Rasgos que caracterizan la figura del Jesús histórico (III) ( 192-16)

Hoy escribe Antonio Piñero


Seguimos con las líneas maestras, esenciales, de la reconstrucción de la figura del Jesús según Gonzalo Puente Ojea (Apartado A y comenzamos el B). Hacemos un resumen, no un desarrollo.

• Jesús utilizó el modismo arameo “Hijo del Hombre” como alusión modesta, o enfática, a sí mismo en determinadas circunstancias.

Esa misma expresión como título mesiánico le era desconocida, así como también a las muchedumbres que lo oían, la cual no podría haber entendido tal uso titular sin explicación alguna.

Por tanto, todos los textos evangélicos que atribuyen a Jesús:

a) una segunda venida como juez mesiánico divino, o

b) una teología de la necesaria pasión del Hijo del Hombre

son productos o bien de profecías ex eventu, es decir, formuladas una vez que han ocurrido ya los hechos o bien (complementariamente) una creación teológica de la comunidad tras la muerte de Jesús y la creencia en su resurrección.


En ningún momento de su vida se creyó Jesús Hijo de Dios óntico y rea; es decir qué el mismo fuese Diosl, sino metafórico, como profeta. Para él hubiese sido absolutamente imposible creerse tal cosa dentro del marco de su acendrada religión judía. Toda la teología del “hijo de Dios” que pueda entenderse en un sentido real y físico es creación de la comunidad en el período postpascual


• Jesús tampoco fundó una iglesia alguna o en momento alguno de su vida terrenal, tal como la vemos hoy, pues era incompatible con su noción del reino de Dios sobre la tierra, judío del todo.

Su grupo especial de Doce discípulos representaba tan sólo simbólicamente al futuro Israel restaurado.


B. El núcleo de la predicación de Jesús y de todos su intereses durante su ministerio público fue la predicación del reino de Dios.

En ningún momento aclaró ni necesitó explicar qué era ese Reino, cuál era su naturaleza, etc. (sólo aclaró circunstancias externas y su valor extremo), de lo que se deduce con claridad meridiana que su noción del Reino de Dios era compartida con la de sus oyentes. Era, por tanto, plenamente judía.

¿En qué consistía el Reino de Dios?

Se deduce estudiando las concepciones judías mayoritarias de los judíos de la época de Jesús. Se concepto nuclear era el cumplimiento de las promesas divinas al pueblo de Israel, por lo que el Reino era el mismo que el predicado por la tradición israelita respecto al futuro glorioso de Israel.

Se trataba de una utopía político-religiosa construida durante siglos, sobre todo por los profetas. El Reino estaba fundamentado en la venida de un agente mesiánico, normalmente un rey aclamado por el pueblo y que tuviera ascendencia davídica.

El reino de Dios implicaría

a) La libertad de Israel de todos sus enemigos, condición primera para el dominio de Yahvé sobre la tierra y el cumplimiento de su Ley;

b) La expulsión de los extranjeros, pues impedían el pleno cumplimento de la Ley, y finalmente

c) El dominio paralelo de Israel sobre todas las naciones del universo, que mirarían desde lejos con respeto y temor el poder de Dios asentado en el monte Sión.

La venida del Reino era futura pero inminente.

Aunque el dicho “Algunos de los aquí presentes no gustarán la muerte hasta que vean venir al reino de Dios en poder” (Mc 9,1 y par.), pueda haber sido retocado por la Iglesia primitiva, su idea central pertenece al pensamiento de Jesús.

Las exigencias para entrar en el reino de Dios son muy precisas. Son necesarios:

a) El arrepentimiento sincero de corazón;

b) La movilización ideológica para permitir la instauración del Reino, pensado probablemente como que iba a acaecer tras una acción colectiva guiada por la mano de Dios;

c) Una disposición de apertura de ánimo, de abnegación y renuncia a sí mismo para sobrellevar cualquiera dificultad que se hiciera presente antes de la llegada del Reino;

d) El cumplimiento de unas normas éticas rigurosas (posteriormente se detallarán).


Seguiremos
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
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