Salmos de Salomón y Oráculos Sibilinos: reacciones en el judaísmo contra la divinización de seres humanos (II) (203-12)

Hoy escribe Antonio Piñero


I. Otra reacción interesante judía contra la divinización de seres humanos aparece en el libro de la Sabiduría, compuesto aproximadamente el año 50 a.C. , además del texto 14,17-21 (que transcribimos en la postal 203-05) el desconocido autor critica la ideología del culto imperial poniendo como modelo la confesión humilde del sabio Salomón en 7,1-6:

“Soy hombre mortal, semejante a todos...; engendrado como todos, del placer que acompaña al sueño, mi carne se formó en el seno de mi madre, al nacer respiré el aire común… mi primera voz fue el llanto… fui criado entre pañales y con cuidado, porque no hay rey que tenga otro modo de venir a serlo. Una es la entrada de todos en la vida, e igual la salida”.

En síntesis. todos, incluidos los "superhombres", somos débiles seres humanos. ¡Lo dice un rey
poderoso y sabio!

II. Los Salmos de Salomón

Para los judíos de una o dos generaciones antes de Jesús el general romano Pompeyo Magno era un ejemplo de clara desmesura y de considerarse a sí mismo como un dios, pues se había atrevido nada menos que a profanar el santuario de Jerusalén y entrar en el templo, cuando sometió a Israel al poder (fáctico) de los romanos (hacia el 60 a.C.). Entonces impuso en el trono al monarca títere asmoneo, Hircano II, controlado por él mismo a través de Antípatro, su favorito (el padre del futuro Herodes el Grande).

El autor de los Salmos de Salomón no critica a Pompeyo Magno directamente, con su n,mbre concreto,, sino aludiendo a él en escenas fácilmente reconocibles sin especificar su nombre. Pero la crítica será dura. El autor de esos Salmos pseudónimos, un fariseo coetáneo o poco posterior a los hechos, escribe en esta obra pseudoepigráfica como si estuviera contemplando la cabeza desgajada del cuerpo de Pompeyo, en la arena de una playa de Egipto. Éste había sido derrotado por Julio César en la batalla de Farsalia; y sus hijos y partidarios en la batalla de Muna en Hispania.

“No consideró que era un mero hombre; no había pensado en el final. Habló: Soy el rey de la tierra y del mar, y no reconoció que Dios es el (único) grande” (= crítica indirecta a "Magnus", epíteto/sobrenombre de Pompeyo)
(Salmos de Salomón 2,28-29 = Díez Macho-Piñero, Apócrifos del Antiguo Testamento III, pp. 37-38)


III. Los oráculos sibilinos judíos


En versos un tanto oscuros, la Sibila judía (es decir, en oráculos sibilinos falsificados por los judíos) critica la creencia griega de que algunos nobles difuntos por sus hazañas se convierten en héroes divinos, o simplemente en diosos, tras su muerte, en los siguientes versos.

Di, Hélade, ¿por qué has depositado tu confianza
en caudillos mortales que no pueden huir del final de la muerte?
Con qué fin proporcionas dones vanos a los muertos
y sacrificas a los ídolos? ¿Quién hizo descarriar tu mente
para que realizaras esos actos y te apartaras de la contemplación del Dios poderoso?
Venera el nombre del que todo lo creó y en ningún momento lo desatiendas...

“Ya han pasado mil años y otros cinco siglos
a partir del reinado de los muy poderosos reyes de los helenos, cuyo caudillaje trajo las primeras desgracias a los mortales,
pues dedicaron a los difuntos numerosas imágenes de dioses mortales
por lo que diste crédito a vanas creencias.

(Oráculos Sibilinos, III 551-553 = Apócrifos del Antiguo Testamento III p. 494)

Aclaración:

Es ésta una explicación evemerística del origen de los dioses. Recordemos: Evémero de Mesena (340-260 a.C.) había propuesto la hipótesis de que los dioses de los griegos y romanos no eran más que reyes, que habían realizado hazañas especiales y que tras su muerte habían sido heroizados/divinizados por los humanos)
Esta acción de divinizar a los muertos es muy criticada por la Sibila judía: esos reyes –dice la falsa profetisa judía- son tan mortales como los demás. Luego no son dioses.

Pero puede parecer curioso que en los mismos Oráculos Sibilinos III 652-656 se describa a un monarca ptolemeo como “salvador de los pueblos de la guerra”, con rasgos que son más o menos mesiánicos (probablemente porque ese mismo rey se había mostrado favorable para con los judíos).

"Dios enviará un rey que librará de la perniciosa guerra a toda la tierra...y lo hará por obediencia a los nobles mandatos del Dios poderoso..."

Esta descripción benévola de un rey pagano, que se había hecho dios, no es extraña, por lo que sabemos ya de dedicar honores especiales a los benefactores. Probablemente hay que ver en esos versos una referencia a Ptolemeo VI Filométor (180-145 a.C.) que se portó bien con los judíos, que le dedicaron un monumento. sin embargo, la sibila judía rebaja al monarca a mero ejecutor de las órdenes divinas.

Por supuesto, los judíos no rinden honores divinos a Ptolemeo, sino que se lo consideran un “ungido”, una suerte de mesías que concede la paz librando de la guerra perniciosa

Es más, el judío que está detrás de esta falsa Sibila está reaccionando de una manera similar a como había hecho el autor del Segundo Isaías (compuesto después del exilio de Babilonia. Ciro, rey de medos, babilonios y persas había proclamado –es dudoso históricamente, pero así se creía- el edicto de liberación de los exiliados--: Is 45,1-3. Ahí Ciro el Grande, el monarca no judío, pero justo, puede ser un salvador, pero es un mero agente de la divinidad, por eso se lo denomina “ungido” o mesías. Y ya sabemos que, siguiendo esta tradición, el “mesías/ungido” para el judaísmo será siempre un mero ser humano y no se lo considerará divino por muy salvador y benefactor que sea. He aquí el texto de Isaías:

“Así dice Yahvé a su ungido Ciro, a quien tomé de la diestra, para derribar ante él las naciones… Yo romperé las puertas de bronce ya arrancaré los cerrojos de hierro… para que sepas que yo soy Yahvé, el Dios de Israel, que te llamó por tu nombre…”

Mañana concluimos con otro caso de reacción judía contra la divinización, esta vez -según creo- contra los cristianos.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
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