Un ejemplo de crítica textual del Nuevo Testamento. El caso de Lucas 24,50-53, la Ascensión de Jesús (200-19)

Hoy escribe Antonio Piñero


Anunciaba la semana pasada que una vez expuesta, muy resumida y sintetizada en sus términos más estrictos, era preciso poner ejemplos de la metodología explicada para que los lectores la entiendan mejor. Así lo hago hoy y en postales siguientes.

Como estoy trabajando mucho –y traduciendo para la Editorial Sígueme, el volumen IV y último, amplio y denso, del Comentario al Evangelio de Lucas de François Bovon (catedrático de la Facultad de Teología [“Divinity School”] de la Universidad de Harvard- me permito poner un ejemplo tomado de este volumen, en concreto de las pp. 485 y 486, donde se exponen las dificultades principales para establecer –a partir de los manuscritos que poseemos- algunos breves pasajes de la perícopa en la que Lucas habla de la ascensión de Jesús en su Evangelio (tema que luego aparecerá en su segundo volumen (“Hechos de los apóstoles) en el cap. 1º con interesantes e iluminadoras variantes sobre el método de Lucas como historiador. Dejo la palabra a Bovon al que procuro transcribir y traducir fielmente (el que pueda leer griego y tenga el texto de Nestle-Aland27 en esta lengua, mejor que mejor:


Pongo primero el texto del pasaje comentado:

50 Y los condujo fuera*, hasta los alrededores de Betania; luego, tras elevar las manos**, los bendijo. 51 Y ocurrió que, mientras los bendecía, se apartó de ellos y fue llevado al cielo.
52 Y ellos, tras haberse prosternado ante él, volvieron a Jerusalén con una gran alegría***. 53 Y estaban todo el tiempo en el recinto del Templo****, bendiciendo a Dios.


* O también “al exterior”.
** Podríamos traducir también: “los brazos”.
*** Así literalmente. Se puede añadir “llenos de”.
**** Lit. “en el Templo”, con un sentido amplio.


Comentario (los vocablos griegos van en cursiva; su significado se indica a continuación entre comillas):

Es hora ya de abordar los problemas textuales que plantea esta última perícopa del evangelio. Son numerosos, pero de importancia variable. En el v. 50, el adverbio exo, “fuera; el exterior”, es redundante después del verbo exago que significa precisamente “sacar a fuera”, y debió de chocar a los escribas puristas. Es preciso mantenerlo sin duda, ya que es la “lectura más difícil”.

Que se escoja prós, “con destino a”, o eis, “hacia”, antes de Betania no afecta al sentido. Más sorprendente es la presencia de héos, “hasta”, atestiguado por todos los manuscritos, que con exo y prós hacen pesada la expresión. Pero Lucas es el único en el Nuevo Testamento que utiliza varias veces heos en unión con una preposición o un adverbio (Hch 17, 14; 21, 5; 26, 11).

En el v. 51 diéste, “se apartó” de ellos, está muy bien atestiguado. El escriba del códice Beza (D = 05) prefiere, no obstante, apéste, “se alejó”, cuyo sentido apenas es diferente. Diéste subraya posiblemente la distancia que se alarga entre Jesús, que se detiene, y los discípulos que se aprestan a continuar su camino, mientras que apéste marca la separación que se produce entre ellos.

La variante más interesante concierne a la Ascensión misma. La inmensa mayoría de los manuscritos, comenzando por el más antiguo, el Papiro Bodmer XIV-XV (P75), de finales dels siglo II, contiene las palabras kaì aneféreto eis tòn ouranón, “y fue llevado al cielo”. Ciertos manuscritos importantes del texto occidental, el códice Beza (D = 05), la mayoría o la totalidad de los testigos de la Vetus latina (it) y el manuscrito siríaco del Sinaí (sys), acompañados en este punto por la primera mano del códice Sinaítico griego (= 01*) = el asterisco indica que se trata de la primera mano del copista) omiten estas palabras.

¿Es preciso, o no, conservarlas en el texto de Lucas? Esta cuestión ha suscitado intensas polémicas. La vigésimo quinta edición de Nestle-Aland había relegado esta expresión al aparato crítico. La vigésimo séptima, indicada arriba, la ha rehabilitado debido a la influencia del Papiro Bodmer XIV-XV (P75), recientemente descubierto.

Si se acepta esta mención de la Ascensión en el texto, es preciso explicar la desaparición de ella en el texto occidental. Se trata de una de esas lecturas breves del códice Beza, particularmente numerosas en Lucas 24, que a finales del siglo XIX B. F. Wescott y F. J. A. Hort consideraron auténticas, designándolas de manera complicada como “Western non-interpolations” "No interpolaciones (del texto) occidental". Para proporcionar tal explicación, conviene tener en cuenta otras variantes occidentales en Lc 24 (las denominadas “Western non-Interpolations”. Para quien esté interesado, he aquí la nota explicatoria de los inventores de esta terminología: sobre tales “Western non-Interpolations”, cf. B. F. Wescott-F. J. A. Hart (eds.), The New Testament in the Original Greek: Introduction, Londres 1896, 175-177.).

D. Plooij y E. J. Epp han mostrado que el texto occidental tenía su coherencia. Parece haber orientado el final del evangelio y el principio de los Hechos en un sentido preciso, eliminando todo lo que podía el carácter visible y material de la Ascensión. Posiblemente en lo que estos investigadores no insistieron bastante es que de esa manera los testigos del texto occidental daban prueba de arcaísmo y defendían una concepción de la exaltación que había sido la de los primeros cristianos. Personalmente prefiero el texto largo del evangelio y mantengo como original la expresión kaì aneféreto eis tòn ouranón, “y fue llevado al cielo”, en el cuerpo del texto de Lucas.

Esta situación vuelve a producirse en el v. 52, donde los mismos testigos, salvo la primera mano del Sinaítico griego (= 01), omiten la oración participial proskynésantes autón, “tras haberse prosternado ante él”. La ausencia de estas palabras se explica de la misma manera que la omisión de la Ascensión en el versículo precedente. Para estos escribas, se trataba de limitar al máximo la presencia y la actividad humanas en el momento de la elevación de Cristo.

Otras variantes importan menos. Cuando el manuscrito Vaticano en su primera mano (B* = 03*) omite el adjetivo megáles, “grande, y el Alejandrino, también en su primera mano (A* = 02*), las palabras en to hieró, “en el recinto del Templo”, debe tratarse de una falta de atención y no de un intento de conservación de un estado anterior del texto. La penúltima variante puede servir de ejemplo de clase.

El texto egipcio lee las palabras eulogoúntes tòn theón, “bendiciendo a Dios”. El texto occidental, ainoúntes tòn theón, “alabando a Dios”. El texto bizantino, más reciente, que no quiere perder nada de los tesoros del pasado, mezcla las dos formas del texto y prefiere, ainoúntes kaì eulogoúntes tòn theón “alabando y bendiciendo a Dios”. Finalmente, por costumbre, innumerables escribas añadieron amén al final de su copia para destacar el carácter sagrado del texto.

Como se ve, las dificultades no son muy gruesas –hay textos mucho peores-. Pero hay que tener en cuenta que el texto reconstruido es el que circulaba entre el 180 y 200 en el norte África y Asia Menor. Ir más atrás es bastante difícil.


Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

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En el otro blog "Tendencias21" el tema de hoy es:

"Diversas notas sobre el Nuevo Testamento visto por un filólogo"
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