Movimientos mesiánicos entre los años 40 y 60 d.C. (412-05)

Hoy escribe Antonio Piñero


Inmediatamente, tras la muerte de Jesús, aumentaron las protestas antirromanas y la aparición de movimientos mesiánicos en Judea y Galilea. ¿Sería posible que la injusta muerte de Jesús a manos de los romanos –-a los ojos de muchos piadosos judíos, elementos de esas “muchedumbres” que lo habían seguido en su vida pública— hubiera dado alas a tales manifestaciones o hubiera generado una atmósfera aún más propicia para que se produjeran?

Así opinan algunos investigadores. Pero otros piensan que pudo ser histórico el apartamiento de las masas que acabaron despreciando a Jesús poco antes de morir y en Jerusalén (elección de Barrabás; exigencia de su crucifixión) precisamente porque sintieron que era un falso mesías: ¡había fracasado al ser prendido y a punto de ser condenado a muerte por los romanos…! ¡Y el mesías, si lo era de verdad, era siempre un vencedor junto con Dios!). En este caso habría ocurrido lo contrario: con el fracaso de Jesús los ánimos populares antirromanos se habrían enfriados.

Sea de ello como fuere lo cierto es que de hecho aumentaron las algaradas y revueltas.

a) Un gran jefe de bandidos, nombre incierto, fue capturado en el 44 d.C. y su banda disuelta

b) Poco después apareció un tal Teudas, también otro mesías, que congregó a grandes masas antirromanas en las riberas del Jordán. Como muestra de que Dios estaba con ellos prometió dividir las aguas del río como lo había hecho Moisés con el “Mar de las cañas”. Pero Dios no lo secundó. El gobernador Cuspio Fado envió un destacamento de caballería que lo prendió y decapitó; dispersó también a sus seguidores matando a bastantes.

c) Un motín antirromano de graves consecuencias se produjo en Jerusalén en la Pascua del 50 d.C. tras observar la multitud que un soldado romano de los que vigilaban el entorno del Templo se mofó del santuario y del pueblo elegido dirigiendo estentórea y públicamente sus ventosidades naturales contra los fervorosos peregrinos. Hubo revuelta, contraataque de romanos, huida atropellada de la multitud y más de tres mil muertos.

d) En el 52 d.C. hubo un revuelta casi general dirigida por un tal Eleazar hijo de Dineo. Éste era un “bandido” que llevaba más de veinte años en las montañas. Esta mera noticia indica el sustento popular de los “bandidos”, puesto que por lo general sus víctimas eran los romanos o los prorromanos

Cumano logró matar a muchos de los seguidores de Eleazar, pero la revuelta se extendió por toda Judea. Hubo de intervenir el legado de Siria, con nuevas ejecuciones y crucifixiones (signo de que se consideraban los delitos como de “lesa majestad contra el Estado y el Emperador”). El gobernador que sustituyó a Cumano, Félix (el que según los Hechos de los apóstoles, presidió en Cesarea varias audiencias contra Pablo y que lo envió a Roma) acabó finalmente con la rebelión: capturó a Eleazar, lo envió a Roma para muerte y escarmiento ajeno, y siguió la política de crucifixiones y otros castigos.

e) Aparte de otros movimientos más pequeños pero constantes, en el año 55 apareció un judío, profeta, que habitaba en Egipto, denominado enseguida “El profeta egipcio”; congregó a varios millares en el desierto y luego se dirigió para atacar a Jerusalén. Fue naturalmente liquidado por los romanos, junto con muchos de sus seguidores.

Si siguiéramos ahora, nos adentraríamos en los años 60-66 inmediatamente previos a la Primera Gran Revuelta judía. Pero no es necesario más para nuestro propósito de comentar las ideas de Marvin Harris sobre la consolidación, entre galileos y judíos del siglo I de nuestra era, del mito religioso de la pronta venida de un mesías humano y dotado de poderes casi divinos, también político-militar, que liberaría por fin a Israel de la opresión extranjera gracias a la ayuda celestial.

Lo importante es que, según Josefo, en los años sucesivos a la muerte de Jesús aparecieron gentes pseudo inspiradas por Dios, que prometían un cambio casi repentino de las condidiones económicas y sociales, con otras palabra la liberadora venida del reino de Dios, personajes carismáticos que congregaban a grandes muchedumbres, aunue a veces no precisamente en Jerusalén sino en regiones desérticas o alrededor del río Jordán.

La temperatura mesiánica entre los años 40-66 era altísima. La gran pregunta es: ¿Es legítimo retrotraer la atmósfera generada por esta situación antirromana al entorno de los años 28-30 cuando desarrollaron su ministerio Juan Bautista y Jesús?

Seguiremos

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid.
www.antoniopinero.com
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