“Todos los bienes han de estar en manos de la Iglesia” La riqueza, la caída de Roma y la construcción del cristianismo en Occidente (350-550). La Iglesia y el dinero (X) (970)




Escribe Antonio Piñero

Otro personaje interesante para la historia de la riqueza de las iglesias de Occidente fue Salviano, oriundo quizás de la Germania inferior pero asentado en Marsella durante sesenta años (420-480). Su obra Sobre el gobierno de Dios (De gubernatione Dei) se ha revelado trascendental para conocer los males del Impero romano en el siglo V, obra que Brown interpreta con singular originalidad y maestría. Más en concreto, la pregunta planteada por Salviano, al considerar cómo habían prosperado los bienes de los monasterios, fue expuesta en otra obra, Ad Ecclesiam: ¿Qué hacer con esa riqueza? ¿Renunciar absolutamente a ella y dársela a los pobres, o bien entregársela a la Iglesia? La respuesta de Salviano era clara: todos los monjes (y también los clérigos) han de renunciar a todos los bienes y ponerlas en manos de la Iglesia como entidad superior. Y si no se hacía, la comunidad monástica iría contra la práctica del grupo primitivo de Jerusalén, según los Hechos de los apóstoles.


En esta obra, Salviano tampoco se preocupó por indagar el origen, bueno o malo, de la riqueza, ni atacó en absoluto a los laicos ricos, sino que impulsó fervientemente entre los ricos las donaciones a la Iglesia… con una idea original: animó a los laicos a testar in articulo mortis a favor de la Iglesia y no de su propia familia. No es de extrañar que la crítica moderna haya caracterizado el Ad Ecclesiam como un “manual del arte clerical de la extorsión, una guía para los cazadores de herencias” (p. 862).

La argumentación de Salviano radicaba en la conocida idea de las donaciones como expiación, pero con un rasgo un tanto novedoso: inducía un miedo tan exagerado al Juicio final y al infierno que los ricos se inclinaban a procurarse el perdón, aunque fuera en el momento mismo de su muerte. Ocurriría con los ricos malvados como con el Imperio: los males de este, visibles a todos, no eran otra cosa que la antesala del Juicio Final, que vendría pronto (p. 868). La justicia de Dios castigaba al Imperio con la ruina por la violación de las leyes civiles perpetrada por sus príncipes, y a los laicos cristianos, por la violación de la ley divina. Pero, al contrario de Próspero, Salviano no pensaba que la historia de la Iglesia y la del Imperio eran absolutamente independientes, sino análogas: el Imperio era ciertamente profano (pp. 900-908) puesto que sus violaciones afectaban a leyes profanas –como la opresión a los romanos por los impuestos, o el que los gobernadores se dedicaran descaradamente al pillaje y al aumento de la esclavitud por deudas–, y tal violación acarreaba su condena; de un modo análogo ocurría con el rico malvado que violaba las leyes divinas. Sin embargo, el rico tenía una salida con la donación a la Iglesia, al menos in articulo mortis (pp. 877-890).

Sería interesarse detenerse en el análisis de Brown sobre la relación de los ricos y sus iglesias a finales del siglo V; en cómo el clero cristiano influyó en la economía agraria del sur de Italia para servir a la corte de Rávena y compensar la pérdida del norte de África (¡en el 439 el godo Genserico se había apoderado de Cartago!); en cómo las iglesias diseminadas por aquella región formaban parte de la huella del poder y la riqueza de la Iglesia como institución; en los privilegios de movilidad del clero mientras que las gentes comunes permanecían ya prácticamente atadas a la tierra, sin apenas libertad; en la continuidad de los legados laicos y el abusivo, en ocasiones, control clerical de ese dinero, pues se utilizaban los bienes de la Iglesia para pagar, por ejemplo, campañas de promoción al episcopado, etc. Todos estos son temas que aborda convenientemente Brown en esta cuarta parte de su libro-río, pleno de datos y de interesantes perspectivas sobre las que habría que detenerse para hacerle la justicia correspondiente (pp. 923-939)… Espero que el lector se la haga.

El siglo V termina gloriosamente en cuanto al esplendoroso aumento de la riqueza en la Iglesia. Pero con un caveat importante: solo cuando se derrumbó la antigua esencia de un Imperio profunda y esencialmente pagano, en el curso del siglo VI, “puede decirse que Occidente entró definitivamente en una etapa ‘postromana’. Solo entonces –sin duda no en la época de Salviano– la Iglesia cristiana alcanzó por fin su reconocimiento; pues fue a partir de ese momento cuando a fines del siglo V la Iglesia surgió como la propietaria de una gran riqueza que la equiparaba por vez primera a la aristocracia terrateniente” (p. 892). El Liber Pontificalis (“Libro de los papas”: breves biografías de sumos pontífices), redactado hacia el 510 por un presbítero para nosotros desconocido, es a la vez una impresionante relación-inventario de bienes eclesiásticos en su momento, de los ingresos de los papas y la distribución de las propiedades y los medios de financiación empleados en la construcción de diversas iglesias.

Saludos cordiales de Antonio Piñero

http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html

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Añado un vínculo de interés quizás para slgunos: entrevista en Gestiona Radio para toda España:
https://www.ivoox.com/hermanos-jesus-segun-apocrifos-y-audios-mp3_rf_23629225_1.html

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Empiezo a anunciar para la gente que vive en el entorno de Vigo (España)

Para conmemorar el quincuagentésimo vigésimo quinto (525) de la arribada a Baiona (Pontevedra. España) de la carabela “La Pinta”, de Martín Alonso Pinzón, habrá un ciclo de conferencias –el local y la hora exacta aún no han sido comunicado por el Ayuntamiento de Baiona– sobre la relación “España-América” de tres prestigiosos literatos y escritores de novela histórica: Tendrá ligar los dos últimos días de febrero y el primer día de marzo

1 Martes 27 de febrero 2018: JUAN ESLAVA GALÁN: “Los secretos de Colón”
2 Miércoles 28 de febrero 2018: JOSÉ LUIS CORRAL: “"De América a Baiona: la continuación del espíritu de reconquista”
1 Jueves 1 de marzo 2018: FERNANDO GARCÍA DE CORTÁZAR: “Canto a una España americana”

Saludos cordiales de nuevo
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