La cuestión del surgimiento del “mesianismo pacífico” (412-07)

Hoy escribe Antonio Piñero


M. Harris continúa afirmando –en la línea de lo que discutíamos en la nota anterior, que los revolucionarios judíos no podían prever la inevitabilidad de su derrota y que la “historia muestra con igual contundencia que Judas el galileo y sus sucesores tenían razón y que los Césares se equivocaban en lo que atañía a la presunta invencibilidad del Imperio romano. El Imperio romano no sólo fue finalmente destruido, sino que los pueblos que lo destruyeron eran coloniales como los judíos y muy inferiores a los romanos en número equipamiento y técnicas militares” (p. 156).

Todo lo transcrito son sólo medias verdades puesto que Judas el Galileo no pensó jamás en la “vencibilidad” del Imperio romano por sus propias armas y fuerzas, sino por la ayuda extraordinaria de la Divinidad. Lo que es un motivo puramente teológico.

Y segundo: el Imperio romano se colapsó por sí mismo y puede decirse que implosionó, mejor que fue derrotado militarmente. Afirmó Arnold Toynbee con notables razones --producto de un seguimiento histórico en su estudio sobre 47 (creo recordar) formas imperiales-- que los imperios son como seres vivientes que tienen su infancia, akmé o floruit (= su florecimiento) y que luego fallecen –al menos muchos de ellos- de puro viejos, porque sus fuerzas internas se carcomen internamente.

Y luego, en plan retórico, para preparar el capítulo siguiente, aunque con bastante razón, Harris se pregunta: ¿Cómo es posible que en ¡estas circunstancias históricas naciera el concepto de un mesías pacífico (= el cristiano)? Desde el punto de vista de la evolución histórica parece un fenómeno inexplicable". Según Harris, el mesías pacífico del cristianismo aparece en el momento más inverosímil en la trayectoria de 180 años de guerra contra Roma en Israel:

“En el año 30 d.C. el impuslo revolucionario de los “bandidos”-celotas no había encontrado todavía ningún obstáculo importante. El Templo estaba intacto y era escenario de grandes peregrinaciones anuales. Los hijos de Judas el Galileo estaban vivos… ¿Qué razones podían tener los judíos para suspirar por pacífico antes de que el sueño militar-mesiánico ungiera como mesías a Menahén y a Bar Kochba?"

La respuesta que dará Harris, en el capítulo va en la línea, expresamente, de Brandon, al que cita, y se fijará sobre todo en el Evangelio de Marcos como el origen del concepto del mesías pacífico que desarrollarán sobre todo luego Mateo y Lucas, movidos por presiones social-históricas de tono coyuntural.

Adelanto que Harris no concede la importancia que debe concederse a que Marcos y Mateo/Lucas son pensadores paulinos y que éste, el Tarsiota, que es el gran iniciador del "mesianismo pacífico":

A Pablo no era un judío de Palestina, ni se había formado en Israel (dudosísimo, aunque los afirmen los Hechos de los apóstoles), sino un individuo formado en Tarso, ciudad que según estrabón, rivalizaba con Atenas en brillantez cultural, sino que había estudiado en la escuela imperial (de ahí sus conocimientos de retórica elemental) y conocía otras religiones como las de misterio, además de asistir a la sinagoga, y

B. Pablo estaba atenazado por la idea de un fin del mundo inminente, con resultados ultramundanos…; no estaba interesado en una paraíso o una Jauja llena de bienes materiales (y espirituales), acá en la tierra, como prometía el mesianismo judío de Israel…, ni en el poder político de éste (era bien consciente del `poderío romano como Josefo), sino de la salvación definitiva y la vida en un paraíso ultramundano.

Estas diferencias de origen y mentalidad bastan, junto a la perentoria necesidad de añadir al verdadero Israel, podado de las ramas de los judíos que no habían creído en Jesús, y sobran para explicar la creación por parte de Pablo, naturalmente --según él-- por obra de una revelación divina, el concepto del mesianismo pacífico del Cristo celeste. M. Harris ni lo menciona.

Seguiremos, sin embargo, considerando las ideas de Marvin Harris sobre la figura y misión de Jesús y cómo le vieron los que se encargaron de escribir su “biografía”.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
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