Vida de Pablo. Episodios en el viaje a Roma según el PH

Hoy escribe Gonzalo del Cerro

Pablo en Corinto. Partida para Roma (PH 6-7)

Continúa el relato de los Hechos de Pablo en el texto del Papiro de Hamburgo. Cuenta cómo Pablo llegó de Filipos a Corinto, donde fue alojado en casa de Epifanio con gran alegría de los hermanos. Todos escuchaban con gran sentimiento lo que Pablo contaba sobre las pesadumbres que había tenido que soportar en Filipos. Su gozo era grande al comprobar que Dios había escuchado sus oraciones por Pablo y le había concedido la libertad. Pero de nuevo la alegría de la comunidad se convirtió en tristeza cuando advirtieron que se acercaba la fecha de la partida del apóstol camino de Roma. Pues abrigaban serias dudas de que pudieran volver a verlo en vida.

Pablo intentó tranquilizarlos y aportarles el consuelo de su palabra. Él era débil, pero contaba con la fuerza de Dios a ejemplo de otros héroes de la historia de Israel. “La gracia del Señor estará conmigo”, decía. Intervino un tal Cleobio, iluminado por el Espíritu, afirmando que Pablo tenía que ir al encuentro con su destino después de haber sembrado la palabra de Dios. Pero los hermanos rogaban a Dios que permaneciera Pablo con ellos a causa de su debilidad. En un pasaje poco claro del papiro, se percibe que Pablo ofreció un sacrificio, durante el cual se produjo un milagro. Los asistentes se preguntaban sobre el sentido de aquel signo, cuando el Espíritu vino sobre Mirte. Aquella mujer hizo una presentación de la misión del apóstol en Roma. Pablo salvará a muchos y los alimentará con su palabra. Su presencia en la ciudad será señal de bendición para los creyentes, de manera que la semilla de su doctrina producirá frutos abundantes.

Cuando Mirte acabó su alegato, celebraron los fieles una comida de hermandad entonando salmos de David y otros himnos. Al día siguiente, Pablo anunció su marcha a Roma, noticia que los hermanos recibieron con la lógica tristeza. Trataban, sin embargo, de hacer agradable la marcha de Pablo, aunque no podían evitar el gran dolor que les producía su ausencia.

Detalles del viaje de Pablo a Roma

Las dos páginas siguientes del Papiro de Hamburgo (PH 7-8) contienen el relato del viaje de Pablo a Roma. Se embarcó en una nave, cuyo capitán parece ser el Teón que según el relato de los HchPe había sido bautizado por el príncipe de los apóstoles. El capitán, denominado en este apócrifo Artemón, saludó a Pablo y se sintió gozoso de poder colaborar de alguna manera en su ministerio. Después de zarpar, Artemón participaba con Pablo en la plegaria de acción de gracias a Dios, porque había dispuesto las cosas en servicio de su apóstol.

Cuando se encontraban en alta mar y con el viento en calma, Pablo se quedó profundamente dormido. El Señor vino a él caminando sobre el mar, se acercó a él, lo movió un poco y le dijo: “Levántate y mira”. Lo que vio fue al Señor Jesucristo en actitud triste. Le preguntó el motivo, que el Señor le resumió con toda claridad: “Voy a ser crucificado de nuevo”. La frase era ya conocida por la cita de Orígenes (185-254) en su Comentario a Juan antes del descubrimiento del papiro. Pablo replicó diciendo: “No quiera Dios que yo vea esto”. Pero el Señor rogó a Pablo que fuera a Roma para exhortar a los hermanos a permanecer fieles a la vocación del Padre.

A continuación, el Señor siguió conduciendo la nave caminando por delante sobre las aguas como si fuera una estrella. Cuando acabó la singladura, Pablo desembarcó lleno de tristeza. Allí encontró a un hombre que esperaba al capitán Artemón, quien lo saludó y le dijo: “Claudio, éste es Pablo, el amado del Señor, que viene conmigo”. Claudio abrazó a Pablo, tomó su equipaje y lo llevó a su casa en compañía de Artemón. La casa de Claudio se llenó de gracia y alegría.

Primera predicación de Pablo en Italia

Pablo, por su parte, se reanimó y les dirigió la palabra de la verdad partiendo de la historia de Israel. Contaba cómo Dios salvó al pueblo de la esclavitud de Egipto y de otros peligros que encontró en su camino hacia la tierra de promisión. Les envió luego profetas, dotados del espíritu de Cristo. Pero los israelitas los persiguieron y rechazaron, con lo que perdieron la herencia eterna. En esta nueva época tenemos a Jesucristo, a quien Dios ha enviado a favor de la humanidad por medio de María, la galilea, que lo alumbró en Belén de Judá. El enviado fue educado en Nazaret. Más tarde subió a Jerusalén y recorrió toda Palestina predicando el reino de Dios. En su predicación recomendaba a los hombres que abandonaran las tinieblas y se revistieran de la luz. Hizo grandes milagros curando enfermos, resucitando muertos y expulsando demonios. Eligió a doce hombres como colaboradores de su misión.

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro
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