La religión del Irán preislámico 171-04

Hoy escribe Antonio Piñero


Continúo con la visión general del contenido del libro “Religiones del mundo antiguo”. El siguiente capítulo, La religión del Irán preislámico, lleva la firma de J. A. Álvarez Pedrosa quien se ocupa de Zoroastro y de sus seguidores. No es nada sencillo un esfuerzo de síntesis en esta religión que tiene un corpus de textos enorme y cuyo período temporal abarca desde más menos el 1000 a.C. hasta nuestros días. Comentan los editores que

“Sólo el desglose del conjunto de textos y de sus diferentes partes nos hace percibir la extrema complejidad de una religión cuyas reglas rituales estaban claramente definidas, puntillosamente definidas” (p. 11).

Es interesante lo que nos dice el autor del capítulo en su inicio:

“En nuestros tiempos, el zoroastrismo es una religión muy influyente en los estratos sociales más dinámicos de la economía de la India, a donde llegaron los zoroastristas (“parsis”) en sucesivas migraciones desde el siglo X, huyendo de la invasión islámica de Irán…

"Su sede principal está en Bombay… miembros influyentes son, por ejemplo, la familia Tata, propietaria de la empresa automovilística, el directo de orquesta Zubin Metha, y el difunto Freddie Mercury (nacido Farrokh Bulsara, de una familia sacerdotal parsi)… El número de parsis en la actualidad se reduce a unos 70.000 en la India y a un total de 200.000 en todo el mundo, repartidos entre Irá, Pakistán, EE.UU. y Gran Bretaña.

"Se trata de una religión de carácter étnico (en parte como la judía hoy): no están bien visto los matrimonios mixtos y, lo que es más llamativo, no autorizan el proselitismo, por lo que su posibilidad de expansión está totalmente bloqueada” (pp. 49-50).

Me parecen iluminadoras también las precisiones que el autor hace a propósito de las casi insuperables dificultades técnicas para estudiar esta religión en su conjunto de 3000 años de existencia:

“Al abarcar una realidad temporal tan extensa, nuestro conocimiento del zoroastrismo reposa sobre una diversidad de materiales lingüísticos inmenso, lo que dificulta notablemente el estudio, pues es preciso que el que se acerca al conocimiento de la religión domine: el antiguo persa de las inscripciones aqueménidas (Desde Ciro el grande siglo VI a.C.); dos cortes cronológicos diversos de otra lengua irania antigua, el avéstico, el antiguo y el reciente, que se diferencian mucho entre sí; lenguas iranias medias, sobre todo las inscripciones del persa medio y los comentarios y traducciones del Avesta redactados en pahlavi; griego y latín para abordar las referencias de los autores clásicos; y no desdeñe otras fuentes de conocimiento, como son la arqueología y la antropología, porque el estudio de l praxis religiosa de los parsis modernos resulta también de importancia para una descripción global.

"Es muy difícil que una sola persona reúna todos esos conocimientos y, caso de que así fuere, no pasa así con los intereses, por lo que el estudio del zoroastrismo siempre está escorado por mayor interés del científico por una muy otra perspectiva. Si se acerca desde una perspectiva indoiranista, su interés se centrará en las partes más antiguas del Avesta, que conocemos con el nombre de Gathas, y en la comparación del material lingüístico gáthico con el antiguo indio, en concreto con el védico. En cambio, si su interés radica más bien en la descripción del zoroastrismo de época sasánida (desde el siglo III d.C. hasta más menos la invasión del islam; especialmente la época de Sapor II = 309-379 d.C.) y su pervivencia moderna, el interés se centrará en las lenguas iranias medias y en los comentarios y traducciones pahlavis del Avesta. Y no digamos nada si el afán del estudioso se concentra en la praxis religiosa actual de los zoroastristas de Irán o de la India, que en sí misma constituye todo un mundo” (p. 51).

Consecuentemente con lo dicho, este estudio que presentamos se centra en una parte, importantísima para la comparación, por ejemplo, con el cristianismo, que es el mundo del Avesta: su estructura y contenidos; la redacción del Avesta, tras un largo período de casi 2000 años de tradición oral (el primer manuscrito está fechado en 1323 d.C.).

El capítulo estudia las divinidades avésticas, sobre todo a partir de los Gathas: Ahura Mazda, los “Inmortales benéficos” o Amesa Spenta (que son cuatro: “Buen pensamiento”, “Verdad”, “Poder” y “Pensamiento adecuado”. Luego explica el típico dualismo iranio (división, y lucha, entre el Bien y el Mal (Angra Mainyu), tanto en su versión irania –avéstica- como india, védica.

La escatología (o tratado de los “novísimos” o “tiempos finales”) individual y colectiva es también muy importante, pues es bien sabido que influyó considerablemente en la escatología judía de época helenística tardía y, consiguientemente, en el cristianismo: alma/ cuerpo; existencia del mundo futuro; juicio final; retribución en el más allá según las obras; triunfo total del bien, al final, a pesar de la luicha enconada entre ambos, etc.

Y finalmente el zurvanismo. El núcleo de esta variedad, o reforma (o simplemente una variante del mito cosmogónico zoroastriano, p. 70) es: Ahura Mazda y Angra Mainyu no son concebidos como seres opuesto, absolutamente iguales en potencia y esencia, sino a han sido creador por el Tiempo, Zurván, que es una deidad superior.

Como complemento a este ensayo de Álvarez Pedrosa quisiera señalar otros dos capítulos de obras colectivas, editadas por mí, accesibles, en castellano que tratan de este tema:

• El primero, fundamental porque trata de la globalidad de la religión irania –no citado en la bibliografía de Álvarez Pedrosa- es el ensayo de Anders Hultgard, de la Universidad de Uppsala sobre “La religión irania en la antigüedad. Su impacto en las religiones de su entorno: judaísmo, cristianismo y gnosis”, en Biblia y Helenismo, Córdoba 2006, pp., 551-594, y el segundo:

• “Zoroastro, el gran Profeta de Mazda. El juicio final en la religión irania” de Eugenio Gómez Segura, en El juicio final en el cristianismo primitivo y en las religiones de su entorno, EDAF, Madrid 2010, pp. 49-66.

Concluiremos en la próxima postal.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
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