El Apocalipsis y el “marco vital” de la Escuela johánica (169-03)

Hoy escribe Antonio Piñero


Continuamos comentando el libro “Cartas de Juan”, de Domingo Muñoz. Sostiene el autor que para diseñar el “marco vital” de la comunidad johánica es preciso también emplear el Apocalipsis, porque el “parentesco johánico de este libro le parece indiscutible, sea quien fuere el autor de esta obra apocalíptica” (p. 16). Para probarlo acude Domigo Muñoz a un argumento expositivo: alude a la estructura del Apocalipsis y luego compara la teología básica de esta obra con la de la comunidad johánica.

Respecto a la estructura ideológica argumenta Domingo Muñoz que el Apocalipsis es un “testimonio sobre Jesucristo, su poder y su capacidad para dirigir la historia”. Y analiza del siguiente modo el libro:

“Jesús es el Hijo del Hombre, sacerdote y rey (Ap 1,13-20): Es el Señor resucitado que se dirige a las siete iglesias de Asia Menor para autopresentarse e invitarlas a la conversión y a la fidelidad (Ap 2-3). La voz del Espíritu promete a los fieles (Ap 2-3) la vida eterna (la corona de la vida). Esta promesa nos recuerda la de 1 Jn 2,25 (“Y esta es la promesa que él mismo os hizo, la vida eterna”). La finalidad de los mensajes del Apocalipsis a las siete iglesias es la de consolar, advertir, animar a la fidelidad, con la promesa de la Vida”.

“Desde el capítulo 4 hasta el final del libro encontramos en primer lugar las visiones del trono divino (cap. 4) y del Cordero (cap. 5). El Resucitado tiene en sus manos el libro de los siete sellos, que contiene los destinos del mundo (caps. 5-6). La sección del Apocalipsis sobre el día del Señor contiene el despliegue de los siete sellos y las siete trompetas (caps. 6-11). La sección de las Bestias (personificación del Imperio Romano perseguidor) termina por su derrota por el mesías mediante la puesta en acción de las siete copas y el doble combate escatológico (caps. 12-20). El libro pone como coronación la visión de la Jerusalén celestial” (p. 17).

Esta larga cita que tiene como objetivo tan sólo mostrar un tanto la perplejidad del comentarista –en este caso yo-, quien no acaba de ver cómo esta descripción somera de la estructura del Apocalipsis sirve al autor, y al lector, para describir y comprender el marco vital de las tres Cartas de Juan.

Sí ayuda, ciertamente, para comprender la teología explicativa sobre la muerte vicaria y expiatoria de Jesús según un plan divino desde la eternidad, que es absolutamente -como hemos sostenido- uno de los pilares de la concepción paulina acerca del significado de la muerte (y resurrección de Jesús).

Un elenco de los textos acerca del "Cordero de Dios" en el Nuevo Testamento nos ayuda a percibir como esto es así:

Jn 1, 29: "El siguiente día ve Juan a Jesús que venía a él, y dice: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo"

Jn 1, 36: "Y mirando a Jesús que andaba por allí , dijo: He aquí el Cordero de Dios".

Mi comentario:

Es posible, como da a entender Lucas, que el origen de la idea paulina acerca de la mjuerte vicariua, como sacrificio de Jesús -explicitada en el grupo johánico con el denominativo el "Cordero", wue califica a Jesús como víctima de ese sacrificio- esté en el grupo de los helenistas descrito en los Hechos de los Apóstoles. Según Lucas, los helenistas fueron los comenzaron a interpretar así, como sacrificio vicario, la muerte en cruz de Jesús.

Es posible también que este origen de la idea en los "helenistas de Jerusalén" (Hewchos 6ss) sea una hipótesis de Lucas mismo para unir teológicamente a estos “helenistas” (e incluso a Pedro; véase el discurso de éste en el Pórtico de Salomón en Hch 3 que se apoya ya, según Lucas, en los Cantos del Siervo injustamente perseguido para interpretar la muerte de Jesús: Hch 3,13) con el pensamiento de Pablo, de modo que éste no parezca muy original, sino la prolongación de ideas anteriores. Para Lucas es importante mostrar que la teología de Pablo no está aislada, sino que empalma de algún modo con la de la iglesia de Jerusalén.

En los Hechos mismos esta idea se confirma por la teología de uno de esos helenistas, Felipe. El capítulo 8 de Hechos presenta una mención interesante de Jesús como "el cordero" que se fundamenta en un juego de palabras en griego = el "siervo/hijo" es el doble significado del vocablo griego pais con el que se juega teológicamente. Este pais es el siervo justo, perseguido hasta la muerte y luego vindicado por Dios con la resurrección que había sido profetizado -dicen los cristianos- en el profeta IsaÍas. He aquí el texto de Hechos:

Hch 8, 32: Y el lugar de la Escritura que leía, era éste: Como oveja a la muerte fue llevado; y como cordero mudo delante del que le trasquila, así no abrió su boca;

El pasaje habla del helenista Felipe que se encuentra con el eunuco etíope que va leyendo el texto de Isaías 53 (los cantos del Siervo de Yahvé). Felipe toma pie de esta lectura y acaba por convertir al eunuco, que cree firmemente desde ese momento que Jesús es el "Hijo de Dios" (recordemos: hijo/siervo = pais tou theou = tanto “hijo” como “siervo” de Dios).

La denominación de Jesús como "cordero" -añadiría también- vale para explicar cómo la escuela deuteropaulina, en sentido amplio, es decir textos del Nuevo Testamento tardíos –de la época de las Pastorales, o posteriores, desarrollan y comentan por su parte la idea básica paulina de la interpretación de la muerte de Jesús como sacrifico vicario.

Véase, por ejemplo, 1 Pedro 1, 17-23, de neta inspiración paulina, a mi entender:

“17 Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conversad en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación, 18 sabiendo que habéis sido rescatados de vuestra vana conversación (la cual recibisteis de vuestros padres), no con cosas corruptibles, como oro o plata; 19 sino con la sangre preciosa del Cristo, como de un Cordero sin mancha y sin contaminación, 20 ya ordenado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postrimeros tiempos por amor de vosotros, 21 que por él creéis a Dios, el cual le resucitó de los muertos, y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sea en Dios. 22 Habiendo purificado vuestras almas en la obediencia de la verdad, por el Espíritu, en caridad hermanable sin fingimiento, amaos unos a otros entrañablemente de corazón puro, 23 siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra del Dios, viviente y que permanece para siempre”.


Por tanto, en mi opinión también, que el Apocalipsis -desde 5,6 hasta 22,3- de el nombre de "Cordero" a Jesús (más de 25 veces) en su obra, señala que este escrito se mueve también el influjo de la concepción interpretativa paulina de la muerte vicaria y sacrificial de Jesús por designio divino.

Esta idea aparece también en las Cartas de Juan, ciertamente, pero no tiene la fuerza de otros motivos teológicos que dominan esos escritos.

En síntesis: encontrar que el Evangelio de Juan y el Apocalipsis denominan a Jesús "Cordero de Dios" no significa que esta denominación los caracterice como un grupo específico dentro del cristianismo naciente con una teología "especial", sino que el tal grupo se une a la teología común paulina, formulada cronológicamente mucho antes.

Mañana seguiremos comentando este uso del Apocalipsis por pare de Domingo Muñoz como “enmarque” ideológico de las Cartas de Juan.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
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