Naturalmente, Pablo prefiere la virginidad al matrimonio (300-08)

Hoy escribe Antonio Piñero

Ante todo, queridos lectores, desearos que este año, que se muestra sombrío, sea en verdad luminoso. ¡Queseamos felices en los posible!

Decíamos en la postal anterior: "¿Qué prefiere en realidad el Apóstol?". Pues algo que es bien sabido: el Apóstol desea que cada uno permanezca en el estado en el que fue llamado por Dios a ser cristiano (7,17-24). El casado como casado; el virgen como virgen:

17 Sino que cada uno como el Señor le repartió, y como Dios llamó a cada uno, así ande; y así ordeno en todas las Iglesias. 18 ¿Es llamado alguno circuncidado? Quédese circunciso. ¿Es llamado alguno incircunciso? Que no se circuncide. 19 La circuncisión nada es, y la incircuncisión nada es; sino la observancia de los mandamientos de Dios. 20 Cada uno en la vocación en que fue llamado, en ella se quede. 21 ¿Eres llamado siendo siervo? No te dé cuidado; mas también si puedes hacerte libre, procúralo más. 22 Porque el que en el Señor es llamado siendo siervo, liberto es del Señor; asimismo también el que es llamado siendo libre, siervo es del Cristo. 23 Por precio sois comprados; no os hagáis siervos de los hombres. 24 Cada uno, hermanos, en lo que fue llamado, en esto se quede para con Dios.



Y si le aprietan más, Pablo recomendaría sinceramente la virginidad: “Así que, el que la da en casamiento, bien hace; y el que no la da en casamiento, hace mejor” (7,38).

Aunque el Apóstol afirma que Jesús se pronunció en contra del divorcio y los nuevos matrimonios (7,10-11: lo que implican una línea moral mucho más severa que la de los “espirituales” libertinos), sí reconoce que el mismo Jesús no recomendó la virginidad expresamente a todos:

“Pero sobre las vírgenes no tengo mandamiento del Señor; mas doy mi parecer, como hombre que ha alcanzado misericordia del Señor para ser fiel.” (7,25; cf. Mt 19,12: “Porque hay castrados que nacieron así del vientre de su madre; y hay castrados, que son hechos por los hombres; y hay castrados que se castraron a sí mismos por causa del Reino de los cielos; el que pueda tomar eso , tómelo”).


Los argumentos de Pablo en favor de la virginidad son fundamentalmente dos: uno puramente circunstancial, sin profundidad; otra basado en l escatología, más sólido desde ese punto de vista

• El no casado tiene menos preocupaciones mundanas y puede dedicarse por entero a las cosas del Señor (7,32-35).

• El fin del mundo es inminente. ¿Para qué aprovecha casarse y tener hijos en estas circunstancias? (7,28-31). Hay que dedicarse por entero a preparase para ese fin del mundo.


En el fondo no hay en Pablo un aprecio positivo del matrimonio. Lo considera casi como un mal menor que sirve para no caer en la lujuria (7,2.9: “Mas por evitar las fornicaciones, cada uno tenga su mujer, y cada una tenga su marido”; “Y si no tienen don de continencia, cásense; que mejor es casarse que quemarse”).

Como ya hemos apuntado en varias ocasiones, late en el consejo de Pablo a favor de la virginidad un cierto desinterés por lo corporal y material (propio del gnosticismo), por todo lo que corresponde a este mundo, desinterés que coincide bastante con lo que en el siglo II será la tendencia general de los gnósticos a despreciar la materia, lo carnal, en favor de lo espiritual. En estas ideas Pablo se separa de la corriente normal del judaísmo.

Nótese de paso el punto de vista casi siempre masculino en cuestión de sexo (una excepción en 7,3-5). Pablo participa de los puntos de vista de la sociedad en la que vive, en la que la mujer ocupa siempre un segundo plano:

“Mas, si a alguno parece cosa fea en su hija, que pase ya de edad, y que así conviene que se haga, haga lo que quisiere, no peca; cásese. 37 Pero el que está firme en su corazón, y no tiene necesidad, sino que tiene libertad de su voluntad, y determinó en su corazón esto, el guardar su hija, bien hace. 38 Así que, el que la da en casamiento, bien hace; y el que no la da en casamiento, hace mejor” (7,36-38).


• Los espirituales deben renunciar a sus pretendidos derechos por ser superiores. No pueden ser arrogantes de ningún modo.

Un caso claro se presenta con la cuestión de comer o no la carne sacrificada en honor a los ídolos (caps.8 y 9). Aunque es verdad que los dioses no existen en realidad y que no importa comer carne sacrificada a ellos (8,4), es más importante no hacer daño a la conciencia de los hermanos cristianos menos formados y que creen que ingerir esas carnes es rendir cultos a los falsos dioses (8,7). Lo que importa es mantener la unidad y la caridad en la comunidad (8,13). Hay que renunciar al privilegio de una sabiduría superior en favor de la unidad. Según Pablo, la renuncia forma parte del ser cristiano y más en concreto del llamado al apostolado (9,1-15).

1 ¿No soy apóstol? ¿No soy libre? ¿No he visto a Jesús el Cristo el Señor nuestro? ¿No sois vosotros mi obra en el Señor? 2 Si a los otros no soy apóstol, a vosotros ciertamente lo soy; porque el sello de mi apostolado sois vosotros en el Señor. 3 Esta es mi respuesta a los que me preguntan: 4 Qué, ¿no tenemos potestad de comer y de beber? 5 ¿No tenemos potestad de traer con nosotros una hermana para mujer también como los otros apóstoles, y los hermanos del Señor, y Cefas? 6 ¿O sólo yo y Bernabé no tenemos potestad de no trabajar? 7 ¿Quién jamás peleó a sus expensas? ¿Quién planta viña, y no come de su fruto? ¿O quién apacienta el ganado, y no come de la leche del ganado? 8 ¿Digo esto solamente según los hombres? ¿No dice esto también la ley? 9 Porque en la ley de Moisés está escrito: No pondrás bozal al buey que trilla. ¿Tiene Dios cuidado de los bueyes? 10 ¿O lo dice enteramente por nosotros? Pues por nosotros está escrito; porque con esperanza ha de arar el que ara; y el que trilla, con esperanza de recibir el fruto trilla . 11 Si nosotros os sembramos lo espiritual, ¿es gran cosa si segáremos de vosotros lo material? 12 Si otros tienen en vosotros esta potestad, ¿por qué no nosotros? Mas no usamos de esta potestad; antes lo sufrimos todo, para no dar alguna interrupción al curso del Evangelio del Cristo. 13 ¿No sabéis que los que obran en lo sagrado, comen del santuario; y que los que sirven al altar, del altar participan? 14 Así también ordenó el Señor a los que anuncian el Evangelio, que vivan del Evangelio. 15 Mas yo de nada de esto me aproveché; ni tampoco he escrito esto para que se haga así conmigo; porque tengo por mejor morir, antes que nadie haga vana ésta mi gloria.


Pablo añade un argumento importante relacionado con la eucaristía a favor de abstenerse de participar en banquetes paganos en los que se come carne sacrificada a los ídolos: tomar parte en esas comidas produce la impresión de comunión con gentes que adoran a los viejos dioses. Para Pablo es mejor no ir a tales banquetes, pues quien participa como cristiano de la Cena del Señor no debe tomar parte de la mesa de los demonios (los dioses: 10,14-22):

20 Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no querría que vosotros fueseis partícipes de los demonios. 21 No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis ser partícipes de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios. 22 ¿O provocaremos a celos al Señor? ¿Somos más fuertes que él? (10,20-22).



Seguiremos.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com
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