Episodios de la vida de Pablo en Tiro, Sidón y Éfeso

Tiro


Hoy escribe Gonzalo del Cerro

Pablo en Sidón (PHeid pp. 35-39)

De Mira salió Pablo con intención de dirigirse a Sidón. En la medida en que lo permite el estado del papiro de Heidelberg, podemos constatar la inquietud de otras comunidades que aspiraban a recibir el don de la presencia del apóstol y la gracia de su palabra. Algunos fieles de Perge de la Panfilia marcharon con Pablo. Eran Trasímaco y Cleón con sus esposas Alina y Crisa. Se preocuparon de suministrar a Pablo alimento para que comiera bajo un árbol.

La página está dañada, pero su editor C. Schmidt trata de suplir los sucesos narrados. Cerca del árbol de referencia, había un altar de una divinidad. Pablo aseguraba que el que cree en Cristo no tiene nada que temer de parte de los dioses paganos. Un anciano, presente a la escena, sostiene lo contrario. Cuenta de algunos casos de personajes que han sufrido graves problemas por haber abandonado a los dioses.

Se trata de cristianos, entre los que menciona a un hidrópico y a su mujer. Sospecha Schmidt que pudiera tratarse de Hermócrates de Mira y su esposa Ninfa. Aunque el resultado es que Pablo sana a los dos esposos. Una laguna de tres páginas podría contener, en opinión de Schmidt, el debate entre Pablo y el anciano sobre la utilidad o inanidad de los dioses. Cuando vuelve el texto, Pablo está ya en Tiro, donde dirige su discurso a los habitantes de aquella ciudad.

A través de un texto bastante corrupto, se percibe la impresión de que los ciudadanos de Sidón pretendían abusar de Pablo y sus compañeros como hicieran los habitantes de Sodoma y Gomorra con Lot y los suyos. Dios no perdonó a los sodomitas, sino que los arrojó al infierno (p. 37). Pablo pretende disuadirlos, pero los ciudadanos de Sidón no le escucharon, sino que los arrojaron en el templo de Apolo para mantenerlos hasta el día siguiente en que los ofrecerían en sacrificio. Para ello les administraron comida abundante y magnífica. Pablo por su parte llevaba tres días de ayuno y rogaba a Dios que los librara de las amenazas de sus adversarios. Consecuencia de la oración de Pablo fue que el templo de Apolo se vino abajo. La multitud gritaba diciendo que aquello sí que era obra de un Dios fuerte. Pero la noticia de la ruina del templo recorrió la ciudad llenando de furor a los fieles del dios.

Los habitantes de la ciudad acudieron al templo y encontraron a Pablo y a sus compañeros, que lloraban por haberse convertido en espectáculo para todo el mundo. Schmidt intenta reconstruir el contenido de las dos páginas seriamente dañadas del papiro. Supone que Pablo fue milagrosamente liberado y que predicó sobre la vida de Cristo. Muchos de los oyentes se convirtieron a la fe y fueron bautizados. Pablo anunció a los suyos su intención de marchar a Tiro. En efecto, embarcó en una nave que zarpaba hacia aquella ciudad. Así lo afirma el PHeid p. 39, pues dice al final: “Cuando Pablo partió de Sidón para marchar a Tiro”.

Pablo en Tiro (PHeid p. 40)

La página se abre con la noticia de que “cuando Pablo entró en Tiro, se le acercó una gran multitud de judíos”. Viene a ser como el título del contenido de unas páginas que no se han conservado. El texto narraba seguramente un encuentro de Pablo con unos judíos que, al parecer, debatieron respetuosamente con Pablo sobre las grandezas de Dios. Una mujer, poseída de varios demonios, suplicó a Pablo que la liberara. Pablo intervino y los diablos huyeron con gran contento de la plebe. Entre las briznas de texto, se percibe la existencia de un mudo de nacimiento, que suplicaba a Pablo por su curación. Se supone que consiguió el objetivo de su plegaria.

Entre los términos apreciables en las páginas siguientes, aparecen varias menciones de la Ley y de Moisés, lo que permite suponer que en ellas se contenía la discusión de Pablo con los judíos acerca de su valor y significado. Pablo parece defender la tesis de que el hombre no puede justificarse por las obras de la Ley, sino por la fe en Jesucristo. Toda carne debe confesar que Jesucristo está en la gloria del Padre (Flp 2,11). Es el Jesús que Pablo predica como “Salvador”, “Hijo de Dios” y “enviado por el Padre”.

Bautismo del león según el papiro copto Bodmer editado por R. Kasser

Pablo pasó a Éfeso desde Esmirna, lo que demuestra que debió de haber en sus Hechos un episodio vivido en esa ciudad, situada a pocos kilómetros al norte de Éfeso. Cuenta el papiro que Pablo entró en casa de Áquila y Priscila, a quienes amaba. Reinó una gran alegría en aquella casa por la llegada del apóstol. Pasaron la noche en oración pidiendo a Dios que les manifestara su voluntad. Llegó el ángel del Señor, que habló con Pablo mientras los demás veían al ángel pero no podían oír sus palabras. Pablo les contó que el ángel le anunció que se produciría un tumulto en la fiesta de Pentecostés. A pesar de todo, Pablo no podía estar triste porque Pentecostés era una gran fiesta. Al contrario, trataba de dar ánimos a los hermanos y confirmarlos en la fe. Contó lo que le sucedió en Damasco cuando recibió de parte del Padre el Espíritu que fue el que le reveló el evangelio de Jesús. En Damasco fue acompañado y apoyado por Judas, el hermano del Señor, que parecía ser el jefe de aquella iglesia. Fue además el que le impulsó a hablar, de manera que fue amado por todos los que le escuchaban.

Bautismo del león

El papiro contiene la narración del episodio del león bautizado, del que fueron testigos la viuda Lemma y su hija Ammia. Tenía Pablo la intención de dirigirse a Jericó caminando durante la noche. Cuando llegó la aurora, apareció un león enorme y terrible. Pero Pablo y las dos mujeres estaban orando con tanta atención que no advirtieron la presencia de la fiera. Terminada la oración, vio Pablo que el león se había echado a sus pies. “¿Qué quieres, león?”, le preguntó Pablo. La respuesta no pudo ser más clara: “Quiero ser bautizado”. Pablo dio gloria a Dios y le agradeció el favor de dar al león la palabra y la voluntad de recibir el bautismo. A continuación tomó al león por la melena y lo sumergió en el agua tres veces en el nombre de Jesucristo. Es probable que en esta época se administrara el bautismo con la fórmula abreviada “en el nombre de Jesucristo”, en vez de la tradicional trinitaria. El león bautizado agitó la melena y dijo a Pablo: “La gracia sea contigo”. “Igualmente contigo”, respondió Pablo. El león se fue corriendo a su habitat natural. Cuenta el apócrifo que una leona le salió al paso con intenciones lascivas. Pero el nuevo bautizado ni siquiera le dirigió la mirada. Se había convertido a la continencia de acuerdo con la predicación de Pablo.

Todos estos detalles fueron el objeto del relato de Pablo, que expuso el ejemplo del león como modelo de conducta y animó a sus oyentes a predicar la palabra de Dios. Las numerosas conversiones suscitaron el celo de los magistrados y de la misma familia de Ammia. Una piadosa mujer, de nombre Procla, hacía muchas obras de caridad con los efesios. Pablo la bautizó con todos los de su casa. La gente de la ciudad acusaba al apóstol de destruir la fe de los efesios en los dioses de Roma. Lo prendieron y llevaron al gobernador, que le intimó a que repitiera las cosas que predicaba a la muchedumbre. Pablo le respondió diciendo: “Haz lo que quieras”. Con estas palabras termina el PHeid y comienza el PH.

Arco de triunfo en Tiro (s. II d. C.)

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro
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