Crítica básica a las ideas de Allegro, Dupont- Sommer, Bárbara Thiering y otros como Baigent-Leigh o Székely (167-07)

Hoy escribe Antonio Piñero


Aunque dijimos que hoy día ya no es necesario perder tiempo en refutar afirmaciones estrambóticas, si –me parece- hay algo importante: estos personajes mencionados en la nota anterior y alguno que otro más plantean la cuestión básica siguiente que ya habíamos transcrito: ¿Tenemos que modificar toda nuestra concepción de la historia del cristianismo primitivo después de la publicación de los manuscritos del Mar Muerto? Como prometí en la nota del día anterior, he aquí mi crítica añeja, acomodada un tanto al día de hoy:

“Parece hoy ya definitivamente probado que los textos de Qumrán no contienen ni pueden contener ningún dato concreto sobre Jesús, Juan Bautista o los cristianos, ni siquiera mención o alusión ninguna a ellos, por la sencilla razón de que son -en su inmensa mayoría- anteriores en el tiempo a estos personajes y al movimiento provocado por la predicación del Nazareno”.

Por tanto, si tuviéramos que reescribir la historia del cristianismo a partir de los textos de Qumrán sería tan sólo una obligación indirecta. Los concienzudos estudios paleográficos y los análisis espectométricos a base del Carbono 14 –que hemos expuesto en postales anteriores en sus líneas básicas- muestran que ninguno de los textos de Qumrán es coetáneo con el nacimiento del cristianismo como fenómeno de divergencia ideológica dentro del seno del judaísmo de la época. Lo notable de la teología cristiana primitiva, que se desarrolla entre el 30-60 d.C., sobre todo por los grupos de Pablo y de inspiración paulina, ni se roza en Qumrán, como planteamientos teológicos estrictos

Una segunda anotación es imprescindible porque afecta también al tema de los capítulos finales del libro de VanderKam y Flint, que trata de las "relaciones entre Qumrán y el Nuevo Testamento": desde un punto de vista científico, o simplemente serio, no puede prestarse la menor atención a la obras modernas mencionadas en la postal anterior en la idea de que fuera necesario estudiar un complejo código secreto de interpretación que habría sido descubiertos por esos “especialista” nombrados— para interpretar los Manuscritos. Estos se entienden muy bien en sí mismos por aquel que conozca el judaísmo de los siglos inmediatamente anteriores a nuestra era y al siglo I de ésta

La obra de Baigent -Leigh ha sido la de más impacto de las tres mencionadas. Respecto a ella hay que decir simplemente, con Harmut Stegemann ( Los esenios, Qumrán, Juan Bautista y Jesús, Trotta, Madrid, 1996) que todo su montaje ideológico de descrédito se basa sobre tres afirmaciones rotundamente falsas:

La primera: que hasta 1991 sólo se había presentado al público el 25% del material de Qumrán. La verdad es que hasta ese momento se había publicado el 80% de los textos, pero en ediciones que esos periodistas parecen no haber conocido. Es más: de los textos más amplios e importantes que afectan directamente a la comprensión del NT y del primitivo cristianismo se había publicado ya en 1970 más del 90%.

La segunda: que todo este retraso en la publicación de los manuscritos (del que se ha hecho eco la prensa con tanto escándalo) se debió a maquinaciones del Vaticano, el cual -- según estos periodistas- no tenía el más mínimo interés en que aparecieran los textos para que no se acabara “el negocio eclesiástico”. La verdad, por el contrario, es la siguiente: la edición de los textos se encargó tanto a investigadores católicos como a protestantes o agnósticos (de los siete miembros del equipo original de edición sólo tres eran católicos).

El Vaticano jamás tuvo el control físico de los manuscritos, de modo que bien poco podía hacer para impedir su publicación. El retraso en la edición (por cierto, de textos en general menos importantes para la interpretación de la historia del cristianismo primitivo que los publicados casi de inmediato) se ha debido exclusivamente a circunstancias personales de los investigadores encargados de ella (muerte, desgracias o crisis personales, exceso de trabajo en otros ámbitos universitarios, etc.) o a problemas técnicos (lo que queda por editar son fragmentos minúsculos, difíciles de descifrar o de encajar en lo que conocemos). Esto en la época de Baigent-Leigh. Para hoy día dijimos ya que todo, absolutamente todo está publicado… y que las fotos de los textos son accesibles a cualquiera

La tercera: que la cronología de los textos dada por los expertos (menos ellos)es errónea, ya que en verdad muchos de ellos pertenecen a la época cristiana y que, por tanto, han de interpretarse bajo esta luz. En concreto: esos textos desvelan la historia secreta y verdadera del cristianismo primitivo, si se saben leer sin prejuicios

A este supuesto ya hemos respondido hace un momento: es hoy irrefutable que el grueso de los manuscritos de Qumrán es anterior al cambio de era y todos anteriores al año 50/60 d. C. ¿Cómo van a desvelar la historia secreta del cristianismo primitivo, que --como construcción ideológica-- se forma por esos años?” (pp. 287-288, de la obra Paganos, judíos y cristianos..., capítulo: “Los Manuscritos del Mar Muerto y el Nuevo Testamento” (citada en la postal anterior)

VanderKam y Flint añaden –a la de los autores mencionados- una interesante descripción y crítica de la relación establecida entre los “Rollos del Mar Muerto y el ‘Jesús de la Nueva Era’” (pp. 339ss.). En este apartado tratan nuestros autores de la obra de Edmond Bordeaux SZÉKELY, de 1928, titulada el “Evangelio esenio de la paz”, y otros volúmens similares: “El libro desconocido de los esenios”… “Cosmoterapia de los esenios” “Viaje al océano cósmico”…

En realidad estas obras -como se intuye por los títulos mismos- no tratan de los Manuscritos en sí, ni podíann tratar porque son anteriores a su descubrimiento, pero tampoco de los esenbios según las fuentes clásicas (Josefo; Filón Y Plinio fundamentalmente) y carecen de un análisis riguroso de las ideas esenias ni de nada parecido; se trata de reflexiones personales a partir de un conocimiento vulgar, generalizado y distorsionado de lo que fue la compleja doctrina esenia (hoy hemos afinado bastante y sabemos distinguir bien que no es la misma exactamente en el “Manual De Disciplina”, o “Regla” o en “El Documento de Damasco”, por nombrar sólo textos que “suenan mucho”).

En el caso de Székely se trata de una exposición de sus propias ideas aprovechando la palabra “esenio” para darles lustro esotérico.

VanderKam y Flint critican también la obra de otros autores más de segunda fila como Edgar Cayce, Dores Cannon, Daniel Maziarz, cuyo solo título (“Manual de angelología esenia y crecimiento personal”) a mí me suena como algo imposible: una empresa quimérica, para uien sabe algo de judaísmo del siglo I de nuestra era

Lo curioso y triste del caso es que los ejemplares vendidos por semejantes “investigaciones” se cuentan por decenas de miles, mientras que obras verdaderamente estupendas , como la mencionada de H. Stegemann, o la de Otto Betz- R. Riesner, Jesús, Qumrán y el Vaticano, Herder, Barcelona, 1997, son prácticamente desconocidas por el gran público. Y sin embargo ¡son sensacionales, bien argumentadas y basadas en conocimientos profundos y serios!

Había decidido abreviar, pero veo que el contador electrónico indica que continúa el interés por estos temas. Seguiremos, pues.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com
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