“Jesús. La historia de un viviente” (II) (175-02)

Schilllebeeckx


Hoy escribe Antonio Piñero


En mi comentario transcribo primero unas palabras de Andrés Torres Queiruga (a propósito, de quien hablaremos a su tiempo a propósito de su último libro, 2011, “Repensar el mal”, también de Trotta. Un inciso: alguien podrá decir que siempre andamos con las mismas editoriales... A la verdad es que en España hay pocas que ofrezcan libros científicos sobre el cristianismo primitivo: Ariel, Cristiandad, Edaf (alguna vez), El Almendro, Herder, Sal Terrae, Sígueme, Verbo Divino… y no sé si me dejo alguna. Y entre éstas destacan tres o cuatro....


Transcribo el juicio complexivo de Torres Queiruga:

“El Jesús de Edward Schillebeeckx ha supuesto un hito en el extraordinario avance que los estudios cristológicos han experimentado a partir de la Segunda Guerra mundial primero, y del Vaticano II, después. Por su amplio conocimiento de los estudios exegéticos y por el uso no fundamentalista de los mismos constituye su obra un punto culminante de la etapa calificada como “New Quest” (añado: ya sabemos que esa calificación es totalmente errónea, como demostró rotundamente Fernando Bermejo en su amplio trabajo en la “Revista Catalana de Teología” 2005 y 2006), o la "Nueva búsqueda del Jesús histórico".

“Con rigor histórico-crítico y con irrenunciable honestidad intelectual, lleva Schillebeeckx el acercamiento al misterio de Jesús hasta aquella frontera donde la inteligencia, aun sintiéndose desbordada, no renuncia a mantener los mínimos indispensables de sentido y coherencia. Más allá no niega, pero tampoco se atreve a hablar. El resultado es una propuesta abierta, en la que el respeto a la tradición va muy conscientemente unido a una búsqueda de sintonía con la cultura actual y a una decidida apertura al futuro”.

Esta opinión de Torres Queiruga es mucho y es poco a la vez. Debemos leerla en aquello que quiere decir entre líneas. Por ejemplo... ¿por qué el "mínimo indispensable de sentido y coherencia?"

Iniciaré mi comentario personal con una apreciación global: merece la pena leer este libro, pues tiene multitud de ideas interesantes y comentables. Es denso, pero a la vez sencillo de leer en general. Schillebeeckx es de la misma tradición que la de los grandes teologazos alemanes, protestantes y católicos, del siglo XX, como Barth, Bultmann y epígonos, Guardini, von Balthasar, etc. Al leerlo se siente la misma atmósfera, la misma escritura y el mismo modo de argumentación

Pero, de vez en cuando, al igual que éstos (sobre todo los protestantes) es Schillebeeckx –en mi opinión- tendente a ciertas frases un tanto grandilocuentes y generales que no pueden aceptarse tal cual (por ejemplo, “Jesús no fue un apocalíptico” (p. 136), frases que luego contradichas o precisadas de alguna manera en las líneas siguientes. Así, en este caso: luego afirma nuestro autor que Jesús no es antiapocalíptico sino que sólo se distancia voluntariamente de la apocalíptica (se sobrentiende que en parte).

Esas frases generalistas resultan ambiguas, de una calculada ambigüedad en mi opinión, y tienden a enmascarar esa cierta claridad a la que se ha llegado en la historia de la investigación sobre la figura histórica de Jesús (al menos la independiente) y que dispensa de tal ambigüedad. Pondré dos ejemplos de base, entre hoy y mañana: la relación de Jesús con Juan Bautista, y el tema “Jesús y el reino de Dios”.

1. Relación de Jesús con Juan Bautista

Schillebeeckx trata de este tema en la sección “Mensaje y praxis de Jesús y su mensaje sobre la salvación (pp. 105ss). Acepta que el bautismo de Jesús por Juan es un dato riogurosamente histórico, a pesar de las dificultades teológicas que comporta, y que la doctrina del Bautista sobre la conversión “hubo de ser para Jesús una expoeriencia de desvelamiento, un acontecimiento revelador y decisivo". Ahora bien, el Nuevo Testamento interpreta a Juan Bautista a la luz de los movimientos de piadosos (asideos: Hasidim, “piadoso” en hebreo), bautistas y apocalípticos de la época, y es posible que la imagen ofrecida no sea exacta..

Luego hace Schillebeeckx una afirmación que creo en extremo imprecisa, si no falsa:

“En algunos apocalipsis este reino final (de Dios al que lleva la conversión, es decir, la vuelta a la fidelidad absoluta a la ley mosaica) es todavía terreno, una especie de historia de la salvación de carácter mesiánico y mundano; en otros no hay reino mesiánico, sino que desde el principio el eón (“siglo” o “mundo”) futuro es puramente celestial, suparamundano; para otros en fin el reino mesiánico tendrá lugar en un nuevo cielo y una nueva tierra, en una nueva vida terrena de la que habrán desaparecido todos los rasgos terrenales" (p. 112).

Esta afirmación está hecha para defender más tarde que el reino de Dios de Jesús es ultramundano. Que yo sepa –y así lo confesaba siempre Alejandro Díez Macho en sus clases de la Complutense- sólo el Testamento o Asunción de Moisés es el único apocalipsis cuyo reino de Dios es totalmente celestial. En los demás, ya hablen claramente de un reino del mesías o no, es decir gobernado por otro personaje o silencien quien es el que lo instaura, siempre hay rasgos de un reino de Dios aquí en la tierra… y en el Apocalipsis cristiano, el de Juan, hay un reino de Dios y del mesías ciertamente aquí en la tierra, de mil años de duración, con elementos de una "Jauja" paradisíaca, y luego hay un reino celestial… ¡con muchos elementos terrenales también! Jesús, como seguidor del Bautista (si alguno no desea llamarlo discípulo) se enmarca en esta misma línea. Las Bienaventuranzas y otros elementos de la predicación del Nazareno apuntan hacia una primera fase del reino de Dios intramundano…; aquí en la tirra... y no especialmente modificada..., la misma tierra de Israel ¡un reino material y espiritual como el de su seguidor, el autor del Apocalipsis!

Schillebeeckx además obtiene más que lo que dicen los textos de los Evangelios sobre Juan Bautista. Por ejemplo, no me atrevería a afirmar (p. 118) que de esos escritos se deduce con claridad que para Juan la conversión es un don gratuito de Dios, es decir que la voluntad humana sólo interviene a posteriori. Es este un pensamiento un tanto "reformado", luterano, que está ausente de la mentalidad del siglo I

Es posible que Juan Bautista lo diera por supuesto quizás (¿?). En Qumrán, mentalidad teológica cercana a la de Juan, se insiste en la voluntad humana como impulso primario hacia la conversión y hacia la entrega plena al cumplimiento puntilloso de la Ley).

Tampoco me atrevería a afirmar que para Juan Bautista lo único importante es la conversión porque “todo lo demás, dada la proximidad del juicio, significa perder el tiempo, incluso la circuncisión judía, por más que sea un signo de la elección divina”. (p. 118) Creo que como mínimo, la frase exagerada y la mayoría de los lectores –pienso- la malinterpretarán.

También pienso que es afirmar demasiado, a partir de los textos, que Juan Bautista se encuentra al “margen del mesianismo” (p. 123). Que su mensaje es un “ataque frontal contra tres expectativas fundamentales del judaísmo de la época: la esperanza escatológica de la destrucción de los enemigos de Yahvé y, por tanto, de los enemigos de Israel; la victoria final y el dominio universal de Israel; la garantía de salvación fundada en las promesas de Abrahán” (¡!).

Si así hubiera sido… ¿cómo fue posible que le siguieran las masas si atacaba frontalmente ideas indisolublemente unidas con el reino de Dios en su época y con la salvación?

A pesar de señalar más o menos claramente las indudables relaciones y concomitancias entre Juan Bautista y Jesús, “su neófito” como nuestor autor lo denomina, Schillebeeckx tiende a mostrar que entre Juan Bautista y Jesús hay una profunda y radical ruptura (lo dice expresamente en p. 130: “La ruptura con el núcleo del mensaje de Juan Bautista fue tan radical que podemos preguntarnos qué buscó y encontró Jesús en Juan”). También hemos argumentado suficientemente en este blog contra esta idea que nos parece muy inexacta.

Es demasiado drástico sostener que la perspectiva de Juan Bautista sobre la salvación está muy “velada”; es igualmente drástico afirmar que Juan no anunció para nada el reino de Dios; que probablemente la idea del Bautista sobre el “que viene” es una posible interpolación cristiana..., pero que luego el mismo Schillebeeckx la acepte y sostenga que –para Juan Bautista- "el que viene" es exclusivamente juez; que Juan Bautista predica sólo la perspectiva del juicio, pero omite en absoluto la de la misericordia y de la gracia (sólo propias de Jesús) (= pp. 114-127).. ¿Cómo se puede afirmar lo subrayado? ¿No acaba de decir que para Juan Bautista la conversión es un don gratuito (= pura gracia) de Dios?

Tampoco me atrevería a decir, a partir de los textos que la "perspectiva teológica" del bautismo de Jesús es la siguiente:

“En cuanto acción profética por la que Jesús se somete al bautismo de Juan, su propio bautismo confirma no solo la apostasía de Israel, sino también su conversión y su consiguiente salvación. Esto va mucho más allá de la que Juan Bautista atribuía a su bautismo” (p. 126).

Creo que hoy día tendríamos que matizar estas frases muchísimo. Mañana hablamos del reino de Dios e intentaremos precisar.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
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