Leer sabiendo lo que leemos. Qué significaba ser “Hijo de David” en la época de Jesús (II) Textos de la época (139-13)

Hoy escribe Antonio Piñero



¿Qué idea tenían las masas sobre lo que era ser "Hijo de David" en el Israel del siglo I? La respuesta es: pues lo que se leía en las sinagogas en el siglo I. Y lo que se leía lo sabemos con toda precisión por los “targumim” ( o “targumes”).

Un targum era la traducción litúrgica, del hebreo al arameo, para lectura pública en las sinagogas en el Israel del siglo I. La gente hablaba arameo y no entendía el hebreo, y había que traducirles el texto bíblico sagrado que estaba en esa lengua (una situación muy parecida a la de hoy en Grecia: la gente que habla demotikí, o lengua popular, en las iglesias escucha una traducción del griego koiné, antiguo de los Evangelios al griego moderno. Sin embargo, los cultos, los estudiosos de la Biblia en Grecia entienden sin más el griego “más clásico” de los Evangelios). Igual ocurría en le Israel del siglo I con el hebreo: sólo se utilizaba para discusiones científicas entre rabinos y escribas. Otro ejemplo: en los siglos XII al XVII, o incluso más tarde: la gente hablaba en casa romance o un lengua vernácula (por ejemplo inglés antiguo), pero las discusiones científicas se hacían en latín.

Podemos, pues, estar seguros que lo que se leía en las sinagogas en arameo era la traducción de la Biblia a esta lengua más algunas explicaciones o paráfrasis al texto para que la gente lo entendiera mejor. Era, como quien dice, la teología popular aceptada. Así pues, estas paráfrasis que iban junto con las traducciones al arameo nos revelan el pensamiento de los israelitas comunes del siglo I sobre cualquier tema de la Biblia.

Pongamos ejemplos. El primero es la paráfrasis del Targum palestinense a Éxodo 12,42. El texto bíblico dice así:

“Esta es noche de vigilia para Yahvé por haberlos sacado de la tierra de Egipto; esta noche es para Yahvé, para ser guardada por todos los hijos de Israel por (todas) sus generaciones”



He aquí la traducción parafraseada:


Cuarta noche: "Cuando llegue el mundo a su fin / para ser redimido, / los yugos de hierro serán / quebrados / y la generación malvada / será aniquilada. Y Moisés subirá / de en medio del desierto / y el Rey Mesías / de lo alto" Trad. de M. Pérez Fernández, Tradiciones mesiánicas en el Targum palestinense(Instituto español bíblico y arqueológico de Jerusalén/Institución San Jerónimo, Valencia 1981, p. 175).


Otro caso: Targum palestinense a Génesis 49,10-12. El texto hebreo dice:

“10 El cetro no se apartará de Judá, ni la vara de gobernante de entre sus pies, hasta que venga Silo, y a él sea dada la obediencia de los pueblos. 11 El ata a la vid su pollino, y a la mejor cepa el hijo de su asna; él lava en vino sus vestiduras, y en la sangre de las uvas su manto. 12 Sus ojos están apagados por el vino, y sus dientes blancos por la leche”; el texto targúmico está editado y traducido en M. Pérez Fernández, Tradicio¬nes mesiánicas en el Targum palestinense. Valencia 1981, 136).


La explicación parafrástica dice así:

Cuán hermoso es
el Rey Mesías
que ha de surgir
de entre los de la casa de Judá.
Ciñe los lomos
y sale a la guerra contra los enemigos
y mata a reyes con príncipes.
Enrojece los montes
con la sangre de sus muertos
y blanquea los collados
con la grasa de sus guerreros.
Sus vestidos están envueltos en sangre:
se parece al que pisa racimos.


Esta es la pintura del primer momento de la acción guerrera del Mesías. En el verso siguiente el “meturgeman”, o traductor-parafraseador, describe el segundo acto: tras el advenimiento del Reino, una vez vencidos los enemigos, se instaura una era de paz y abundancia mesiánicas:

Cuán hermosos son
los ojos del Rey Mesías.
Como el vino puro.
[para no ver con ellos las desnudeces
ni el derramamiento de sangre inocente]
Sus dientes son más blancos
que la leche.
[Para no comer con ellos
lo arrebatado y lo robado].
Se tornarán rojos los montes
por las cepas
y sus lagares por el vino,
y blanquearán los collados
por la abundancia de trigo
y por los rebaños de ovejas.

Los pasajes entre corchetes son, en nuestra opinión, interpolaciones secundarias, que rompen el ritmo del poema.

De ningún modo nos parece que el v. 12 (la 2ª parte) sea una reacción para oponerse y negar la primera parte. No hay contradicción, sino un drama que se desarrolla en dos tiempos. El poema es un testimonio tanto del concepto guerrero del mesías, como de la bienandanza material de Israel cuando, gracias al Mesías, logre vencer a su enemigos y se instaure el reino de Dios. M. Pérez Fernández, op. cit., 141ss, observa acerta¬damente que la segunda parte procede de la misma mano y no es una contradicción respecto a la primera, sino una complementación (p.144).

Esta segunda parte del poema no es una imagen del mesías pacífico contrapuesto al guerrero, sino que tras la victoria viene la paz del vencedor.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com
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