El Reino/reinado de Dios según Jesús. Una síntesis (597)

Escribe Antonio Piñero

Me preguntaron el otro día por correo electrónico sobre el concepto del reino de Dios de Jesús en los siguientes términos:


¿En qué consiste el Reino de Dios que predicó Jesús? ¿Cuáles son los signos que Jesús hizo para hacerle ver a los demás que ya estaba llegando el Reino? ¿En realidad llegó el Reino de Dios con la persona de Jesús? ¿Se instauró el Reino en la historia o no? y ¿Cuál era ese Reino que quería ver Jesús en el pueblo de Israel?

Y le contesté:


En verdad, creo que Usted no ha caído en la cuenta de la enormidad de su pregunta. Es un tema destacado de la investigación sobre Jesús, y de él se han escrito centenares de libros serios en los últimos veinte años. Por tanto, necesitaría un libro para contestarle.

Le recomiendo una cosa: vea mi artículo de la Revista “Ilu”, el Universidad Complutense, sobre “Notas críticas a la presentación usual hoy del Reino de Dios según Jesús de Nazaret”. Este artículo fue expuesto, un tanto arreglado en mi Blog. Utilice el Buscador y léalo, por favor.

Segundo: en el libro de varios autores editado por mí en EDAF, cuya ficha le paso, (El Juicio Final en el cristianismo primitivo y las religiones de su entorno, A. Piñero y E. Gómez Segura (eds.), Madrid, Edaf, 2010, 978-84-414-2505-7. tiene Usted un buen resumen. Vea, por favor, la Página Web de Editorial EDAF, porque es un libro muy accesible

Luego me puse a buscar pacientemente –todavía no está hecho el índice de temas tratados en el Blog— entre mis publicaciones aquí, en la Red, y encontré muchas cosas desperdigadas desde 2007, es decir, desde hace ocho años. Pensé igualmente que para lograr un relato ordenado utilizando el buscador del Blog, el lector podría tardar mucho tiempo y lograría quizás ponerse nervioso o volverse “tarumba”. Por ello me he decidido tomar como base la síntesis que realicé en ese libro de EDAF y exponer un resumen de lo que creo que se puede decir, hipotéticamente sobre este tema.

Y digo “hipotéticamente” porque, aunque ese concepto es básico en el evangelio de Jesús y es el eje sustancia de su predicación, no lo explicó Jesús nunca, ni tuvo necesidad de ello, y los evangelistas lo presentan muy oscuramente y a retazos en sus obras. ¿Por qué? Sustancialmente, opino, porque escriben después de Pablo y todos ellos son de alguna manera dependientes de su pensamiento.

Ahora bien, al igual que el Apóstol había hecho una mutación sustancial en la naturaleza del mesías judío --totalmente judío e invendible a los paganos que quería convertir a la fe en ese mesías--, a saber lo había transformado en un salvador universal, de igual modo, el concepto del reino de Dios en Jesús –tan súper judío igualmente, como un reino que se iba a establecer en la tierra de Israel básicamente, y que era también “invendible” en una prédica a los paganos, hubo de hacer de ese concepto una mutación sustancial: de reino en Israel y terreno lo transformó en reino de Dios universal y ultraterreno.

Este cambio profundo afectó a la presentación de Jesús por parte de los evangelistas, quienes no supieron qué hacer verdaderamente con material procedente del Jesús histórico y que no era concorde con el pensamiento del maestro Pablo. Por eso –entre otras razones-- el concepto de reino de Dios no queda claro a menudo en los Evangelios.


El Reino/reinado de Dios

Debo insistir en primer lugar por qué Jesús no explica de hecho el concepto del reino de Dios y que sigue siendo materia controvertida por la razón clara que el Nazareno no explica en ninguna parte, al menos en lo que tenemos recogido en los Evangelios, qué es exactamente ese reino divino. Es éste un concepto que compartía plenamente con sus oyentes, las gentes que le seguían y escuchaban y que, por tanto, no necesitaba aclarar. Si me repito aquí, pido disculpas a los que esto se lo saben de memoria.

Ocurriría con Jesús algo similar con un político de hoy que hablara continuamente en sus discursos sobre la “democracia”. Todo el mundo sabe, o pretende saber, más o menos qué es, y su definición se da por supuesta por convención en la inmensa mayoría de las proclamas políticas. Ahora bien, el político imaginado sí podría explicar de vez en cuando cómo deben ser algunos rasgos precisos de la “democracia” aquí y ahora: en qué sentido ha de ser límpida y clara, que acciones son incompatibles con ella, qué actitudes son demócratas o no, etc. Pero, a la vez, un político podría estar un año entero hablando sobre la democracia a su público sin necesidad de precisar ni una sola vez qué entiende exactamente por el concepto “democracia”.

Igualmente ocurría con Jesús: en sus parábolas sobre el Reino no explicaba qué era el Reino en sí, sino algunas características o maneras de éste sobre las que le interesaba insistir en algún momento.

Por ejemplo: su pronta venida en un futuro muy cercano; sus mínimos inicios, ya incoados en el presente, pero su rápido crecimiento; que en él estarán juntos el trigo y la cizaña y que Dios no había ordenado eliminar rápidamente esta última; la obligación de uno de prepararse para tal llegada con el arrepentimiento y la vuelta a la ley de Moisés, bien entendida tal como él, Jesús, la explicaba; que tal preparación no consistía en guardar pequeñas minucias legales según la tradición, sino en ir a lo esencial de la Ley: mantener la pureza de corazón, no apegarse a los bienes presentes…; que si la familia carnal se oponía a la preparación y venida del Reino, debía ser dejada aparte, etc. Pero en realidad después de aclarar todos estos extremos, Jesús no había explicado qué es en sí el Reino.

Seguiremos el próximo día.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Volver arriba