Un libro muy interesante sobre el islam

Un libro muy interesante sobre el islam


Acabo de leer un libro que me parece sugestivo para el problema candente del “diálogo entre civilizaciones”, que en muchos casos se trata ni más ni menos que de un diálogo entre religiones. Es del famoso teólogo Hans Küng, quien como sabemos, ha tenido grandes problemas con el Vaticano. Su ficha es la siguiente:


Küng, Hans, El Islam. Historia, Presente, Futuro, Editorial Trotta, Madrid, 2006, 847 pp. ISBN 84-8164-781-0 (en rústica). Existe también una encuadernación en tela (ISBN 84-8164-869-8). Traducción de José Manuel Lozano Gotor y Juan Antonio Conde Gómez.


La lectura de este libro me ha impresionado sobre todo por dos razones. En primer lugar por la amplitud del tratamiento del tema. El autor ha procurado abordar todos las cuestiones y preguntas sobre el islam que pueden interesar no sólo a las personas cultas, sino al hombre de la calle. No escamotea ninguna de ellas, y procura ofrecer una respuesta nítida y serena a cada una. Algo así como “respuestas a todo lo que usted deseaba saber sobre el islam y no se atrevía a preguntar”.

En segundo, por el carácter pedagógico y claro del tratamiento: el autor utiliza numerosas subdivisiones con ladillos aclarativos que conducen al lector con facilidad por la senda de la exposición y de los razonamientos. El libro tiene además, abundantes diagramas y resúmenes de cuestiones en forma de preguntas abiertas sobre los temas más importantes, que ayudan también mucho a la comprensión del lector. El lenguaje es nítido y la lectura no se hace pesada en absoluto. Aun sin haber tenido en las manos el original alemán intuyo que la traducción es buena, pues la lectura es coherente, fluida y agradable.

Dada la amplitud de la temática tratada por Küng no me parece posible una crítica, ni siquiera somera, de sus abundantes tesis. Creo que el mejor servicio para el lector puede ser ofrecer un panorama, no exento de algún reparo, de su contenido.

El libro tiene un marcado y confesado propósito irenista, es decir, pacificador: contribuir a la paz entre las religiones a base de un diálogo serio basado en un profundo conocimiento del “otro” desde dentro, es decir, de un estudio a fondo, cordial, de la perspectiva de las otras religiones, en este caso el islam. El autor aboga por el diálogo interreligioso y por la búsqueda de una ética común entre las religiones que permita un entendimiento básico que evite el temido “choque de las civilizaciones”.

El primer área de conocimiento aborda el islam en sus orígenes y trasfondo histórico: su imagen de religión controvertida desde el punto de vista de Occidente, y la contraposición entre un islam ideal y otro real. El problema de los comienzos de esta religión se analiza por medio de una exposición histórica desde los orígenes: la situación de Arabia hace unos cinco mil años, los restos del judaísmo y del cristianismo en esa región y la figura de Abrahán como primer creyente del islam (¡no Mahoma, sino Abrahán es el primer musulmán, puesto que es un ejemplo de aceptación de los principios básicos de éste, afirman los expertos!)

La segunda parte se centra en el islam como fenómeno ideológico-teológico. Son tres los temas tratados: 1. El Corán como libro y como revelación. 2. El mensaje nuclear del islam y 3. Los elementos estructurales que lo vertebran.

El primer tema explica las características del libro, el fenómeno de la inspiración de su texto, según los creyentes, y el largo proceso de recopilación y edición del Corán definitivo.

El segundo sintetiza la esencia del islam en una doble formulación: sólo existe un Dios y su profeta definitivo, y ahora único, es Mahoma. La mayoría de las gentes mantienen ingenuamente que los musulmanes creen en un Dios, distinto del de los judíos y cristianos, al que llaman “Alá”, como si este vocablo fuese un nombre propio, ignorando la elementalidad de que esta palabra en árabe no significa más que “Dios”, a secas –se sobreentiende que el único que existe-, y que ese Dios es el mismo que el de la Biblia judía y el de la Biblia cristiana.

El autor insiste con rigor en el teocentrismo del islam y en la consecuencia respecto al ser humano: como criatura no puede adoptar otra postura que la absoluta obediencia a la divinidad (en la práctica ésta se traduce en sumisión, a veces irracional y fanática a sus autoproclamados representantes).

El tercero: los elementos estructurales del islam aparecen claramente explicados por el autor: la oración ritual y sus características, los rasgos del culto islámico, en el que brilla por su ausencia la falta de un sacerdocio institucionalizado como en el cristianismo, los “tributos sociales” como la limosna, el tiempo anual de ayuno y la gran peregrinación a la Meca al menos una vez en la vida.

El lector debe caer en la cuenta de que en sus mismos orígenes el islam se presenta como una religión carente de una teología complicada, ¬al contrario que el cristianismo que nace ya con una cristología bien constituida. El islam, por su parte, nace y se desarrolla como una teología simple y sencilla, carente de mitos en su formulación esencial: no hay trinidad, no hay descenso y encarnación del salvador, ni una compleja historia de la salvación que incluye el sacrificio cruento del salvador, etc.

La tercera parte del libro de Küng es una historia sucinta, pero más que suficiente del islam. Esta historia presenta el necesario marco político y sociológico y el cambio de modelos ideológicos que controlan o son resultado de los cambios: el paso desde la comunidad o umma protoislámica al imperio árabe y su transformación en el paradigma del islam clásico – ya no necesariamente árabe- con pretensiones de religión exclusiva a la vez que universal.

En esta sección histórica tienen cabida también las cuestiones ideológicas en las que bastantes lectores pueden quizá centrar su interés: las grandes disputas teológicas de los principios del islam hasta llegar a la suma teológica de Al-Gazzali y una cierta teología normativa en vigor hasta hoy día; las escuelas jurídicas que forman el derecho islámico, con valor teológico y legal hasta hoy día; la mística islámica y el sufismo.

Como conclusión de esta parte histórica Küng se plantea una cuestión candente para muchas personas hoy: ¿hasta qué grado ha sido conformado el islam por los movimientos de la modernidad europea, a partir sobre todo del siglo XVII? ¿Ha sido de algún modo modernizado por la revolución científica e industrial, por la Revolución francesa y la Ilustración?

En este apartado Küng reconoce el retraso evidente del mundo islámico y árabe, pero afirma –no sin ánimo conciliatorio- que exageran los críticos europeos que mantienen la tesis de que el Islam aún no ha pasado prácticamente de la Edad Media. Küng señala aquellos aspectos ideológicos en los que el islam ha sido influido (¿a su pesar?) por la modernidad, y sobre todo efectúa una ponderada reflexión de lo que supuso el renacimiento árabe del siglo XIX y las tensiones entre paradigmas aún existentes de pensamiento y sociedad como reformismo / tradicionalismo islámico; modernismo / nacionalismo islámico; nacionalismo secular y arabismo supranacional.

El libro no concluye aquí. El autor tiene aún ánimos para exponer cuáles son los “retos del presente” para el islam: la vía secularista, la islamista y la vía socialista. Concluye que en el islam actual hay -vivas y confrontadas- multitud de tendencias, lo que conforma un islam en un perenne cambio, mucho más acusado de lo que creen la mayoría de los occidentales.

Un apartado de esta sección abre las posibilidades al diálogo interreligioso con “nuevos planteamientos teológicos para el diálogo” y a un examen de las cuestiones teológico-especulativas en las que puede haber cierta comunicación o confrontación interreligiosa: Jesús, monoteísmo y trinidad, Biblia y Corán; la crítica a la Biblia y la posible –y muy peligrosa- crítica al Corán… Küng se muestra más bien confiado en las posibilidades de un acercamiento entre las hermenéuticas cristiana e islámica de sus correspondientes Escrituras.

Aunque la distancia entre la moderna actitud cristiana, sobre todo la de corte científico, ante la Biblia y la actitud tradicional hacia el Corán parece inmensa, ésta no puede seguir siendo inalterable. No es excluible una convergencia tarde o temprano entre islam y cristianismo… lo que es, por otra parte, absolutamente necesario para la paz mundial, según Küng. Para muchos lectores parecerá demasiado ingenua por el momento la esperanza del autor de que relativamente pronto triunfará la voz del acuerdo y de la armonía. Ojalá (del árabe, wa [diptongo resuelto en o] ša [j] Allah: “Dios lo quiera”) sea así, aunque muchos lectores se mantendrán escépticos.

Una última parte del libro (de las pp. 597 a la 733) aborda las “posibilidades de futuro” y trata de los temas siguientes: la -posible y deseable- renovación interna islámica; el futuro del orden jurídico islámico; el futuro del orden estatal, económico, político y de vida islámicos. Aquí se encuentra el lector con cuestiones absolutamente interesantes y vitales para el mundo de hoy como son la reforma, aún pendiente, de la shariah o ley islámica; los derechos humanos y su aceptación por la teología musulmana; el trato a la mujer; la educación; la no deseable unión de estado y religión; el islam y la yihad, en muchos casos necesariamente traducible como auténtica “guerra santa” contra los infieles, sobre todo cristianos y judíos; las perspectivas musulmanas sobre un nuevo orden económico mundial en donde se discute si estas ideas aportan alguna solución a los problemas intrínsecos del capitalismo, y finalmente el futuro del orden islámico de vida donde vuelven a plantearse los candentes problemas del fundamentalismo en el mundo musulmán.

Hay que admirarse de la valentía y claridad del autor que no elude en ningún momento los problemas y apunta soluciones a cada uno de ellos tanto desde el punto de vista exterior, del observador cristiano, como interior, del ideario estrictamente musulmán. El lector tiene abundante materia de reflexión y, probablemente, de amable disensión.

Recomiendo encarecidamente este libro que me parece una excelente reflexión y síntesis sobre tantas y tantas cuestiones sobre las que los no especialistas no disponemos de adecuados instrumentos intelectuales para emitir juicios ponderados. Éste libro los proporciona, por lo que es muy bien venido.

Sentimos tan sólo que siendo este país una tierra de buenos arabistas hayamos tenido que importar un producto que se podría haber realizado aquí con iguales predicados de bondad.


Antonio PIÑERO
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