El testamento de Augusto

Ancira


Hoy escribe Gonzalo del Cerro



Testamento de Augusto. Monumentum Ancyranum

Dejo esta jornada el tema habitual sobre los Apócrifos para presentar a mis benévolos lectores un trabajo mío recientemente venido a la luz. El título es Testamento de Augusto. Monumentum Ancyranum. Ha sido publicado por Ediciones Clásicas. Se trata de la inscripción descubierta en el siglo XVI en lo que fuera templo de Roma y Augusto en Ancira de Galacia, la actual Ankara. Una inscripción calificada por Th. Mommsen como “la reina de las antiguas inscripciones”, la más larga de las conocidas. Y aunque ya ha sido publicada en otras ediciones, estimo que ciertos aspectos no han sido suficientemente destacados, por lo que he creído oportuno hacer una nueva edición con un amplio comentario.

Es una crónica autobiográfica de las gestas realizadas por el emperador Augusto. Suetonio habla de ella como de un Index rerum gestarum, depositado para su custodia en la casa de las Vestales (foto). De acuerdo con el título, el contenido del documento consta de dos apartados: las res gestae, práxeis (hechos) en el griego y los gastos, dōreái (dones). Aunque el documento es denominado “testamento”, solamente tiene de testamento su carácter de ultimidad.

La inscripción estaba destinada para ser grabada en dos pilares de bronce delante del mausoleo del emperador. Pero perdidas estas copias originales, se descubrieron en Galacia las copias latina y griega, objeto de mi estudio. En Ankara se encuentran las copias de los dos idiomas en el actual edificio de la mezquita Haci Bayram. El texto latino está grabado en las dos paredes laterales interiores del vestíbulo del templo, el texto griego en la parte exterior del muro izquierdo. En Antioquía de Pisidia se encontró una copia latina, y en la antigua Apolonia apareció una copia griega, todas en la antigua provincia de Galacia.

Para que no quede todo en el aspecto histórico romano, muchos lectores conocerán la opinión de autores que pretenden ver en los evangelios un reflejo de las vidas de ilustres romanos como Julio César, Octavio Augusto y otros. Allá ellos con sus razones. Pero en el documento de Augusto encontramos algún detalle conocido también en el evangelio, concretamente, en la narración del nacimiento de Jesús. El evangelista Lucas pretende poner el marco cronológico al nacimiento refiriendo los detalles de un censo decretado por Augusto. Éste es el texto: “Sucedió que en aquellos días salió un decreto del César Augusto para que se empadronara todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar siendo Quirino procurador de Siria. Marchaban todos a empadronarse, cada uno a su propia ciudad. Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazareth, a Judea, a la ciudad de David, llamada Belén, por ser él de la casa y de la estirpe de David, para empadronarse con su esposa María que estaba encinta” (Lc 2,1-5).

Los censos tenían importancia, porque eran la manera de conocer a los que eran sujetos obligados a pagar tributos. Por esa razón y con ciertas dosis de orgullo, Augusto hace referencia en su crónica a su actividad de convocarlos. Ésta es la relación que hace él mismo de los censos convocados bajo su autoridad:

“En mi sexto consulado hice el censo del pueblo teniendo como colega a Marcos Agripa. Hice el sacrificio expiatorio después de cuarenta y dos años. En aquel censo fueron registrados cuatro millones sesenta y tres mil ciudadanos romanos. Nuevamente, con mi autoridad consular, siendo cónsules Cayo Censorino y Cayo Asinio, hice solo un censo en el que fueron registrados cuatro millones doscientos treinta y tres mil ciudadanos romanos. Por tercera vez y con mi autoridad consular hice un censo con mi hijo Tiberio César como colega siendo cónsules Sexto Pompeyo y Sexto Apuleyo; en aquel censo fueron registrados cuatro millones novecientos treinta y siete mil ciudadanos romanos”(cap. 8).

Augusto hace referencia explícita a tres de los censos (apotimēseis) convocados por su autoridad consular. El primero de ellos, en colaboración con Marcos Agripa, en el tiempo de su sexto consulado, es decir, el año 28 a. C. El número de ciudadanos romanos alcanzaba la cifra de 4.063.000. Menciona un nuevo censo hecho (feci) por él en solitario el año 5 a. C. con una cifra de 4.233.000 ciudadanos romanos. Convocó un tercer censo, teniendo como colega a su hijastro Tiberio César el año 14 d. C., con un resultado creciente de 4.937.000 ciudadanos. En los tres casos, Augusto menciona expresamente a los “ciudadanos romanos”, mientras que el texto griego habla simplemente de “romanos”.

Como no cita el texto los lugares donde se realiza el censo, no podemos sacar conclusiones más precisas, ni mucho menos su eventual relación con el censo narrado por Lucas, objeto de dudas y disensiones seculares. Lo que podemos asegurar es que el emperador Augusto contaba entre sus actividades consulares la de convocar censos. No necesito decir que el censo al que se vieron obligados José y María nada tiene que ver con los que realizó Augusto entre los ciudadanos romanos.

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro
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