R. Carrier y la historicidad de Jesús de Nazaret Preguntas y respuestas “rescatadas del olvido” (X) (22-3-2018) (985)




Escribe Antonio Piñero

Foto: Richard Carrier, el último historiador (que yo sepa) que ha negado la existencia de Jesús de Nazaret (On The Historicity Of Jesus. Why We Might Have Reason For Doubt (“Sobre la historiciad de Jesús. Por qué podríamos tener razones para dudar de ella”: Sheffield Phoenix Press, Sheffield 2014)

Pregunta:

Me gustaría realizarle una pregunta:

¿Cuáles son las incoherencias más importantes entre los evangelios cuando narran hechos que deberían ser los mismos? Cuando hablo de este tema con mis conocidos, ellos claman que es debido a errores de traducción, pero si estas incoherencias se dieran sólo en aspectos claves, entonces este argumento no tendría sentido.


Respuesta:

No son errores de traducción. Las incoherencias se deben sobre todo a dos motivos: utilizan tradiciones distintas y se corrigen (los posteriores a los anteriores) afirmando implícitamente que su versión es la mejor. Por favor, si le es posible, consulte mi libro "Guía para entender el Nuevo Testamento", Edit. Trotta, Madrid 6ª edición. 2016. En la pp. 155-165, bajo el epígrafe “¿Podemos fiarnos de los Evangelios? puede encontrase un notable número de ejemplos de incoherencias y contradicciones. Son demasiadas páginas para resumirlas aquí. Además el libro, "Guía para entender el Nuevo Testamento" es facilísimamente accesible y hay versión electrónica en la Editorial misma (Página Web). Sí puedo adelantarle que una lectura atenta de los Evangelios descubre divergencias y contradicciones notables entre ellos, que dejan al lector, a veces, totalmente atónito. Los ejemplos más notables afectan a momentos esenciales de la vida de Jesús: su nacimiento e infancia, pasión y resurrección. Consulte el libro, por favor, si le es posible.

Pregunta:

¿Cómo puede hoy afirmarse racionalmente que Jesús existió de verdad? ¿Cuál es el argumento principal?

Casi estoy saturado de que me hagan esta pregunta una y mil veces. Escribí ya sobre la existencia de Jesús en repetidos lugares. Pero una y otra vez me vuelven a preguntar por lo más sustancial. Respondo con una de las cuestiones tratadas en mi libro Ciudadano Jesús y en “El Jesús que yo conozco”, Madrid:

Cuestión previa: distinga Usted bien entre Jesús de Nazaret, un rabino del siglo, como cualquier otro, y Jesucristo, una mezcla de Jesús y del Cristo celestial que es mera teología. Yo solo halo del primero.

Hay dos argumentos principales que son simples y contundentes:

1. Es más racional y sencillo históricamente explicar la existencia del cristianismo con todas sus consecuencias admitiendo que hubo de existir el personaje al que se invoca como fundador del movimiento cristiano, que lo contrario. En efecto, sostener que Jesús fue un puro mito literario y a la vez que ese mito fue el creador, el impulso o el iniciador de un movimiento de tal envergadura como el cristiano es un rompecabezas para un historiador de la Antigüedad al que le resulta casi imposible explicar con verosimilitud histórica este proceso.

2. Y el segundo argumento, poco o nada esgrimido por los investigadores, es que loes Evangelios, cuyo texto escrito bien formado puede rastrearse ya hacia el 130, y que están sacralizados, es decir, que forman parte del canon, o lista, de Escrituras sagradas cristianas hacia el 170, son infalsificables.

O dicho de otro modo: no pueden concebirse los evangelios como el producto de una mera falsificación de varias manos diferentes. El estudioso de los evangelios que preste la debida atención a las incoherencias y contradicciones, numerosísimas, de los Evangelios se confirmaría en la idea de que los escritos evangélicos no son una falsificación: es imposible pensar en un laboratorio, o gabinete de “mitistas” (quienes creen que la figura de Jesús es un puo mito literario), dispuesto a construir como mera realidad literaria un personaje como Jesús tal como aparece en los estratos diversísimos de los evangelios y otros escritores casi contemporáneos. Y si los evangelios no son falsificables, parece claro que solo se sustentan como obra si se piensa que existió un Jesús de Nazaret real, del que se contaron muchas historias y del que se repitieron muchos dichos, que fue luego reinterpretado por diversas gentes, y luego repensado de tal modo que resultó divinizado, convirtiéndose entonces en Jesucristo.

La obra de R. Carrier, cuya foto encabeza esta postal ha sido para mí una gran decepción: un prometedor inicio metodológico, pero que queda en nada, porque su tratamiento delos textos es elemental, poco cuidadoso, poco filológico-histórico en suma.

Saludos cordiales de Antonio Piñero

http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html
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