El diaconado de las mujeres (164- 15)

Hoy escribe Antonio Piñero


En estas comunidades postpaulinas, cuya atmósfera social hemos intentado dibujar en las notas que han antecedido, sigue existiendo el diaconado en el que participan las mujeres, al parecer en pie de igualdad con los varones. Leemos en 1 Tim 3,8-13:

De la misma manera (griego hosaútos; se sobreentiende que los “obispos”: vv. 1ss), también los diáconos deben ser dignos, deben tener una sola palabra, no dados al mucho vino, ni amantes de ganancias deshonestas, 9 sino guardando el misterio de la fe con limpia conciencia. 10 Que también éstos sean sometidos a prueba primero, y si son irreprensibles, que entonces sirvan como diáconos. 11 De igual manera (griego hosaútos), las mujeres (diáconos) deben ser dignas, no calumniadoras, sino sobrias, fieles en todo. 12 Que los diáconos sean maridos de una sola mujer, y que gobiernen bien sus hijos y sus propias casas. 13 Pues los que han servido bien como diáconos obtienen para sí una posición honrosa y gran confianza en la fe que es en Cristo Jesús.



Este diaconado nada tiene que ver con la institución -o estamento- de las “viudas” como ayudantes en el ministerio de la Iglesia que se regula unas cuantos párrafos más adelante en la Epístola (cap. 5) y que veremos a continuación.


El párrafo que acabamos de citar más arriba es muy oscuro en cuanto al estado civil de las mujeres que, al perecer, han de servir como diaconisas. ¿Casadas una sola vez? (en el sentido no tanto de ser divorciadas y vueltas a casar, como de viudas que permanecen como tal, sin volver a contraer matrimonio).

Sin embargo, en el caso de las mujeres diáconos no parece que pudieran estar casadas, puesto que se exigía una dedicación completa al servicio de la comunidad. Tanto era así que para poder subsistir los diáconos de ambos sexos percibían ya probablemente una compensación económica de las arcas de la comunidad al igual que los presbíteros gobernantes. Lo deducimos del siguiente pasaje (1 Tim 6,17-18):


Los ancianos que gobiernan bien sean considerados dignos de doble honor, principalmente los que trabajan en la predicación y en la enseñanza. 18 Porque la Escritura dice: ‘No pondrás bozal al buey cuando trilla’ (Dt 25,4), lo cual significa que el obrero es digno de su salario, incluso los que tienen por cometido el servicio al Señor en el Tabernáculo (véase Núm 18,31).



La institución del “orden” de las "viudas"


1 Tim 5,3-16 es el texto básico que rige la institución de las viudas, como orden más o menos clerical/eclesial (no puede saberse si recibían o no la ordenación estricta por medio de la imposición de las manos; lo más probable es que no fuera así):


Honra a las viudas que en verdad son viudas; 4 pero si alguna viuda tiene hijos o nietos, que aprendan éstos primero a mostrar piedad para con su propia familia y a recompensar a sus padres, porque esto es agradable delante de Dios. 5 Pero la que en verdad es viuda y se ha quedado sola, tiene puesta su esperanza en Dios y continúa en súplicas y oraciones noche y día. 6 Mas la que se entrega a los placeres desenfrenados, aun viviendo, está muerta. 7 Ordena también estas cosas, para que sean irreprochables. 8 Pero si alguno no provee para los suyos, y especialmente para los de su casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo.



9 Que la viuda sea puesta en la lista (griego, literalmente “catálogo”) sólo si no es menor de sesenta años, habiendo sido la esposa de un solo marido, 10 que tenga testimonio de buenas obras; si ha criado hijos, si ha mostrado hospitalidad a extraños, si ha lavado los pies de los santos, si ha ayudado a los afligidos y si se ha consagrado a toda buena obra. 11 Pero rehúsa poner en la lista a viudas más jóvenes, porque cuando sienten deseos sensuales, contrarios a Cristo, se quieren casar, 12 incurriendo así en condenación, por haber abandonado su promesa anterior.


13 Y además, aprenden a estar ociosas, yendo de casa en casa; y no sólo ociosas, sino también charlatanas y entremetidas, hablando de cosas que no son dignas. 14 Por tanto, quiero que las viudas más jóvenes se casen, que tengan hijos, que cuiden su casa y no den al adversario ocasión de reproche. 15 Pues algunas ya se han apartado para seguir a Satanás. 16 Si alguna creyente tiene viudas en la familia , que las mantenga, y que la iglesia no lleve la carga para que pueda ayudar a las que en verdad son viudas.


En primer lugar, las viudas auténticas, desprotegidas y de vida irreprochable no son ante todo una institución que ofrece sus prestaciones, sino particularmente una clase que las recibe: deben ser cuidadas por el sistema de “seguridad social de la comunidad”, es decir, bien por su familia (hijos, v. 4, o parientes, v. 16), o por los fondos al respecto de la comunidad misma.

¿Cómo se conseguían estos fondos? Lo veremos en la próxima postal.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com


Postscriptum:

Acabo de cambiar totalmente la "página web", cuya dirección sigue siendo la misma. La anterior cumplía más o menos su cometido, pero era muy estática y apenas permitía añadir contenidos, por lo que he debido cambiarla.

Estamos en pruebas. Si algunos de los lectores que la visiten, tiene algún comentario que hacer, tanto el diseñador -Guillermo León, el mismo que ha diseñado la página web de Iker Jiménez- como yo mismo, estaríamos muy agradecidos por las observaciones que pudieran ayudar a corregir algún defecto.

Repetiré este anuncio algún día más.

Saludos cordiales de nuevo.
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