Método para recuperar al Jesús de la historia según Gonzalo Puente Ojea (y II) (192-05)

Hoy escribe Antonio Piñero

Continuamos con el tema del descubrimiento del Jesús histórico en la obra de Puente Ojea (GPO)

Sostiene GPO que –según lo señalado en la nota anterior- descubrir la tendencia teológica de cada evangelista, es decir, cómo concibe la imagen de Jesús, con qué rasgos, etc., es un instrumento precioso para acercarse al Jesús de la historia. El lector se imaginará enseguida el porqué.

Para descubrir la "tendencia" es preciso hacer un inventario de los datos, dichos o hechos de Jesús de un modo completo y ver qué ideas maestras gobiernan el conjunto de los datos (= es el conocido método de la Historia de la Redacción de la que hemos hablado largamente en este Blog)

Luego hay que efectuar una lista no menos exhaustiva de los elementos que no encajen con esa tendencia, es decir del material tradicional que GPO denomina “furtivo”, material que de modo inadvertido se ha introducido aquí y allá en las narraciones evangélicas, la mayoría de las veces sin que el evangelista llegara a comprender todo su alcance.

Una precisión: GPO se limita normalmente al material de los evangelios sinópticos, sobre todo el de Marcos, al que ha dedicado dos libros (El Evangelio de Marcos. Del Cristo de la fe al Jesús de la historia (2ª edic. 1992); El mito de Cristo (2ª edic. 2000). La cita de otros textos apócrifos como El Evangelio de Pedro o el de Tomás, gnóstico, es escasa debido sobre todo a la consciencia de GPO de que los investigadores los utilizan para corroborar datos sobre el Jesús de la historia adquiridos por el análisis de los Evangelios Sinópticos.

El método de analizar ese material “furtivo” --es decir, introducido en los Evangelios por el peso mismo de la tradición oral sobre Jesús y que no podía ser negado so pena de incurrir en una suerte de traición a lo recibido-- conduce a la idea de que los Evangelios, a pesar de ser una literatura de propaganda religiosa, informan o pueden informar de datos históricos si se sabe leerlos convenientemente. Se niega así el escepticismo radical que gobierna la obra de otros autores, en España, por ejemplo, José Montserrat Torrents.

Sin embargo, GPO, con múltiples investigadores, recalca que se debe tener en cuenta que no deben admitirse sólo y exclusivamente los datos "furtivos" sobre Jesús, y otros naturalmente, que contradigan al judaísmo normativo de la época o a las creencias de la Iglesia posterior (el denominado criterio de dificultad o de desemejanza), porque el rígido empleo de esa norma daría una imagen del Nazareno unilateral y sesgada, ya que no permitiría encardinarlo en su época, aunque tales datos fueran indudablemente ciertos.

Por ello, también con múltiples investigadores, GPO insiste en incardinar a Jesús en la Palestina del siglo I. El método sería imperfecto –opina con el común- si rechazara material en el que Jesús aparece compartiendo o divergiendo razonablemente de la fe judía de su tiempo.

Con otras palabras, GPO está totalmente de acuerdo con lo que sostiene la mayoría de los críticos: al denominado “criterio de disimilitud”, o de “dificultad” ha de añadirse el de “plausibilidad histórica”, es decir, no sólo la diferencia, sino también el que sitúa a Jesús en su contexto. Pero Puente Ojea se toma en serio lo de considerar a Jesús un judío de su tiempo y piensa que deben obtenerse las consecuencias. Es sabido que muchos investigadores no lo hacen.

Insiste GPO en que es esencial distinguir dos niveles:

1. Entre las intencionalidades imputadas a los agentes en general que no fluyan de los datos mismos recogidos en los textos (es decir, de lo que indican los textos evangélicos en sus distintos niveles) y

2. Los propósitos e intenciones que sí fluyen de los textos, que se deducen razonadamente porque se apoyan en datos que componen el tejido que integra y estructura un pasaje o un conjunto dado de pasajes.

Es preciso luego, una vez descubierto el material interesante para reconstruir a Jesús, formular hipótesis o explicaciones objetivas de diversos fenómenos como son:

• Las rupturas lógicas,

• Las sorpresas narrativas que derogan la verosimilitud del relato o

• Las nuevas informaciones que rompen la aparente lógica interna.

Las hipótesis propuestas a partir del análisis de todo este conjunto deben apuntar al intento de aclarar los mecanismos de tergiversación de los posibles datos primigenios, ya que por hipótesis se trata de material furtivo que contradice la "tendencia". La explicación de un fenómeno histórico sólo es tal si se identifican las causas eficientes de ese fenómeno, la aparición de material "diferente".

Hacia este objetivo se orienta todo el trabajo explicativo, ya que el intento es reconstruir con criterios de verosimilitud el relato auténtico o el escenario histórico real sobre el que se sustenta un tema determinado que afecta a la figura de Jesús.

En una palabra, según GPO hay que seguir el camino que impone un método heurístico (es decir, de obtención de datos) analítico, racional y sano que ha de comenzar por rechazar de antemano la sumisión a intereses dogmáticos ya preestablecidos, y por no someterse a la ilusión de creer que el estudio crítico de las ideologías que laten en los textos evangélicos no constituye parte esencial de la tarea del historiador (Ideología, pp. 9-10.79.83ss; Vivir…, pp. 284ss. 294-297; Existencia, pp. 6ss.9.14ss; El Evangelio de Marcos, passim; El mito de Cristo, passim).


Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
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