¿Qué es eso de la “historia de las formas”? (I) (200-31)

Hoy escribe Antonio Piñero



La “Historia de las formas” es una parte de la crítica literaria del Nuevo Testamento. Hay que detenerse un momento en definir, o en precisar, los objetivos de esta disciplina de estudio en sus líneas generales.

En principio, la crítica literaria tiene una intención clara: explicar el proceso de nacimiento de cualquier tipo de escritos investigando cuantos datos, hechos o circunstancias que ayuden a esta tarea. En concreto, en el Nuevo Testamento se ocupa de saber:

• Cómo se produjo la actividad literaria de los primeros cristianos,

• De qué modo sus libros reflejan la peculiaridad de sus autores, de sus comunidades, etc.

• Qué condicionamientos circunstanciales afectaron a su composición.



Naturalmente al exponer así la formación del cristianismo desde el aspecto literario, el investigador construye no una teología, sino la historia de la literatura del cristianismo primitivo. Naturalmente también, pueden derivarse luego consecuencias históricas y teológicas desde esta visión de tipo literario del material.

El método de estudio es el mismo que el de cualquier trabajo de historia de la literatura de la antigüedad clásica, y no se ve afectado por el carácter de sagrado que se atribuye al Nuevo Testamento. No se niega la posible inspiración divina, pero no se tiene en cuenta. La tarea a cumplir por los estudiosos que practican la crítica literaria tiene algunos puntos específicos dentro del Nuevo Testamento. Así,

Debe efectuar también un investigación pormenorizada de las formas preliterarias (dichos de los personajes, en concreto Jesús, en todas sus formas, como diálogos, disputas, apotegmas, etc. fórmulas de confesión de la fe; textos litúrgicos; cantos e himnos, etc.), que se descubren gracias al análisis literario y crítico interno de las obras recibidas en este corpus.

Hay otros objetivos de la crítica literaria que son comunes a cualquier historia de la literatura:

• Cómo se han transmitido los escritos;

• Investigación de la cronología absoluta y relativa de las diversos obras; estudio de los géneros literarios y sus variaciones;
• Estudiar los problemas de autentici¬dad y de autoría (pseudonimia o autores distintos a los que dicen ser); estilística; estructura, contenido y unidad de cada escrito; los destinatarios y su situación peculiar; fecha y lugar de composición.



La “historia” o “crítica de las formas”


La “historia o crítica de las formas” (en alemán, “Formgeschichte”; en inglés, “Form Criticism”) es el término técnico usual para designar la metodología histórico-literaria compleja que a partir de la conexión -postulada a priori- entre formas o unidades literarias y su contexto socio-cultural (con otras palabras: cómo la literatura está relacionada necesariamente con el ambiente social en el que se produce), intenta deducir consecuencias sobre la historia de la evolución de una forma literaria concreta y del contenido expresado en la misma.

Así entendido el método de la historia de las formas es literario e histórico a la vez. Es literario porque estudia y trata de aislar y describir las formas o unidades menores de un texto dado. Es histórico, y sociológico, por no ser meramente descriptivo, sino porque trata de investigar e identificar el contexto vital (en alemán Sitz im Leben, término consagrado que hay que aprenderse de memoria porque se usa también en obras en castellano), es decir, las circunstancias socio-religiosas en la que se ha producido y empleado una determinada forma literaria.

Un poco de historia de la investigación nos ayudará a comprender por qué nació este método y qué pretendía en realidad.

El estudio de la crítica literaria o de las fuentes, aplicado a los evangelios sinópticos durante el siglo XIX y comienzos del XX, condujo finalmente a la convicción de que la crítica literaria en sí había llegado a su punto final ya que no podía ofrecer nuevos resultados. Se había construido, se decía, una historia de la literatura del Nuevo Testamento, pero era necesario saber más, sobre todo acerca de las formas literarias que vehiculaban las tradiciones en torno a Jesús.

Un camino que prometía la adquisición de nuevos datos sobre la formación de los evangelios era el de retornar a los textos mismos de que se disponía e investigar el proceso de formación de la tradición evangélica en su estadio preliterario, es decir, la época previa a la consignación por escrito de dicha tradición por parte de los evangelistas. A esta meta tendía lo que empezó a escribir sobre crítica del Nuevo Testamento partir de 1919 aproximadamente.


Karl Lduwig Schmidt (1891-1956) puso el fundamento de este nuevo método. Tras un detenido análisis de los datos topográficos y cronológicos extraídos de Marcos y de los otros evangelios sinópticos, Schmidt demostró que la teoría clásica de las “dos fuentes” (Mc y ‘Q’ como documentos previos en las que se inspiraron Mateo y Lucas) necesitaba ulteriores precisiones. Más allá de esas dos fuentes había, según él, otras fuentes que podían detectarse: narraciones sueltas, transmitidas oralmente, que los evan¬gelistas unieron en un «marco» por motivos pragmáticos o de contenido sin un exacto conocimiento de cuál fue su contexto histórico originario.

El libro básico de Schmidt (antes había habido artículos que prepararon el terreno) llevaba el siguiente título que nos orienta sobre su contenido y finalidad: “El marco de la historia de Jesús. Investigaciones crítico-literarias sobre la tradición más antigua de Jesús (Der Rahmen der Geschichte Jesu. Literarkritische Untersuchungen zur altesten Jesusüberlieferung, Berlín 1919).

Schmidt llegó a la conclusión de que tanto el marco cronológico como el geográfico de los Evangelios eran una “invención” de los Evangelistas. La tradición más antigua acerca de Jesús estaba formada por perícopas o relatos sueltos, sin conexión entre sí, que ellos unieron y le dieron forma. Importante también fue la aplicación del concepto de Sitz im Leben (recordemos: “situación/contexto vital”, que como veremos había inventado otro investigador, del Antiguo Testamento en concreto, Hermann Gunkel) a esta tradición oral.

Schmidt puso de relieve que el Sitz im Leben de las tradiciones sobre Jesús era el culto litúrgico y que esta tradición se originó no por un interés histórico, sino de fe.

Por consiguiente –y continuando las ideas de Julius Wellhausen y Wilhem Wrede-, le parecía que resultaba imposible escribir una verdadera vida de Jesús en el sentido de una biografía histórica, ya gran parte de los datos eran cosecha propia de los evangelistas.

Estas ideas fueron completadas más tarde por Schmidt en un artículo (“La posición de los Evangeliosen la historia general de la literatura” = Die Stellung der Evangelien in der allgemeinen Literarurgeschichte, en una obra homenaje a Hermann Gunkel al cumplir los 60 años titulada “Estudios sobre la religión y la literatura del Antiguo y del Nuevo Testamento" (Studien zur Religion und Literatur des Alten und Neuen Testaments. H. Gunkel zum 60. Geburtstag II), de 1923.

En este artículo señalaba Schmidt que los evangelios no son literatura en sí mismos, sino un género menor, "folletos populares para el culto" y, por tanto, expresión de un hecho religioso, no de una historia tal como normalmente la entendemos. Y volvía a insistir en que no pretendían ser históricos, como otras obras aparentemente del mismo género literario.

Seguiremos.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com
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