Conflicto en Lucas. Jesús, autoridades, discípulos



Hoy escribe Antonio Piñero


Con la presentación de este libro inauguro una miniserie –intercalada con otros libros- dedicada a publicaciones de la Editorial El Almendro, de Córdoba, que ya tienen algunos años en el mercado, y que forman una serie titulada “En torno al Nuevo Testamento”. Me parece de notable interés tal serie y creo que conviene refrescar su memoria.

Sus autores son de diversas confesiones cristianas, pero se distinguen en mi opinión por representar una línea de investigación bíblica, mesurada, muy científica, más bien filológica, que refleja la opinión media de los investigadores creyentes, pero en la que la fe o la pertenencia confesional de cada autor no es óbice para intentar una presentación bastante objetiva de los datos y corrientes de la investigación bíblica actual. Su ficha es:

Jack D. Kingsbury, Conflicto en Lucas: Jesús, autoridades, discípulos. Ediciones “El Almendro”, Córdoba, España, 1992. Colección “En torno al Nuevo Testamento, 15”, 236 pp., con índice de pasajes bíblicos y bibliografía comentada. ISBN: 84-9005-002-0. Traducción de Rufino Godoy. Impresión bajo pedido del cliente a través de la web de la Editorial.


En cierto sentido puede decirse que el contenido de esta obra es intemporal, pues se trata de un análisis narrativo-teológico del Evangelio de Lucas desde el punto de vista del conflicto socio-religioso que genera la persona de Jesús, en tres frentes: la recepción de su mensaje en sus propios discípulos, la reacción del pueblo judío y sobre todo el conflicto con las autoridades –judías y paganas- que conducen a la muerte (y resurrección) del personaje central, el Nazareno.

Este análisis es como un comentario explicativo, casi diría que una paráfrasis amplia al Evangelio de Lucas –al estilo de las que inauguró en la era moderna Erasmo de Rotterdam- utilizando el método moderno del análisis narrativo. Como el autor escribe claro y muy ordenado, el resultado es que al leer su libro, el lector entiende realmente aspectos del Evangelio de Lucas que una lectura individual se le pasan desapercibidos. En efecto: el estudio de Kingsbury permite apreciar mucho mejor que en una lectura propia, sin ayudas, la complejidad de construcción del Evangelio, su belleza literaria, y la hondura teológica (se esté o no de acuerdo con las tesis de Lucas sobre Jesús) del mensaje que se intenta transmitir.

El método del análisis literario empleado por Kingsbury es ante todo descriptivo: no plantea problemas históricos ni de crítica de fuentes; no trata de reconstruir la figura histórica de Jesús, sino presentar al lector qué pretende comunicar el evangelista a su público, paganos en la mayoría. Por ello el libro de Kingsbury comienza en una introducción amplia con la descripción de “el mundo del relato”: qué dicen al lector las “localizaciones” en las se desarrolla la vida del héroe de la narración.

Primero, la localización general: Israel. Segundo la temporal/espacial: el Israel del siglo I sobre todo Galilea y Judea con las determinaciones y situaciones locales –villas y ciudades- por donde transita Jesús y la importancia de comprenderlas bien para entender la trama evangélica. Finalmente las determinaciones sociales, es decir “escenas tipo” (por ejemplo, “Jesús en oración”; “Jesús recostado a la mesa”) y qué quiere transmitir con ellas el Evangelista.

Segundo: cómo son los personajes que intervienen en el desarrollo del drama: el narrador/autor omnisciente, Dios, Satanás, los discípulos, autoridades y el pueblo.

La segunda parte, y principal, de este libro no aborda el tema del “conflicto” sin antes plantearse quién es Jesús según el relato de Lucas. Para ello aborda Kingsbury –procurando siempre situarse desde el punto de vista del Evangelista- la respuesta a las cuestiones siguientes: cómo se presenta a Juan Bautista y a Jesús en el evangelio de Lucas; cómo son las relaciones entre ambos; cuáles son las características del ministerio de Juan Bautista en Israel y cuáles las del ministerio, o vida pública, de Jesús: acciones, dichos, milagros. Luego aborda el autor el análisis de la exposición lucana de la resurrección y ascensión de Jesús: su juicio, crucifixión y ascensión.

Finalmente se aborda el tema nuclear: el conflicto de Jesús con las autoridades y con los discípulos.

Con las autoridades: el origen del conflicto: el tema de la autoridad de Jesús y los rasgos característicos del enfrentamiento. Luego el desarrollo de la pugna tanto en Galilea como en el relato del largo y lento viaje hacia Jerusalén. Una vez en la capital, el autor expone cómo ve Lucas el conflicto en el Templo y la “resolución” de este enfrentamiento, aparentemente en favor de las autoridades judía y romanas: el ataque final a Jesús con su muerte.

Hay un interesante apartado en esta sección que trata del dibujo irónico que Lucas traza de las autoridades judías: los actos injustos, las tropelías –según el Evangelista- que las autoridades judías cometen contra Jesús están en clamoroso e irónico contraste con la concepción de sí mismas que estas autoridades tiene de ser justos tanto ante Dios como ante los hombres.

El “conflicto” entre Jesús y sus discípulos es claro porque tras la llamada de éstos, o elección, por parte de Jesús, y a pesar del contacto íntimo con el Maestro, los discípulos se muestran constantemente en un estado madurez espiritual e incomprensión. Este estado sigue en todo el proceso hasta el desenlace, durante el envío como mensajeros de la venida del Reino a las ciudades de Israel, en las instrucciones de Jesús acerca del discipulado, en las advertencias sobre el destino de Jerusalén y del Templo… y alcanza su punto álgido en la pasión.

Sin embargo, con la resurrección y las apariciones del Resucitado, Lucas presenta a unos discípulos que alcanzan la iluminación y la madurez espiritual, que se concretará en la plena admisión de Jesús y su culto a él como entidad divina y la misión de predicar lo acontecido con Jesús, el mensaje de arrepentimiento y de salvación y el tiempo que Jesús concede al mundo antes de su segunda venida para conseguir la salvación.

Es interesante que este libro, muy pedagógicamente, contiene un resumen amplio de las perspectivas de Lucas en cada una de las partes en las que se divide el libro. También considero interesante el excursus sobre le “Hijo del Hombre”, en la que Kignsbury, apoyándose en Lucas, explica –punto muy discutible- por qué no puede considerarse aún en el Evangelio ese sintagma como un verdadero título. La explicación radica en que esa frase tan extaña para los griegos describe cosas que realiza o dice Jesús, pero no dice en verdad quién es Jesús, cuál es u naturaleza, al contrario, por ejemplo, de “Hijo de Dios” o “mesías” en el que Dios inaugura el tiempo de la salvación cumpliendo las promesas hechas en las Escrituras a Israel (y a los paganos).

Mi opinión sobre este libro, en síntesis: muy positiva en cuanto a entender todos los entresijos del Evangelio de Lucas, aunque considerado tan sólo desde el punto de vista del conflicto. Opino que es a veces más útil para entender un escrito evangélico este tipo de obras que un “Comentario” prolijo y abundante en tres o cuatro volúmenes, que suman en total tres mil páginas o más. Y ello por la consabida y sabia sentencia de que a veces “los árboles no nos dejan ver el bosque”. Aquí, en el libro que comentamos, no tenemos una visión del bosque entero, sino sólo de una parte, aunque importante. Pero la visión parcial es tan ordenada y clara que el “bosque” (el punto de vista del Evangelista en su conjunto) se percibe con absoluta nitidez, porque el resto de los “árboles” será semejante a los que se han visto detenidamente. Otra cosa es que el Jesús de la historia fuera igual a lo que pinta Lucas. Pero el libro no entra en este tema, ni Kingsbury expresa su opinión.

Me resta sólo decir que la traducción de Rufino Godoy es muy buena, y que Jack Dean Kingsbury tiene otro libro de estructura semejante en “El Almendro”: Conflicto en Marcos. Jesús, autoridades, discípulos, de 1991.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com
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