Basilio de Cesarea. Reencarnación y cristianismo primitivo (XIV) (684)

Hoy escriben Mercedes López Salvá y Miguel Herrero

Basilio de Cesarea, San Basilio el Grande (Homilías sobre el Hexameron= la obra de la creación en seis días, III 8) también quiso mantenerse dentro del credo niceno y adoptar las posturas “oficiales” de la Iglesia. Mostró su desacuerdo con los estoicos por haber introducido la doctrina de las infinitas destrucciones y renacimientos (paliggenesas).

En la homilía en la que comenta el pasaje del Génesis sobre la formación del mundo, explica las diferencias entre el alma humana y la de los animales (VIII 2). Argumenta que esta última perece cuando la carne perece y dice, de acuerdo con las Escrituras (Levítico 17,11 y Deuteronomio 12,23), que “el alma de todo animal es su sangre, que la sangre, cuando se espesa, se convierte en carne, y que la carne, una vez corrompida, se disuelve en la tierra” y que, por tanto, no es posible el recorrido inverso. Le asombra que ciertos filósofos equiparen sus almas a la de peces o perros. Dice, no sin ironía, que él no podría afirmar si tales filósofos en otra vida fueron peces, pero que puede afirmar con toda seguridad que en esta cuestión se muestran más irracionales que los peces (Homilía VIII 2). Equipara esos filósofos a los intérpretes de sueños, que dan el significado que quieren a las imágenes oníricas y les censura que introduzcan sus pensamientos personales en los textos bíblicos.

Frente a ese tipo de cambios que supuestamente se producen en la transmigración, Basilio invita a sus lectores a creer en la transformación que anuncia Pablo de Tarso en el momento de la resurrección (VIII 8). Les anima a no abdicar de su fe y a aceptar las promesas de cambio que Pablo les anuncia (1 Corintios 15.35-50). Les critica por no creer en los cambios y la transformación que sobrevendrán con la resurrección, cuando, sin embargo, aceptan con normalidad, por ejemplo, las transformaciones de los insectos voladores.

Llama también la atención de las mujeres, para que se den cuenta de que el hilo de sus vestidos de seda procede de las transformaciones de las larvas. Imagina Basilio la vida futura como una restauración del estado original y parece que la concibe no como algo individual sino universal bajo la guía del Espíritu Santo, cuya actividad, dice, pasa de una persona a todas las demás y ofrece ayuda adicional a los que sufren por no alcanzar los dones divinos (Reglas, cuestión VII 2.


Saludos cordiales de Mercedes López Salvá y Miguel Herrero,
y subsidiariamente de Antonio Piñero
Volver arriba