Von Balthasar: ¿Nos conoce Jesús? ¿Lo conocemos? (y III) (180-03)

Hans Utrs Von Balthasar





Hoy escribe Antonio Piñero


Concluimos hoy el comentario al libro de Hans Urs von Balthasar orientando nuestra atención a las preguntas señaladas por el título

Según el testimonio de los Evangelios –argumenta nuestro autor- Jesús poseyó un profundo conocimiento de la persona humana, al igual, por ejemplo, que Sócrates o Buda.

Así lo indica el testimonio de pasajes como Lc 5,17ss (“conociendo Jesús sus pensamientos…” + Lc 6,6ss; 9,46ss; Mt 12,22ss (“Jesús penetrando sus pensamientos…), etc.; y claramente en el Evangelio de Juan , en la escena de la purificación del Templo, el evangelista afirma “porque él conocía a todos y no tenía necesidad de que le atestiguaran nada de nadie porque Jesús sabía lo que hay en el corazón de cada uno” (2,24); conoce los pensamientos de la mujer samaritana: Jn 4, etc.

¿Por qué razón? Explica von Balthasar: porque Jesús es la luz y lo que vine de la luz es luz. En segundo lugar, porque “Jesús fue tentado en todo igual que nosotros” (Heb 4,15); por consiguiente Jesús conoce al ser humano por compartir la misma debilidad. En tercer lugar, el conocimiento de Jesús procede de su sustitución vicaria sustituye a la humanidad en el sufrimiento redentor con plena conciencia de lo que es el pecado del ser humano. Hay que tomar en serio lo que Pablo dice de Jesús:

“Dios ha querido reconciliar consigo al mundo en Cristo y ‘al que no conoció pecado, lo hizo pecado por nosotros, para que en Él llegáramos los seres humanos a ser justicia de Dios, es decir, para que la alcanzáramos (2 Cor 5,18.21). Igualmente hay que tomarlo en serio cuando dice que Cristo se hizo maldición por nosotros (Gál 3,13) a fin Dios que nos fuera concedida la bendición de Abrahán” (p. 36). El redentor de la humanidad conoció como nadie el abandono de Dios en Getsemaní y en la muerte en cruz. Por ello no ha habido un dolor más profundo que el suyo, y en este dolor, del siervo de Yahvé, posee Jesús un conocimiento absoluto de la culpa y del dolor humanos (pp. 35-47).

Comentario:

Al leer a Von Balthasar tengo la misma sensación que tuve al haber leído alguna páginas de la Dogmática de la Iglesia de Karl Barth: se trata de una afirmación tras otra, que no necesita de prueba de alguna, más que de vez en cuando alguna cita bíblica, porque así se desprende de un conocimiento profundo de la Escritura. Von Balthasar escribe en cristiano como los gnósticos de antaño, o exagerando, como algunas proposiciones del Catecismo que se "autoexplican" como clarividentes por sí misma sin necesidad de demostración.

Según von Balthasar, el conocimiento de Jesús afecta al ser humano en cuanto que Jesús será juez de cada uno en el Juicio final (Mt 25) y a la vez nuestro abogado (el Paráclito del Evangelio de Juan. Y como abogado nuestro, podemos conocerlo a través del Evangelio (pp. 49-54). Dios a dispuesto otra vía de conocimiento y es la eucaristía: la fusión con el cuerpo de Cristo es en este sacramento es parecida pero muy superior a la que puede lograrse a través de la intimidad corporal. Es éste un misterio inaudito poco valorado y trivilaizado hoy día por muchos teólogos y predicadores (pp. 55-61).

Y por último, el ser humano que conoce a Jesús es a su vez conocido por él. En expresión de von Balthasar es un conociente conocido (expresión que puede aplicarse igualmente a Jesús). La nueva y eterna alianza (eucaristía)

“Consuma la relación amorosa matrimonial entre Dios y el hombre de modo que Jesucristo se convierte en la instancia intermedia entre dos relaciones de inmanencia” […] “El conocimiento de Jesús y el conocimiento de éste de los suyos dejan de se seer dos conocimientos separados y contrapuestos: son un único acto vital, semejante a una elipse con dos centros circunscritos por la misma línea” (pp. 62-62).


Yo me siento como estupefacto al leer todas estas afirmaciones que me parecen totalmente lejanas al sentir del hombre actual, inmerso en una concepción del universo, científica, astronómica, astrofísica, etc., que, creo, le impide entender o asimilar tales afirmaciones. Y son aserciones, como dije, sin más prueba que una lectura del Nuevo Testamento tal cual está y en la línea exegética de interpretación de la Iglesia católica desde hace unos dieciocho siglos. Por otra parte, son de una belleza y consuelo radical, si se creen porque te elevan desde lo prosaico de esta vida hasta las esperanzas más sublimes

Por tanto no voy a hace más crítica que manifestar de nuevo también mi admiración poliédrica, negativa y positiva, por las expresiones –retomando la idea ya expresada de la investigación seria y responsable-- que sustentan todo lo que en este librito de von Balthasar presenta:

“Una investigación seria y responsable se revela perfectamente capaz de enriquecer el conocimiento de fe de la persona de Jesús siempre que en vez de alejarse de una postura de fe se preocupe sobre todo de mostrar cómo las corrientes de la tradición, cuyos elementos quedaron ya configurados a partir de la fe de los primeros cristianos, se juntan, se entretejen y cobran diversas formas, con lo que indudablemente se proyecta una nueva luz, pascual e iluminadora, sobre los hechos primitivos hasta dar lugar, bajo la inspiración del Espíritu Santo, a una imagen representativa y por consiguiente normativa de la totalidad del acontecimiento de Cristo” (p. 77).

No sé si la imagen de Jesús (de la historia "global", por supuesto según el autor) leída seguido por un lector del siglo XXI produciría muchos conversos, o si, por le contrario, alejaría a muchos de la fe que tienen al caer en la cuenta vívidamente que su contenido es altamante mítico. Y ¡ojo! con eso del mito, que no lo digo yo, sino que lo encuentro en libros de comentaristas y exegetas católicos.

Añade, además, von Balthasar que la prueba de que esta imagen global de Jesús es auténtica es la verdad de su efectividad a la largo de la historia: es la única que ha movido a miles, millones, de personas a ofrecer su vida por los demás en las misiones y en la acción social de la Iglesia.

No sé si alguien complementaría a su vez que los contornos de esta imagen de Jesús --que van ligados a la de una Iglesia íntimamente unida a ella y que lo proclama, imagen también global y de conjunto-- ha provocado también otra suerte de efectividad, pero de signo contrario, catastrófica, de persecución y daños a la humanidad. Porque esto sería también historia.

Así que, por esta ocasión, detengo aquí mi comentario con un signo de admiración y estupefacción acerca de lo escrito. ¿A qué público va dirigido? ¿Al ya convencido? ¿Al que espera convencer?

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
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