“Valoración de los criterios de historicidad para la reconstrucción de la figura del Jesús histórico: diez criterios”. Curso de El Escorial (VII)

Ponente: Prof. Dr. D. Gonzalo del Cerro. Universidad de Málaga

Una vez aceptada la mera existencia histórica de Jesús, el prof. Del Cerro se enfrentó a la tarea del historiador: extraer de los textos referidos a sus hechos y dichos de este personaje, los Evangelios, un núcleo histórico seguro.

Comenzó ponderando las dificultades de comprensión de textos antiguos tan lejanos y creados en un ambiente intelectual tan diferente. Los Evangelios son obras que tratan de un personaje que rompe los moldes naturales puesto que lo proclaman Dios.

Insistió luego en los problemas que tiene toda transmisión oral: al final del proceso el mensaje puede haber sufrido una notable desfiguración.

Hizo luego una breve sinopsis del desarrollo de la crítica histórica en torno a Jesús desde el siglo XVIII, con H. S. Reimarus hasta hoy dibujando el estado de la cuestión: se ha superado el tiempo de un escepticismo radical (“Es imposible e ilegítimo explorar la vida de Jesús”: J. A. Robinson), pero se exige la máxima finura de la filología y la historia crítica para descubrir la verdad histórica que hay debajo de los Evangelios.

El sistema consiste en tener buenos instrumentos críticos que nos ayuden a comprender el texto evangélico, y del Nuevo Testamento en general, en su ambiente y a ejercer una necesaria crítica al respecto. La tarea histórica trata de despejar todas las dificultades que impiden descubrir sin trabas ni oscuridades el factum historicum, que está en la base de la figura cristalizada literariamente en el kerigma cristiano.

Afirmó que entre los expertos de toda condición hay hoy un cierto consenso en señalar que los principales criterios para investigar los textos que hablan sobre Jesús son diez. Fue enumerándolos y ponderando sus posibilidades y carencias. Señaló, sin embargo, que subsisten dudas, pues entre los autores se dan variaciones en cuanto al número de criterios, a su denominación, su contenido y su valoración.

I Criterios generalmente reconocidos como primarios

1. Respecto al criterio de disimilaridad, disimilitud, desemejanza o discontinuidad (“tienen garantía de historicidad los datos sobre Jesús no explicables ni por el pensamiento judío ni por el de la Iglesia primitiva”) señaló su importancia, pero recalcó su insuficiencia: hay que aplicarlo estrictamente conduce a un Jesús como un ente intemporal e inexistente, un único no encajable en las coordenadas del Israel del siglo I.

2. El criterio de dificultad (“hechos y dichos de Jesús que producen una incomodidad notable a la Iglesia posterior”) es una variante del primer criterio para unos investigadores o el principal para otros. Los ejemplos aquí son válidos también para el 1.: bautismo; ignorancia de Jesús; grito de sentimiento de abandono al morir; negación de Pedro; traición de Judas. Del Cerro volvió a insistir en la necesidad de combinarlo con otros criterios.

3. El criterio de testimonio múltiple (“testimonio convergente de diversas fuentes independientes o de formas y géneros literarios independientes) es el más apreciado por muchos investigadores. El ejemplo principal es la predicación sobre el reino de Dios como el tema principal de la proclamación de Jesús.

4. El criterio de coherencia o conformidad (“Es histórico aquello que es coherente con lo anteriormente probado como histórico”). Ante todo y en apariencia parece contradictorio con el criterio de discontinuidad. Éste valora la discordancia con el judaísmo y con el cristianismo primitivo. Éste trata de buscar la coherencia. Según algunos, su valor queda reducido al hecho de confirmar lo establecido por otros criterios previamente utilizados.

5. Criterio del “rechazo y ejecución de Jesús” (“Es auténtico en la tradición sobre Jesús aquello que es coherente con el final desastroso de Jesús”). Del Cerro enumera este criterio como primario a pesar de que es formulado solamente por J.P. Meier, aunque utilizado fácticamente por otros investigadores. Ejemplo: ha de rechazarse la pintura de Jesús como “manso y humilde de corazón”, pues un individuo así no hubiera sido condenado a la cruz por delito de sedición.

II Criterios generalmente reconocidos como secundarios

Entre los criterios secundarios enumeró del Cerro:

6. El criterio de plausibilidad histórica

Formulado por G. Teissen otros autores lo enmascaran poniéndole la etiqueta de “presunción histórica” o similares. En realidad concuerda con el criterio de coherencia. Según del Cerro: no hay novedad en esta nueva fórmula, ni siquiera en los matices, que no esté ya contemplada en el espectro de otros criterios. Además, su formulación tiene algo de tautología. Como si dijera: es histórico aquello que se demuestra que lo es.

7. El criterio del estilo de Jesús

Varios autores enumeran entre los criterios calificados como secundarios o complementarios el estilo peculiar de Jesús, sobre todo, el estilo vital. Se refiere, por ejemplo, al tenor de sus palabras, dotadas de un “sonido personal y un colorido inconfundible. Le gusta a Jesús la descripción concreta, intuitiva, pintoresca, la agudeza ingeniosa, la antítesis tajante”. Pero es más un indicio sólido de autenticidad más que un criterio propiamente dicho. Tiene este criterio el problema siguiente: para poder juzgar de la historicidad real de palabras y actitudes de Jesús, se da por supuesto que ya tenemos un conocimiento suficiente de los hechos de referencia, es decir, debemos poseer previamente un retrato de Jesús que nos sirva de punto de comparación en el estudio de los datos discutidos y discutibles del estilo de Jesús. Por tanto presupone parte de lo que pretende probar. Sólo vale como complemento.

8. Criterio de huellas del substrato arameo de los Evangelios

En opinión de del Cerro, el “argumento del sustrato arameo” es un buen indicio para situar ciertos dichos de Jesús en un contexto histórico plausible dentro del Israel del siglo I. Pero, al margen de otros criterios, no va más allá de la posibilidad y hasta de una cierta probabilidad.

9. Criterio de las tendencias evolutivas de la tradición sinóptica. Lo que este criterio propone es seguir la pista a las tendencias de los Sinópticos para poder liberar los datos originales del toque tendencioso de los redactores. Puede ser un trabajo fascinante, aunque laborioso. Pero no es fácil descubrir y seguir el rastro de esas leyes, lo que se presta a la subjetividad.

10. Criterio de presunción histórica

Este criterio está relacionado con el debate que discute a quién corresponde el peso de la prueba, si al que afirma la historicidad de los hechos o al que la niega. Mientras no se niegue convincentemente la historicidad de un dicho o hecho de Jesús se debe presumir que es histórico. Este criterio también es subjetivo y peligroso.

Más allá del Decálogo de criterios se han señalado otros:

1. Criterio de de viveza narrativa
2. Criterio del ambiente palestino
3. Criterio de explicación necesaria: “Si frente a un conjunto de sucesos inexplicados, surge una explicación que armoniza todos los elementos sin crear nuevos problemas, nos encontramos frente a hechos históricos”.

Para del Cerro los dos primeros no pasan de ser meros complementos de los criterios principales y el tercero es tautológico, casi una “petición de principio”.

A modo de conclusión señaló del Cerro que la reflexión sobre los criterios de historicidad ha iluminado de forma sensible el tema del Jesús histórico. Pero por lo que a los criterios concretos se refiere, ninguno tiene un valor apodíctico por sí solo. Su fuerza se potencia y multiplica cuando se combinan varios a la vez. El de disimilaridad o desemejanza, el más valorado por una gran parte de los investigadores, tiene un gran peso específico en tanto en cuanto es capaz de trazar la originalidad del personaje Jesús. Pero necesita el apoyo del criterio de coherencia, ya que la originalidad no puede ser tanta que lo convierta en un extraño, desgajado de su ambiente natural. Los criterios etiquetados como “secundarios” aportan detalles que colaboran en mejorar el conocimiento del ambiente social de la vida de Jesús, de su carácter temperamental, su lenguaje, su estilo literario.

En conjunto para la búsqueda de la verdad histórica no hay atajos cómodos, ni “una llave maestra capaz de abrir todas las puertas”, o en palabras de G. Puente Ojea, “una llave mágica que ahorre el trabajo paciente del historiador honesto”.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
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