testamento”. Postulaba que, en vez de una teología neotestamentaria, había que practicar y enseñar una “historia religiosa del cristianismo primitivo” que considerara el conjunto de todos los escritos cristianos de los primeros momentos, que renunciara expresamente a la idea de canon de libros sagrados y prescindiera en absoluto del concepto de revelación.

Todo ello lo defendió con energía en su obra Sobre la tarea y método de la denominada Teología del Nuevo Testamento, Gotinga 1897. Como se ve estamos aquí ante ideas modernas que luego han defendido Helmut Koester y Jean Dominic Crossan, entre otros (piénsese en el Jesus Seminar) para reconstruir la vida de Jesús. Si se estudia la obra del segundo sobre todo e observará cómo concede gran importancia, por ejemplo, a obras que hoy se catalogan entre los apócrifos del Nuevo Testamento, como el Papiro Egerton, el Evangelio de Pedro, y sobre todo el Evangelio copto-gnóstico de Tomás. Al aceptar estas fuentes como primarias, al mismo nivel que los otros evangelios del Nuevo Testamento, es lógico que cambie radicalmente la presentación de la figura del Jesús histórico. Que ello sea aceptable o no es otra cuestión. Pero la base ideológica de Crossan está ya en Wilhem Wrede cien años antes.


La misma exigencia de abrir perspectivas puede verse en Gustav Krüger (1862-1940) en su obra El dogma del Nuevo Testamento, Giessen 1896. Para este investigador en lugar de una historia del Nuevo Testamento, habría que investigar exclusivamente la historia del cristianismo primitivo, que es mucho más pluriforme. Había que eliminar también de la facultades de teología la disciplina de la Introducción al Nuevo Testamento; en sustitución de ella promovíaba una idea parecida a la de Wilhem Wrede: convenía enseñar “historia de la literatura cristiana”, y en vez de “teología neotestamentaria”, la variada y pluriforme “teología cristiana primitiva”. El dogma de un Nuevo Testamento con un ideario, propio armónico, bien constituido, unitario procede de la teología catolicismo, no de la ciencia, y es una construcción ficticia que, como tal, debe ser rechazada.

La realización de este desideratum se halla en la obra de Paul Wendland (1864-1915)Las formas literarias del cristianismo primitivo, Tubinga 1912; Wendland era catedrático de Instituto, pero unía la docencia en la enseñanaza media con una afán de investigación básica encomiable; junto con Leopold Cohn es el más famoso editor de Filón de alejandría, un autor nada fácil; no creo que su edición del texto griego de Filón haya sido superada hasta hoy.

Por la misma vía transita otro famoso personaje en la historia de la investigación neotestamentaria Heinrich Weinel (1874-1936), con su obra (que mantiene un título polémico pero con orientación nueva): Teología del Nuevo Testamento. La religión de Jesús y la del cristianismo primitivo, Tubinga 1911, donde para trazar esta historia se considera todo el conjunto del cristianismo primitivo, sin atenerse solamente a los escritos canónicos.


En mi opinión, Weinel es un buen ejemplo de cómo la discplina histórica que tiene como objeto el estudio del Nuevo Testamento y la historia primitiva no progresa linealmente, sino que avanza en este sentido, pero no es del todo consecuente. Así, Weinel afirma que Jesús aportó una gran novedad en la historia reliogiosa del judaísmo al predicar una redención que no se obraba pòr la mera realización de las obras de la Ley, sino ante todo por el sentido ético, moral, de aquel que las realiza.

Pero luego no es consecuente Weinel al sostener que la piedad de la Iglesia primitiva se aparta de este ideal de Jesús, porque la Iglesia hace de la redención un "sistema estético más que ético", lo cual -sostiene- es erróneo. Al afirmar esto no considera la evolución del concepto de la redención en la Iglesia primitiva en sí mismo, como un producto de la historia, sino que utiliza como norma para juzgarlo el modelo teológico de Jesús. Con otras palabras emplean una vara de medir teológica (verdadero-falso) a la hora de juzgar un hecho meramente histórico, no sometible a juicios de valor.

Esto es un retroceso: no es Weinel tan consecuente como Wilhem Wrede a la hora de aplicar a la historia y evolución del critianismo primitivo una valoración objetiva, netamente histórica, sin hacer juicios de valor, sino que considera erreónea tal evolución porque la Iglesia se aparta de lo que él cree el pensamiento auténtico de Jesús, y que éste es la verdadera y auténtica doctrina.

Así pues, a pesar de la intención del autor de kmantenerse en el ámbito de lo histórico, salta al terreno de la teología.

Seguiremos.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com ………….

En el otro blog “Cristianismo e historia”, el tema es:

“La verdadera historia de Teófilo de Alejandría”

Saludos de nuevo.
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