Rasgos que caracterizan la figura del Jesús histórico (II) ( 192-15)

Hoy escribe Antonio Piñero


Seguimos con las líneas maestras, esenciales, de la reconstrucción de la figura del Jesús según Gonzalo Puente Ojea (Apartado A). Hacemos un resumen, no un desarrollo.

Jesús se oponía, pues, por su programa religioso a los romanos, como demuestra su falta de condena explícita de la violencia (texto ya citado de Mt 26,52-53: “doce legiones de ángeles” parece haber una admisión implícita de la violencia), y ante todo su negativa al pago del tributo al César(Mc 12,13-17).

Naturalmente el evangelista Marcos pretende, por sus circunstancias políticas, que el pasaje que recoge acerca del tributo al César sea entendido por el lector como que Jesús endosa el pago de ese tributo. Pero un análisis crítico del texto y del conjunto de la figura de Jesús demuestra que no es ese el sentido original.

Además la insumisión fiscal de Jesús está claramente testimoniada por la alusión contenida en Lc 23,1ss:

“1 Y levantándose todos ellos, le llevaron ante Pilato. 2 Comenzaron a acusarle diciendo: Hemos encontrado a éste alborotando a nuestro pueblo, prohibiendo pagar tributos al César y diciendo que él es Cristo Rey.» 3 Pilato le preguntó: «¿Eres tú el Rey de los judíos?» El le respondió: «Sí, tú lo dices.»”

Su proceso y condena por los romanos es la prueba máxima de esta enemistad con el Imperio. Sólo la negativa a pagar el impuesto de capitación era motivo suficiente de condena a la pena capital. Como veremos en seguida, el reino de Dios que Jesús predicaba era del todo incompatible con la dominación romana.

Jesús no proclamó el amor a los enemigos públicos del Dios de Israel, como los romanos, herodianos, ciertos fariseos y escribas, sacerdotes de alto rango sino sólo un amor incondicional dentro de la nueva familia espiritual mesiánica (que GPO denomina la “sodalitas” mesiánica)

Textos que favorecen esta interpretación:
- Mt 3,7: “Raza de víboras”;

- Mt 12,34: “Raza de víboras, ¿cómo podéis vosotros hablar cosas buenas siendo malos? Porque de lo que rebosa el corazón habla la boca”;

- Mt 23,29-33: “29 «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos, 30 y decís: “Si nosotros hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres, no habríamos tenido parte con ellos en la sangre de los profetas!” 31 Con lo cual atestiguáis contra vosotros mismos que sois hijos de los que mataron a los profetas. 32 ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres! 33 «¡Serpientes, raza de víboras! ¿Cómo vais a escapar a la condenación de la gehenna?” y par.),.

De este modo pudo entender como “prójimos”, y por tanto dignos de amor, a enemigos públicos declarados, pero sólo en tanto en cuanto pasaban al ámbito de las relaciones privadas y particulares, como muestra una sana exégesis de la parábola del Buen samaritano (Lc 10,30ss).

• Como mesías y futuro rey de Israel (al menos al final de su vida y empujado por sus discípulos) su propósito era triunfar y colaborar con la divinidad en la instauración del Reino de Dios.

Por ello no cabe en su figura que se creyese el “Siervo doliente de Yahvé” con resultado de muerte, puesto que no entraba en sus propósitos subir a Jerusalén para morir allí. Lo impide, como veremos,

a) su esperanza en la venida de un reino de Dios inminente y futuro, y

b) escenas como la entrada triunfal en Jerusalén y la purificación del Templo. Son escenas de triunfo no de quien está aceptando ya previamente una muerte voluntaria.

• Tampoco creyó que su posible muerte fuera un sacrificio vicario para redimir los pecados de toda la humanidad.

La noción de un rescate colectivo o salvación mediante el pago de un precio material o espiritual es ajena al judaísmo. Textos que apuntan esta idea pertenecen todos a la teología cristiana postpascual. Incluso en el texto de Mc 10,45 (“Tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos»”) como indica el contexto, los muchos no significa “todos”, sino los muchos de la sodalitas mesiánica, es decir, los que se habrían de salvar de entre los fieles a Israel que creyeran en su mesianismo pasara lo que pasase.


Seguiremos
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
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