¿Qué piensa sobre los “Evangelios” la Historia de las formas? (III) (200-39)

Hoy escribe Antonio Piñero


Quedamos el día anterior en explicar las dos últimas fundamentales de los Evangelios según el método de la historia de las formas. Seguimos a Heinrich Zimmemann, Los métodos histórico críticos en el Nuevo Testamento, B.A.C., Madrid, 1966, p. 142s, con pequeñas variaciones expansivas.

3. “El tercer rasgo de la interpretación de la tradición por el método de la historia de las formas es el siguiente: La predicación primitiva se hacía en forma de relato o exposición ‘histórica’. Esta frase significaría -formulado en su lado negativo- que los Evangelio no son lo que a primera vista pudiera parecer, lo que cree la gente comúnmente y lo que hemos criticado ya en ocasiones: no son exposiciones de una vida de Jesús.


“El panorama de conjunto expuesto por Albert Schweitzer en su Historia de la investigación sobre la vida de Jesús demuestra hasta principios del siglo XX no sólo que la labor de los investigadores estuvo fascinada durante largo tiempo por esa falsa perspectiva, sino que trasluce al mismo tiempo que, en definitiva, fracasó ese enfoque por empeñarse en querer encontrar en los Evangelio simplemente al ‘Jesús histórico’. Cosa parecido vale de otros intentos, menos científicos, realizados en la misma dirección.

“Formulado positivamente el tercer rasgo quiere expresar que el fin que se proponen los Evangelios es propiamente el anuncio de Cristo presente y actuante en la Iglesia. El que se haga esta predicación en forma de exposición histórica es en lo que reside lo típico de los Evangelios como género literario. Es posible que la vuelta a esa ‘forma histórica de los Evangelios, a la narración del predicador palestinense Jesús’, al ‘érase’ en lugar de ‘una vez para siempre’, a la exposición narrativa en el marco de la proclamación, es posible –debemos insistir- que haya que considerarlo como una reacción contra una teología espiritualizada sobre el cristianismo primitivo y, en área reducida, una reacción contra el modo de expresarse totalmente mitológico de la cristología usual.

Este hecho puede haber producido el que –en palabras de Ernst Käsemann- ‘el Jesús real libere al Cristo predicador de quedar disuelto en la proyección simple de una conciencia escatológica, evitando que se pueda convertir en puro objeto de una ideología religiosa’. Sea de todo esto lo que fuere, la revelación teológica del género ‘evangelio’ solamente se puede apreciar en toda su significación cuando se efectúa debidamente el empalme de proclamación (kerigma) y exposición histórica. Es decir, cuando se tiene siempre en cuenta que la proclamación tiene la forma de una exposición histórica, aunque de hecho no lo sea si se juzga con los estrictos cánones de cómo debe escribirse la historia.

Dejamos para la postal siguiente el cuarto rasgo o característica de la consideración general del género evangelio por parta de la historia de las formas.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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