Ecos de Eurípides en Hechos

Hoy escribe Fernando Bermejo


En el capítulo 26 del libro de los Hechos de apóstoles asistimos a un diálogo entre Pablo y el procurador Festo (y el rey Agripa) del siguiente tenor (Hch 26,24-29):

“Al defenderse él de este modo, Festo le dijo en voz alta:

-¡Estás loco, Pablo! ¡Las muchas letras te están volviendo loco!

Pablo replicó:

-No estoy loco, excelentísimo Festo, sino que pronuncio palabras de verdad y sensatez. El rey, ante quien hablo con entera libertad, está bien enterado de estos sucesos; pues no creo que ignore nada de ellos ya que no se han realizado en un rincón. ¿Crees, rey Agripa, en los profetas? Yo sé que sí crees.

Agripa dijo a Pablo:

-Por poco me convences para que me haga cristiano.

Pablo repuso:

-Yo rogaría a Dios que por poco o por mucho, no solamente tú, sino todos los que me oyen se hicieran hoy tales como yo soy, excepto por estas cadenas”.


Este ágil intercambio de palabras parece jugar sobre el tema de la locura causada por una nueva religión, que es precisamente la base de la trama de Las bacantes de Eurípides. También refleja algunos de los ingeniosos intercambios entre Penteo y Dioniso en la obra, que se centran en la locura, la inteligencia y en ser prudente donde se debería serlo (Bacantes 451-519; 643-659; 776-846)

Aquí la etiqueta de locura se esgrime contra Pablo, y proporciona al autor la oportunidad de poner los ideales filosóficos más elevados en boca de aquel, a saber, “verdad” y “autocontrol” o “sensatez”.

La ironía estriba en que es la parte supuestamente inocente (Pablo) la que está sometida a juicio y encadenada, mientras que aquellos que son implícitamente caracterizados como “locos” a través de Hechos en relación a su desaforada posición hacia la comunidad cristiana (es decir, “los judíos”) son quienes están tras el encarcelamiento y juicios de Pablo.

Además, este intercambio proporciona a Pablo la oportunidad de proclamar su propia parresía o completa libertad de palabra ante el rey Agripa y el procurador Festo. Esa libertad es también aquella de la que gozan los seguidores de Dioniso, en su entusiasmo por el dios.

A través de esta imitación de Las bacantes de Eurípides –un poderoso paradigma literario–, el autor logra desviar las críticas del nuevo movimiento y reconducirlas contra sus oponentes, haciendo reproches a aquellos que persiguen al movimiento y calificándolos indirectamente como “luchadores contra Dios” –una expresión usada en Hch 5,39 y que se utiliza en varias ocasiones en Las bacantes.

Saludos cordiales de Fernando Bermejo
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