Los manuscritos del Mar Muerto. .Juan Bautista, Jesús y Qumrán. Algunas preguntas y respuestas (IV) (909)



Escribe Antonio Piñero

¿En qué afectan los nuevos descubrimientos a nuestra comprensión del cristianismo primitivo? La primera respuesta a esta cuestión es que en estos manuscritos de Qumrán no hay información ninguna directa sobre Jesús ni sobre el cristianismo…, absolutamente ninguna, a pesar de las noticias sensacionalistas de algunos, bastantes, libros y artículos de revista, sobre todo al principio de los descubrimientos… afirmaciones que fueron sensacionalista y para algunos sirvió bastante… económicamente. No hay nada por tres razones contundentes.

La primera: porque el 99% de los documentos son anteriores a la formación del cristianismo. Mal pueden contar algo de este movimiento si se redactaron antes de su nacimiento.

Segunda: porque no contienen ni una sola idea específicamente cristiana. Los manuscritos no nombran a Jesús en absoluto, ni mencionan ninguno de los conceptos o interpretaciones de sus seguidores –tal como los conocemos bien por el Nuevo Testamento— acerca de la figura y misión de Jesús de Nazaret.

La tercera: porque los documentos de Qumrán que se presumían restos de evangelios (por ejemplo el famoso fragmento denominado 7Q5, unas líneas del Evangelio de marcos) pertenecen en realidad a otros documentos judíos antiguos, como los del Ciclo del profeta Henoc. Broshi y las huellas digitales de papiros han dado la puntilla a la hipótesis de textos cristianos en Qumrán. Se descubrió hace tiempo que cada hoja de pairo tiene huellas “dactilares” como los humanos, es decir, una cierta disposición, peculiar, individual, de las fibras. No hay dos iguales. Y resulta que el famoso restito del Evangelio de Marcos está copiado en un hoja de papiro que tiene las mismas huellas dactilares que la parte final del Libro I de Henoc, hacia el capítulo 106. (Texto completo en “Apócrifos del Antiguo Testamento”, vol. IV, Cristiandad, Madrid, 1984).

Juan Bautista y los esenios

El Nuevo Testamento no menciona nunca a los esenios, aunque habla abundantemente de los fariseos y en menor medida de los saduceos. Se ha dicho que el Nuevo Testamento los está nombrando tras la denominación de “doctores de la Ley”. Es solo posible que así sea. Por ello, para responder a las preguntas sobre qué relaciones tenían Jesús, Juan Bautista o las primeros comunidades de cristianos con los esenios –es decir, si pertenecían o tenían conexiones especiales con ese grupo— no existe otro método que comparar las ideas de unos y otros.

Respecto a Juan Bautista hay que decir que existen ciertas similitudes entre su bautismo, su predicación del fin de los tiempos y su crianza en el desierto con fenómenos análogos de los esenios. Pero frente a estas posibles concomitancias, hay notables dife¬rencias, y son precisamente éstas las que más luz pueden aportar para decidir si el Bautista era o no esenio. El bautismo de Juan era un acto único, no una continua serie de abluciones diarias; no era realizado por un individuo sobre sí mismo, como en Qumrán, sino que era otra persona quien bautizaba al pos¬tulante. En Juan el bautismo tenía un carácter casi sacramental: era como un signo de que Dios había perdonado las transgresiones del pecador una vez que éste había abierto el camino al perdón con el arrepentimiento interior y el propósito de la enmienda; en Qumrán, por el contrario, nada sabemos de una relación directa de las abluciones cultuales con el perdón de los pecados, ni con la conversión, pues tales ritos los practicaban los miembros de la comunidad ya convertidos.

La alimentación y el vestido de Juan (tan raros: saltamontes, miel silvestre, hierbas y raíces) tampoco se parecen a lo que sabemos de los qumranitas por los manuscritos del Mar Muer¬to que tomaban incluso vino no fermentado, es decir, mosto. El interés por todos los pecadores que mostraba el Bautista, y su falta de atención a la pureza ritual parecen excluir positivamen¬te a Juan de la comunidad que estaba detrás de los manuscritos del Mar Muerto.

¿Era Jesús un esenio?

No encon¬tramos textos, ni en los evangelios ni en los manuscritos del Mar Muerto, de los que pueda deducirse con alguna certeza que Jesús estuviera en Qumrán en algún momento de su vida. Parece que Jesús fue en realidad un discípulo del Bautista y que nunca se distanció de éste radicalmente en su modo de pensar a lo largo de su posterior misión en solitario. Por tanto, si Juan Bautista no fue un esenio, es teóricamente poco probable que lo fuera Jesús. Las ideas teológicas de Jesús que son similares a las de los esenios encuentran explicación suficiente en la pertenencia del Nazareno y el grupo de sectarios de Qumrán al humus rico de la reli¬gión y religiosidad judía general de la época.

Por el contrario, las divergencias manifiestas entre el ideario de Jesús y el proclamado en los documentos del Mar Muerto nos parecen tener un peso decisivo a la hora de determinar negativamente cualquier pertenencia de Jesús al grupo esenio. Ante todo, la idea del Reino/Reinado de Dios, tan ab¬solutamente central en la predicación de Jesús, desempeña un es¬ca¬so papel en los documentos de Qumrán, al igual que en el Anti¬guo Testamento. Más específicamente, la atención que Jesús presta a todo tipo de gentes absolutamente rechazadas por los judíos piadosos, prostitutas, publicanos y otros, como potenciales miembros si se convierten de ese Reino/Reinado de Dios lo distancia infinitamente del ideario teológico de Qumrán. Para estos esenios hubiese sido un rotundo escándalo la predicación de Jesús. Existen otras muchas divergencias substanciales de pensamiento que nos obligan a pensar --junto con el común de los investigadores serios hoy día-- que Jesús nunca fue un miembro de los esenios y mucho menos de los de Qumrán.

¿Es el cristianismo copia del esenismo?

Así se afirmó al principio, cuando apenas se conocían los manuscritos, se sostuvo incluso que Jesús con era más que una copia consciente del jefe de la comunidad esenia de Qumrán, el llamado Maestro de Justicia, que incluso había muerto crucificado y que Jesús se dejó crucificar para imitarlo. Pero cuando conocemos mejor los manuscritos todos estos parecidos y copias han resultado desenfocado o a veces rotundamente falsos.

Es cierto que la conformación de la comunidad primitiva de judeocristianos en Jerusalén, con su régimen de gobierno por los ancianos, tiene algunos rasgos que pueden parecerse a una comunidad esenia. Y se parecen también a los esenios en el sentido que tenían consciencia de haber sido los elegidos y de ser santos a imitación divina, por lo que se llaman a sí mismos así, “los santos”… Es cierto que algunas otras costumbres de los esenios, como la reprensión fraterna, se hallan entre las primeras comunidades cristianas. Pero no tenemos ningún elemento para decir que sean una mera copia. No tenemos ningún texto antiguo que nos sirva de testimonio externo o de pista segura para indicarnos que los cristianos copiaron de los esenios, o al revés.

Copiar no era necesario. He dicho en repetidas ocasiones que el judaísmo del siglo I era como un árbol frondosísimo con múltiples ramas. Una rama eran los fariseos; otra, los saduceos; otra los esenios; ora los judeocristianos. Tenían que copiar los fariseos a los saduceos para parecerse en su fondo o sustrato común judío? Es estúpido pensarlo. Son ramas del mismo tronco. Se parecen por ser hermanas. No copian para parecerse. Podemos afirmar que la principal enseñanza que se obtiene de la lectura atenta de los Rollos de Qumrán o Mar Muerto es la idea de la multiplicidad ideológica del judaísmo del s. I de nuestra era. La gran aportación de los manuscritos del Mar Muerto al estudio del cristianismo primitivo es presentarnos un medio religioso cuya observación nos ayuda a entender el ambiente del Nuevo Testamento. No más y no menos. Por ello se impone estudiar más y más Qumrán y su legado, pero deducir innecesarias conexiones es hoy por hoy muy aventurado.

Espero que la lectura del libro Gnosis, Manuscritos del mar Muerto y cristianismo primitivo, Tritemio, Madrid 2016 –donde estudio más pormenorizadamente estos aspectos que ahora hemos tocado solo rápidamente– pueda ayudarles a ampliar las respuestas a todas estas preguntas. Pero los que se atrevan a leer los textos originales, aun en traducción española, verá que son tremendamente judíos, solo judíos, fanáticamente judíos… y además difíciles de entender para los no especialistas.


Saludos cordiales de Antonio Piñero
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