“Mario Saban y sus afirmaciones sobre los ebionitas y la comunidad cristiana de Antioquía”. “Compartir” (245) de 6 agosto de 2017. Preguntas y respuestas.




Escribe Antonio Piñero

Interrumpo hoy mi comentario sobre los apóstoles de Jesús y transcribo una pregunta que me acaban de hacer y que creo interesante

PREGUNTA:

Oyendo a Mario Saban en un video publicado en You Tube dice que los Ebionitas tenian el control de la comunidad creyentes de Jerusalen y Antioquia y, que será con Ignacio de Antioquia sobre el 80 despues de Cristo cuando se le dara gobierno en la igleisa de Antioquia a los paganos-conversos.
Mi pregunta es: ¿Como puede ser que la iglesia de Jerusalen la controlara este grupo cuando creia que Jesus era un mero hombre. nacido de la unión conyugal de Jose y Maria?. Siguiente pregunta, es cierto que la iglesia de Antioquia hasta el 80 era gobernada por judios practicantes de la ley (Ebionitas)?


RESPUESTA:


Muy probablemente es así. Para los ebionitas (“pobres de Yahvé”), que serían la mayor parte de la comunidad primitiva de Jerusalén Jesús era como descendiente de David un mero hombre. Sólo que Mario Sabán se olvida de recalcar que ese hombre fue solo hombre durante su vida mortal; pero luego, tras su muerte y resurrección –según creían firmemente sus seguidores– fue casi inmediatamente divinizado (no sabemos en qué grado exactamente en la comunidad de Jesús; pero ciertamente en un grado que no comprometiera el monoteísmo), siguiendo modelos judíos. Esta situación es explicada por mí, con cierta claridad, espero, en mi libro “Guía para entender a Pablo. Una interpretación del pensamiento paulino”. Editorial Trotta, Madrid, 2015. (Hay versión electrónica; consúltese, por favor, la Página Web de la Editorial).

Respecto a la comunidad de Antioquía: he discutido personalmente con Mario Sabán etos extremos. No se puede precisar, ateniéndiose a las fuentes, tanto como hace él y proporcionar fechas tan exactas.

He publicado en mi blog una serie de postales sobre el libro de Mario Saban que es la fuente de la conferencia que Usted menciona. La serie comienza así: “Sinagoga - Iglesia. La ruptura del siglo II. La división religiosa entre el judaísmo y el cristianismo en el siglo II”. Un libro de Mario J. Saban (701. 23-10-2016).

Por favor, utilice el buscador y vea en mi Blog lo que yo opino sobra la base teórica de esta y otras tantas afirmaciones, creo que indemostrables y desenfocadas de Mario. Se trata de una discusión meramente académica, porque como persona, Mario me parece admirable, y somos muy amigos.

Le pongo un ejemplo sobre las ideas de Mario respecto al denominado Concilio apostólico del año 49 y que está íntimamente relacionado con sus afirmaciones sobre la comunidad de Antioquía

»En efecto, debo mostrar mi desacuerdo no con la tesis defendida por el autor sino con la confusión insólita –en mi opinión– de personas y designaciones. A este Santiago jerusalemita de la reunión de Jerusalén (que aparece de improviso, sin explicación alguna, en Hch 15,13 como codirigente de esa iglesia al menos con Pedro), no se le suele denominar hijo de Alfeo (pp. 108. 109. 120), sino “El hermano –carnal– del Señor”, al que se refiere Gálatas 1,19: “Y no vi a ningún otro apóstol (salvo a Cefas), y sí a Santiago, el hermano del Señor” y 2,9: “Y reconociendo la gracia que me había sido concedida, Santiago, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos tendieron la mano en señal de comunión a mí y a Bernabé: nosotros nos iríamos a los gentiles y ellos a los circuncisos”.

»Hay además en este libro otros casos muy claros de actitud acrítica. Ofrezco algún ejemplo. El primero: “Policarpo de Esmirna (70-155) era un anciano cristiano que había conocido en su juventud (hacia 90-100) a Juan Evangelista (se supone que es el mismo autor que el del Apocalipsis) y este mismo lo había consagrado” (p. 333).

»Otro ejemplo: “Hacia finales del siglo I todas las autoridades del judaísmo nazareno son judías, podemos encontrar a san Simeón (el primo judío de Jesús) (62-107) como la autoridad del grupo ebionita (judeo-cristianos) que solo aceptaban el Evangelio de Mateo y no aceptaron jamás las cartas de Pablo, en Roma el hijo de un judío Clemente ben Yehudá (90-99), el joven judío Timoteo, circuncidado por Pablo, será el jefe de la congregación de Éfeso (50-97) y el anciano Yohanán (el último discípulo vivo de Jesús) escribiendo entre los años 90-100 su Apocalipsis, una obra influenciada por el “Maasé Merkabá” (el carro de fuego del profeta Ezequiel)” (p. 444).

»Lo que acabo de transcribir supone una actitud demasiado crédula y no conciliable con el rigor histórico respeto al caso de Policarpo y Juan evangelista. El que conozca mínimamente la historia de la composición del Cuarto Evangelio –en el que intervienen por lo menos tres o cuatro manos–, se asombrará de su adscripción a Juan Evangelista, discípulo directo de Jesús. Tal adscripción es solo un producto de una tradición del siglo II, preocupada únicamente por dar nombres ilustres a composiciones tan importantes para el cristianismo naciente como los evangelios, pero que en realidad son anónimas.

»Otro caso similar: las afirmaciones del Mario sobre la literatura Pseudo Clementina no me parecen acertadas. El tal “Clemente” es aquí una figura totalmente legendaria. La crítica se inclina a señalar con cierta precisión la fecha final de la puesta por escrito de la versión griega, las “Homilías Pseudo Clementinas”: entre el 230-250, ya que cita a Bardesanes. No podemos saber con exactitud la fecha de composición de algunos de los elementos antiguos de estas Homilías como el denominado Kerygma Petri. Pero probablemente es una obra de mediados del siglo II y no de finales del siglo I.

»De ese Clemente legendario afirma nuestro autor con toda seguridad (p. 257) que fue obispo de Roma durante el 90-99, pero ese hecho es también muy inseguro. Sostiene además que el mismo personaje que redactó las obras Pseudo Clementinas (Homilías y Recognitiones en su versión latina), que aún no conoce el pensamiento joánico del Verbo, escribió también las dos Cartas de Clemente recogidas en las ediciones de los “Padres Apostólicos” (p. 257).

»Es cierto que el desconocido autor de las Homilías Pseudoclementinas defiende un monoteísmo a ultranza, que desconoce la Trinidad y no admite ninguna distinción entre posibles personas divinas. Pero nuestro autor ignora que en las Recognitiones latinas el autor –o quizás el traductor, Rufino de Aquilea– hace un encendida defensa de la Trinidad en 1,69 (véase la Patrología de Johannes Quasten, BAC 1968, I 70).

»Del mismo modo, lo que afirma sobre una unidad de autor entre la Primera Carta de Clemente y la Segunda no es defendido hoy por nadie, que yo sepa. Respecto a su alusión al cargo de Timoteo como obispo de Éfeso, hay que decir que es una mera tradición altísimamente insegura, y también es muy improbable que el autor del Apocalipsis sea el mismo “presbítero” (el “anciano” Yohanán) que conocemos por la segunda y tercera Epístola de Juan. En mi opinión, y con el debido respeto, tales afirmaciones suponen no estar al tanto de –o no estar de acuerdo con– los resultados más seguros de la investigación del Nuevo Testamento, y sí estarlo con los “datos” de una tradición inverosímil.

Aquí hay materia para pensar.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
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