“Crítica de las fuentes” usadas por los autores del Nuevo Testamento (200-16)

Hoy escribe Antonio Piñero


El empleo de fuentes por los autores del Nuevo Testamento se ve confirmado por el análisis de los documentos mismos que nos legaron. Los duplicados, las dislocaciones del material (falta de orden), semejanzas y diferencias, paralelos –sobre todo en los evangelios— nos sugieren que su proceso de elaboración debió de ser mucho más complicado que el mero sentarse ante un papiro para componer una narración que se sabían de memoria por una trdición de su comunidad.

Sería ingenuo pensar que los evangelistas, por ejemplo, nos contaron sencillamente sus impresiones personales, o los recuerdos de Pedro, o los de cualquiera de los otros testigos de la vida de Jesús. Tales “recuerdos” fueron primero consignados por escrito repetidas veces antes de alcanzar la plasmación fija de los documentos llegados hasta nosotros.

Luego, los primeros relatos, más o menos consolidados, comenzaron a influenciarse unos a otros. Hay casos, como entre los Evangelios sinópticos, o entre 2ª Pedro y Epístola de Judas, o entre Colosenses y Efesios, que la concordancia es tan sorprendente que sólo puede explicarse por la utilización de una fuente común o porque uno copia de otro.

Son éstos y otros fenómenos análogos los que intenta aclarar la crítica literaria como crítica de fuentes. Esta disciplina ofrece una dimensión sorprendente de un escrito del Nuevo Testamento, pues proporciona un cierto perfil que antes de practicarla no se percibe: al descubrir el núcleo primitivo de un escrito del Nuevo Testamento las concepciones de la comunidad primitiva que están detrás del documento que se estudia.

Los grupos cristianos eran un hervidero de ideas y centro de diversas concepciones que se plasmaron en los documentos actuales. Por tanto, cuanto más se logre reconstruir, o al menos intuir las fuentes de los escritos que hoy poseemos, con más facilidad podremos acceder a estratos primitivos de la tradición. De este modo será más aguda la visión que tengamos de la capas primitivas de la comunidad en cuestión, de sus creencias, luchas y tensiones.

En el caso de los evangelios las ventajas del método son evidentes: cuánto más cerca esté una fuente o estrato de los acontecimientos más probabilidades tiene de no haber sufrido distorsiones puesto que no ha pasado por otras manos; en concreto en los Evangelios se está más cerca del Jesús histórico.

No hay apenas discusión sobre los métodos de análisis y disección del texto neotestamentario a emplear para lograr los fines de la crítica de fuentes, pues son los usuales, a saber trabajar sobre:

• Estadísticas de palabras.

• Análisis de las marcas de estilo.

• Crítica de la composición de cada obra: valoración de las repeticiones, cortes en la redacción, anacolutos o cortes en la expresión escrita del pensamiento.

• Diferencias de lenguaje y otros signos de elaboración literaria.

El estudio de estos fenómenos conduce a la sospecha de que bajo la superficie del texto hasta hoy conservado hay un tejido no perfectamente entrelazado de fuentes en principio autónomas.

La crítica literaria tiene dos campos definidos en el Nuevo Testamento:

• Uno dentro de los Evangelios, especialmente sinópticos, y

• Otro fuera de ellos.

Dentro de la crítica intraevangélica se dan dos supuestos:

a) caso de dos o más tradiciones sobre un dicho o evento;

b) caso de tradición única.


Seguiremos ampliando estos supuestos en las próximas postales y pondremos algún ejemplo.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

………….

En el otro blog “Cristianismo e historia”, el tema es:

“Lecciones a aprender en el caso de Hipatia”

Saludos de nuevo.
Volver arriba