Un “Diccionario de las tres religiones” (II)



Hoy escribe Fernando Bermejo

Hace algunas semanas comenzamos a presentar el Diccionario de las tres religiones: Judaísmo, Cristianismo, Islam, Verbo Divino, Estella, 2009, obra de cuatro autores.
En su momento señalamos el carácter marcadamente teológico de esta obra, y por tanto las reservas con las que debería ser consultada por quienes pretenden abordar el fenómeno religioso de modo científico y con una perspectiva histórico-crítica. Estas reservas son tanto más necesarias, cuanto que el diccionario se presenta con pretensiones de rigor académico (p. 14).

Para entender las limitaciones de la obra citada al respecto, haremos hoy algunas consideraciones sobre la voz “Abrahán”. La elección de esta entrada no es casual, pues la obra se presenta como “un diccionario de las religiones abrahámicas” (p. 10), “religiones nacidas a partir de la intuición trascendental de Abrahán” (ibid.).

1ª) La cuestión de la historicidad.

El texto redactado por Xabier Pikaza dice de Abrahán que “vivió entre el siglo XVII y el XII a. C. […] Él es, ante todo, un signo teológico, aunque está fundado en la historia” (p. 26).

El problema con estas aseveraciones –más allá incluso de su vaguedad: un arco de cinco siglos para la existencia de un sujeto (al cual, dicho sea de paso, se había asignado tradicionalmente un lugar a finales del tercer milenio antes de la era común– es que no indican siquiera al lector la existencia de la empresa historiográfica que –sobre la base de los descubrimientos arqueológicos y de la crítica textual– ha puesto de relieve todos los anacronismos de los relatos patriarcales, que a su vez permiten poner en solfa la historicidad misma de una figura como la de Abrahán (y, por supuesto, la de muchas más).

No se halla la menor referencia en la entrada a las obras clásicas de Thomas L. Thompson, The Historicity of the Patriarchal Narratives. The Search for the historical Abraham (La historicidad de las narrativas patriarcales), de 1974 (nueva edición en 2002) ni a la de John van Seters, Abraham in History and Tradition (Yale University Press, 1975). Ambas obras concluyeron que la historicidad de las historias patriarcales es totalmente improbable.

2ª) La ausencia de Génesis 22 y la Akedah

Un segundo aspecto sorprendente de la entrada correspondiente a Abrahán es que no se encuentra en las secciones dedicadas a judaísmo y cristianismo (obra de Xabier Pikaza) ni una sola referencia al capítulo 22 del Génesis, el que narra el sacrificio de Isaac (dicho sea de paso, tampoco se encuentra en el Diccionario la voz “Isaac”). Esto es francamente llamativo, pues la Akedah (o “Ligadura”, nombre por el que se conoce metonímicamente en la tradición judía el relato del sacrificio de Isaac) posee una importancia extraordinaria no solo en la tradición judía sino también en la reinterpretación de la muerte de Jesús efectuada en las corrientes cristianas.

La única referencia a este sacrificio se encuentra en la sección correspondiente al Islam en la entrada Abrahán (obra de Yaratullah Monturiol y de José F. Durán Velasco). No obstante, tampoco esta referencia resulta muy fiable desde una perspectiva académica, por varias razones:

a)Al mismo tiempo que afirma correctamente que el sacrificio del hijo es “un episodio de importancia trascendental en la historia de las tres tradiciones, judía, cristiana y musulmana”, lo reduce a continuación a una explicación etiológica: “Es una expresión mítica de narrar el paso de los sacrificios humanos –habituales hasta entonces– a los sacrificios animales” (p. 31). Ahora bien, esta reducción etiológica no solo no tiene en cuenta las investigaciones realizadas sobre Gen 22, sino que es inconsistente (si el significado del relato se limitara a eso no se entendería muy bien que tuviera una “importancia trascendental en la historia de las tres tradiciones). Por lo demás, nos quedamos sin saber que significa el “habituales hasta entonces”: ¿hasta el s. XXII, hasta el s. XVII, hasta el s. XII, o hasta la época de Josías en el s. VII?

b)El texto del Diccionario habla acerca de una tradición interpretativa judía determinada en términos generales como de “la tradición judía” –que es extraordinariamente compleja respecto a la Akedah– y da a entender que en la tradición islámica el hijo al que Abrahán va a sacrificar es Ismael; esto es cierto solo en parte, pues existen tradiciones exegéticas en el Islam, nada desdeñables, según las cuales es Isaac el hijo sacrificado por Abrahán.

A pesar de otras virtudes de este libro, este tipo de limitaciones ponen ya de relieve la inconveniencia de considerar el Diccionario al que nos referimos como una obra de referencia para quienes quieran estudiar las religiones monoteístas desde una perspectiva histórico-crítica actualizada.

Saludos cordiales de Fernando Bermejo
Volver arriba