Los fragmentos de la ética de Jesús y los evangelistas (20-6-2018) (1006) (I)





Hoy escribe Antonio Piñero

Escribo hoy de nuevo sobre el libro de Roger Armengol, “La moral, el mal y la conciencia. El poder de las ideologías en la formación de la conciencia moral”, editado por Carena, Barcelona, 2018, y del que me he hecho eco en otras ocasiones.

Resumo en primer lugar, brevemente el último capítulo, titulado “Los fragmentos de la ética de Jesús y los evangelistas. Sócrates y Platón. ¿Ética y moral es lo mismo?” que contiene a mi parecer ideas dignas de ser tenidas en cuenta.

Comienza con una serie de principios:

1. Como es sabido Jesús y Sócrates no dejaron nada escrito, por consiguiente, podemos pensar que una pequeña parte o mucho de lo atribuido a ambos puede no ser histórico. Las fuentes que podemos leer sobre la ética de ambos benefactores en ocasiones no coinciden y, además, en ocasiones la fuente consultada presenta contradicciones. En tal caso, no siempre se podría tener la certeza de que lo transmitido procede realmente de ellos.

2 Al no poder utilizar más que un material fragmentario pienso que es fundamental desestimar aquello que de aceptarse comporta la construcción de un personaje o un pensamiento incoherente o contradictorio. Sócrates y Jesús fueron personas inteligentes, sabios los dos y, por tanto, sería imposible que adoptaran pensamientos o conductas contradictorias o incoherentes.

Añado: lo mismo puede decirse de Pablo de Tarso. Los que proclaman que es totalmente incoherente, respecto a cómo hay que entender la ley de Moisés o la naturaleza de Jesús como mesías no tienen en cuenta su éxito tremendo. Nadie sigue a alguien que hoy dice una cosa y mañana otra totalmente diferente, como se atribuye a Pablo. ¿No será que no lo hemos entendido correctamente?

3. Aunque no podamos conseguir certezas para todo, entiendo que del estudio de los fragmentos nos podemos forjar una idea general, pienso que en tanto que general suficientemente certera, substancial y útil acerca de lo que pensaron y propusieron.

4. En el caso de Jesús hay que andarse con cuidado con la lectura de los evangelios porque son relatos religiosos que también nos transmiten un Jesús ideal, no real. Los evangelistas fueron teólogos, hombres religiosos que construyen un personaje legendario y en muchas ocasiones seguramente exageran o radicalizan lo expuesto por Jesús.

5. Los cuatro evangelistas están interesados en construir y transmitir un personaje ( que al ser una construcción mítica, mitad historia, mitad teológica) resulta ser legendario, muy cercano a la divinidad o ya divinizado según Juan. Jesús según Juan es mucho más que el Mesías esperado por los judíos del siglo I, ahora es Hijo de Dios o Dios, «salí del Padre y he venido al mundo» (16, 28) y el evangelista escribe con rotundidad que el Maestro dijo: «El que me ha visto a mí, ha visto al Padre» (14, 9). Juan narra que el Bautista dijo: «El que viene del cielo da testimonio de lo que ha visto y oído» (3, 31-32).

A diferencia de Juan para los evangelistas sinópticos, Marcos, Mateo y Lucas, Jesús fue y volvería a ser después de resucitado el Mesías, el Ungido, el Rey, el khristós dicho en griego, pero no así para Juan que expone que el reino de Jesús no es de este mundo cuando Pilato le pregunta si es el rey de los judíos (18, 33-37). Para Juan el Hijo unigénito de Dios ya no es el rey davídico que representa a Dios y reinará sobre toda la tierra en el fin de los tiempos tal como aparece en los evangelistas sinópticos.

6. Tomando en consideración lo anterior, ¿cabe aceptar como cierto sin más que Jesús dijera que «al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra» como escriben Mateo y Lucas, dos de los cuatro evangelistas (5, 39; 6, 29)? ¿Es posible que Mateo y Lucas tomaran lo dicho de una fuente anterior a ellos y que dicha fuente hubiera exagerado y extremado lo dicho por Jesús? Pienso que es posible porque no es coherente con otros dichos evangélicos. Quizá lo que dijo Jesús fue que no se debía estar muy pendiente de las ofensas y ofender cuando se es ofendido y que era preferible evitar que alguien te abofeteara. Me parece más coherente esto último. Pienso que Jesús fue un hombre inteligente, sabio y, por consiguiente, supongo que quizá recomendó no acercarse demasiado a los raros o escasos violentos, pendencieros o paranoicos dispuestos a soltarle a cualquiera una bofetada o un puñetazo.

Aquí hay materia para pensar. Seguiremos
Saludos cordiales de Antonio Piñero

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Pronto saldrá la segunda edición que, espero, cambiará de cubierta y portada.
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