Hans Urs von Balthasar: ¿Nos conoce Jesús? ¿Lo conocemos? (180-02)

Hans Utrs Von Balthasar


Hoy escribe Antonio Piñero


Seguimos con el comentario al libro de Hans Urs von Balthasar.

Desde luego mi primera afirmación hoy es que el diagnóstico presentado en la postal anterior es acertado, si no tenemos en cuenta eso de la imposibilidad de que Jesús pronunciara palabras de juicio contra los pecadores (y palabras terribles; lo hemos defendido muchas veces). Y también muchas veces he dicho, en conferencias sobre todo, que en las afirmaciones mías que parecen ir contra el dogma católico no hago más que repetir lo que encuentro en libros de exegetas católicos.

Pero hay que decir además que muchos hemos llegado a esta posición descrita en las páginas de von Balthasar, simplemente por la lectura una y otra vez del Nuevo Testamento, sin necesidad de haber leído, ni mucho menos, toda la literatura liberal alemana del siglo XX, aunque sí con el empujoncito de los epígonos de esta literatura en el XX. Pero no hace falta poco más que el empujoncito, y una dedicación al judaísmo anterior al cristianismo --en especial a la literatura llamada “apócrifa” o pseudoepigráfica, Qumrán incluido-- más discurrir por los textos del Nuevo Testamento y la literatura cristiana del siglo II para llegar a las misma conclusiones.

¿Qué remedio ofrece von Balthasar a esta derrota (aparente) de la fe? Ciertamente, escribe:

“No, por supuesto, no se trata ahora de la vuelta abrupta a un fundamentalismo y a un biblicismo acrítico”. Pero si hacia una investigación seria y responsable en el convencimiento de que tal estudio es capaz de enriquecer el conocimiento de fe de la persona de Jesús.


Yo lo dudo seriamente a tenor de lo que transcribiremos de este libro hoy el próximo día. Y ¿qué es entonces “una investigación responsable”?…

Sigo, por ahora, exponiendo la posición de Von Balthasar. Según él, es preciso:

• No considerar las hipótesis denominadas científicas como más valiosas a priori que las propuestas de fe (p. 78)

Tomar en consideración la totalidad de la figura de Jesús ofrecida por el Nuevo Testamento. No hay un canon dentro del canon (contra E. Käsemann y compañía, supongo), sino que cada Evangelio presupone a los demás. Del mismo modo, Colosenses y Efesios presuponen y sólo desarrollan el resto de las cartas paulinas (a los romanos, gálatas, corintios). La polémica de Pablo contra el abuso de la Ley es sólo un eco de la reprimenda de Jesús a los fariseos. Y cuando Pablo califica la Ley como "santa y buena" no hace sino continuar el Sermón de la Montaña, y la Epístola de Santiago no contradice a Pablo cuando –pensando con otros parámetros conceptuales- exige una fe certificada por obras (p. 79).

La misteriosa figura de Jesús está llena de tensiones porque fue un hombre grande. Por tanto, lo que parece contradictorio en los Evangelios encierra una gran verdad histórica, si se sabe ver bien. Por ejemplo, "la tensa unidad entre su majestad y humildad hace creíble su misión tal como él la vivió". Esa tensión hace fascinante y atractiva su figura (pp. 80-81). Pero, “el que quiera sólo saber cómo sucedieron las cosas” se mete en un callejón sin salida (p. 83)


A mi parecer lo que ocurre en este libro es que la “investigación seria” que propone von Balthasar lleva en la práctica a utilizar acríticamente todos los testimonios del Nuevo Testamento sobre Jesús, como si pudieran afirmarse del Jesús histórico; o bien a confundir, sin distinción alguna, lo que es pura teología con la historia.

Pongo un ejemplo que, creo que habla por sí sólo. Según von Balthasar:

• Dios se manifestó finalmente en la historia por su Hijo (Heb 1,2), y como este Hijo es la Palabra de Dios hecha carne (Jn 1,14), Jesús es nuestro “exégeta” de Dios, es decir, aquel que, por su ser y por su modo de actuar en su vida terrenal, nos hace accesible al que es en sí inaccesible. Por tanto, en Jesús se hace visible el ser de Dios.

• Pero, al mismo tiempo, hay que decir que Jesús escapa a cualquier definición. Lo dicen los evangelios al mostrar que Pedro puede acertar en la mera denominación de “mesías” para Jesús, pero no en su contenido, por lo que es rechazado por Jesús como Satanás (Mc 8,29-33); los títulos que le otorga Natanael a Jesús(jn 1,49: “Hijo de Dios”, “rey de Israel”, quedan superados por la alusión de Jesús a Natanael que verá “cosas mayores”… por tanto Jesús es más, y su majestad es inalcanzable.

• Jesús es rey, pero no de este mundo (Jn 18,37)… y a la vez es accesible y palpable, como María de Betania que le besa los pies (Jn 12,3) o como la muchedumbre “que está a punto Dios tirarlo al agua apretujándose junto a él hasta el extremo de que para doctrinarlos tiene que embarcarse y apartarse un tanto de la orilla (Mc 4,3)… y siguiendo por estos derroteros “aquel que moldee su existencia de modo que coincida con la palabra de Jesús y la comprende, “tiene acceso (¡el único posible!) al misterio trinitario eterno del amor. Pero sólo por la iluminación del Espíritu Santo(pp. 85-98).

Crítica:

Me parece imposible seguir a von Balthasar en este tipo de razonamiento porque está presentando como figura real (que está viva en el seno de la Iglesia, afirma él con todos los teólogos) una entidad -que a mí me parece mental- que no es más que una especulación teológica en la mismísima línea que las que encontramos en los Padres de la Iglesia en toda la Edad Antigua y Media temprana, mucho antes del Renacimiento. Por tanto, en realidad von Balthasar vuelve a una posición cercana a lo que él denostaba como “fundamentalismo”, una postura en donde hay que deponer todo lo que la historia y la filología ha ido progresando a lo largo de más de doscientos años.

El próximo día concluimos.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
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