Mujeres y las comunidades paulinas originarias (I) (164-03)

Hoy escribe Antonio Piñero


Seguimos con el tema: “Viudas, mártires, diaconisas, sacerdotisas. Panorama de las mujeres en las primeras comunidades cristianas”


Más noticias tenemos sobre la participación de las mujeres en la actividad comunitaria, en diversas funciones, en los grupos de cristianos fundados por Pablo, o bien en los que él o sus cartas ejercieron alguna influencia (¿comunidad de Roma?).

El grupo paulino se caracteriza –según Gálatas 1 y 2- por tener “otro evangelio”, diferente por tanto del judeocristiano, basado fundamentalmente en revelaciones directas y exclusivas a Pablo, hechas por Dios naturalmente no sobre un suelo yermo y vacío, sino sobre la base de los previos conocimientos del judeocristianismo que tenía Pablo, pues había ido su perseguidor (Gál 1,13).

Las diferencias teológicas entre las comunidades paulinas y las judeocristianas hubieron de ser grandes; de lo contrario no se explica la necesidad de haber convocado un “concilio” en Jerusalén para llegar a un convenio (muy diferentemente narrado en Hch 15 y Gál 2).

Brevemente: según Pablo, su “evangelio” se caracteriza no por proclamar el reino de Dios como Jesús (no se niega naturalmente; pero no desempeña apenas papel alguno), sino por anunciar a éste como mesías celestial, redentor y salvador de toda la humanidad. Desde el punto de vista paulino Jesús pasa de ser proclamador del reino de Dios (judío) a proclamado como salvador (universal). Las características de la teología paulina debían de ser muy sorprendentes para un judeocristiano.

En este nuevo grupo mesiánico, que está a la espera del inminente fin del mundo (1 Tes 4,15ss), las mujeres tienen ante Dios, y en lo esencial de la salvación, la misma participación que los varones. Son iguales a ellos. El texto básico de esta igualdad es Gál 3,28:

(Entre los bautizados en Cristo), “no hay judío, ni griego; no hay siervo, ni libre; no hay varón, ni mujer: porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús”.


Consecuente con este programa de igualdad espiritual, las funciones de la mujer en las comunidades paulinas son las siguientes:

A. Patronas y benefactoras (esquema típico del Imperio romano helenístico de “patrón – cliente”):

• Éste es el caso de una mercader de púrpura, rica, temerosa de Dios, de nombre Lidia, según Hch 16,14-15:

“Y estaba escuchando cierta mujer llamada Lidia, de la ciudad de Tiatira, vendedora de telas de púrpura, que adoraba a Dios; y el Señor abrió su corazón para que recibiera lo que Pablo decía. Cuando ella y su familia se bautizaron, rogó, diciendo: Si juzgáis que soy fiel al Señor, venid a mi casa y quedaos. Y nos persuadió”.

• Y de Febe, según Rom. 16,1-2:

“Os recomiendo a nuestra hermana Febe, diaconisa de la iglesia en Céncreas; que la recibáis en el Señor de una manera digna de los santos, y que la ayudéis en cualquier asunto en que ella necesite de vosotros, porque ella también ha ayudado a muchos (lit. “ha sido “patrona”: griego prostátis) y a mí mismo”.


Febe, por tanto, era –como Lidia- una mujer rica, y se había constituido en benefactora de la comunidad de Corinto, situada en Céncreas. Éste era el segundo puerto de la ciudad, que daba a la zona orienta, al golfo Sarónico. En esa comunidad actuaba Febe como ayudante o ministra (griego diákonos). Debido al significado de este vocablo debemos imaginarnos que Febe debía de estar a las órdenes de los epískopoi (“intendentes o vigilantes”) del grupo, o del consejo de ancianos (griego presbýteroi), si es que lo había en esa comunidad.

• También Priscila y su marido Áquila actuaban como benefactores, pues cedían su casa en Éfeso para las reuniones de la iglesia doméstica de la ciudad: Rom 16,19:

“Las iglesias de Asia os saludan. Áquila y Priscila, con la iglesia que está en su casa, os saludan muy afectuosamente en el Señor”.


A propósito, y como breve excursus: en el cap. 16 de Romanos Pablo saluda a otras gentes de Éfeso que al parecer jamás estuvieron en Roma. Es muy posible, por tanto, que Rom 16 sea un billete a la iglesia de Éfeso, añadido por el primer editor de las cartas de Pablo a la carta a los Romanos.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com
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