El aparente mesías pacífico de Zacarías 9,9 (412-13)

Hoy escribe Antonio Piñero

Decíamos en nuestra nota anterior que Herodes Antipas confundía a Jesús y a Juan Bautista porque en lo que respecta a las implicaciones políticas de ambos mensajes había poca o nula diferencia. Antes de leer a Harris, había yo interpretado siempre que gran parte de la itinerancia de Jesús era forzada, para huir de las amenazas de la policía de Juan Bautista. Esto explicaría entre otros dos dichos de Jesús:

• “Dícele Jesús a un escriba): «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza»” (Mt 8,20

“He aquí que os envío como corderos en medio de lobos. Sed prudentes como palomas y astutos como serpientes” (Lc 10,3)

• “En aquel momento se acercaron unos fariseos a decirle: ‘Vete, márchate de aquí, que Herodes quiere matarte.32 El les contestó: ‘Id a decirle a ese zorro: “Yo, hoy y mañana, se¬guiré curando y echando demonios; al tercer día habré acabado”. 33 Pero hoy, mañana y pasado tengo que proseguir mi camino, porque no cabe que un profeta perezca fuera de Jerusalén’” Lc 13,31-33

Y como había que ser sencillos como palomas pero astutos como serpientes (también en Mt 10,16), es muy posible que dada la proverbial astucia de Jesús (ejemplo: episodio del pago del tributo al César), Jesús tuviera motivos pare ejercitarse huyendo de Antipas.

Harvis piensa, con el Evangelio de Juan, que Jesús predicó en Jerusalén mucho antes de lo que dan a entender los Sinópticos. Además interpreta la profecía de Zacarías 9,9 –-que según él fue cumplida voluntariamente por Jesús; yo opinaba y opino igual, incluso contra los escépticos que creen toda la escena como no histórica ya que se dice que cumple una profecía previa; por tanto está construida para cumplirla— en un sentido más militarista. El texto completo, qa es lo que importa, dice así:

“¡Exulta sin freno, hija de Sión, grita de alegría, hija de Jerusalén! He aquí que viene a ti tu rey: justo él y victorioso, humilde y montado en un asno, en un pollino, cría de asna. 10 El suprimirá los cuernos de Efraín y los caballos de Jerusalén; será suprimido el arco de combate, y él proclamará la paz a las naciones. Su dominio irá de mar a mar y desde el Río hasta los confines de la tierra. 11 En cuanto a ti, por la sangre de tu alianza, yo soltaré a tus cautivos de la fosa en la que no hay agua. 12 Volved a la fortaleza, cautivos de la esperanza; hoy mismo, yo lo anuncio, el doble te he de devolver. 13 Porque he entesado para mí a Judá, el arco he cargado con Efraín. Voy a incitar a tus hijos, Sión, contra tus hijos, Yaván, y te haré como espada de un bravo. 14 Yahvé aparecerá sobre ellos, y saldrá como relámpago su flecha; (el Señor) Yahvé tocará el cuerno y avanzará en los torbellinos del sur. 15 Yahvé Sebaot los escudará; y devorarán y pisotearán las piedras de la honda, beberán la sangre como vino, y se llenarán como copa de aspersiones, como los cuernos del altar. ”

Aquí destaca Harris lo que ocurrirá después de esa entrada humilde y pacífica (vv 14 y 15): la paz es sólo para Israel, no para los demás porque luego los hijos de Sión “devoran someten y pisotean” y beberán “sangre (de los enemigos) como si fuere vino” sólo después, una vez la tierra sometida, vendrá la paz.

Harris sigue comentando la escena de la entrada triunfal e insiste en el título “Hijo de David”…, en nada pacífico. “Los paganos tendrán la paz, pero ¡será la paz del Sacro Imperio judío, largamente esperado!” (p. 164).

“Nada había estrictamente pacífico en lo que Jesús y sus discípulos realizaron después de haber entrado en la ciudad… al elegir la ‘invasión’ de Jerusalén justo al inicio de la Pascua (yo creo que probablemente fue en realidad en la Fiesta de los Tabernáculos, en septiembre; pero eso es igual para el argumento) se aseguraran la protección de los millares de peregrinos que legaban del campo[…] Al atardecer se retiraban a casas de sus amigos ocultando sus paradero a todos salvo al núcleo de sus discípulos ” (p. 165).

Opino también que esta doble perspectiva es muy posible. La primera, me parece cierta; la segunda, la del ocultamiento, es hipotética, pero plausible. Ciertamente, en la entrada triunfal y en lo purificación del Templo Jesús no hizo nada que lo hubiera distinguido de un grupúsculo de fanáticos religioso-nacionalistas que habría desencadenado la alarma entre las autoridades.

Y también el miedo, pues se repite en dicho “No lo detengamos durante la fiesta, porque tememos un alboroto de la muchedumbre (Mc 14,2).


Seguiremos.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com

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