Los Hechos Apócrifos de los Apóstoles. Generalidades

Hoy escribe Gonzalo del Cerro

En los siglos II-III de la era cristiana, aparecen en el seno de la llamada "Gran Iglesia" unas obras de alto interés literario y religioso. Me refiero a los primitivos cinco grandes Hechos Apócrifos de los Apóstoles. Unas obras a las que no se ha prestado la atención que sus méritos reclamaban. Se trata de Hechos, práxeis que decía Isócrates. Pretenden recoger las tradiciones más autorizadas acerca de la actividad misionera de los Apóstoles. El calificativo de "Apócrifos" con todas sus connotaciones negativas, incidió en el escaso aprecio que la comunidad cristiana demostró hacia estas obras. Y el uso que los herejes y sectas marginales hicieron de ellas las marcó con estigmas poco menos que irremediables.

En efecto, manos ajenas a su origen añadieron pasajes, claramente heterodoxos, como son algunos himnos con fuerte sabor gnóstico. Podemos destacar como ejemplos los Himnos de la Danza en los Hechos de Juan (94-95) y el Himno de la Perla en los de Tomás (108-113). Igualmente pertenecen a estos añadidos algunos fragmentos parenéticos, sobre todo, de los Hechos de Juan y de los de Tomás. La tensión entre la visión ortodoxa y las tendencias heréticas se observa claramente en las dos principales versiones de los HchTom, la griega y la siríaca. La siríaca "catoliza" sistemáticamente los datos de la griega, más auténtica y original.

El rigorismo de la época, exagerado retóricamente por personas hostiles para justificar el martirio de los Apóstoles, hizo pensar en el rechazo de la institución matrimonial como parte de la ascética cristiana, lo que situaba los Hechos Apócrifos fuera de los parámetros de la ortodoxia. El juicio de algunos Padres es sin restricciones negativo. La condena del Concilio II de Nicea (a. 787) sobre unos pasajes de los Hechos de Juan (HchJn) pesó como una losa en la balanza del juicio definitivo acerca de estos libros. En el Concilio II de Nicea fueron condenados los fragmentos de los Hechos de Juan referentes al episodio del retrato del Apóstol (HchJn 26-27) y los del Misterio de la Cruz (HchJn 97ss). El caso del retrato tenía su contexto en el contencioso sobre las imágenes. El rechazo de Juan de su propio retrato fue interpretado como toma de postura contra el culto a las sagradas imágenes. Los pasajes sobre el Misterio de la Cruz eran una interpretación de la crucifixión desde la perspectiva gnóstica.

El mismo Patriarca Focio, hombre meritísimo de las letras griegas y exquisito catador de su literatura, da en el Código 114 de su Biblioteca un juicio demasiado pesimista. Quizá fuera el punto de mira de su perspectiva o el hecho de que las obras leídas y analizadas por él contenían pasajes que no han llegado hasta nosotros. Tampoco es de menospreciar la posibilidad de que sus criterios fueran distintos de los que nosotros consideramos como razonables dentro de la ortodoxia. Pero algunas de sus opiniones carecen de todo fundamento posible en los textos que nosotros poseemos. Así es su afirmación tajante de que el conjunto de los Hechos Apócrifos de los Apóstoles, por él denominado de los Viajes de los Apóstoles, "rechaza los matrimonios legítimos y declara todo nacimiento como malo y procedente del Maligno". Focio, Patriarca de Constantinopla en el siglo IX, escribió un resumen y juicio crítico de numerosas obras griegas, tanto paganas como cristianas. Los diversos resúmenes, de longitud muy desigual, reciben el nombre de "códigos". Dedicó el trabajo a un hermano para que entretuviera sus ocios durante la guerra. Es la obra que ha llegado a nosotros con el título de Biblioteca. Gracias a ella tenemos noticia de numerosas obras perdidas y de otras de las que solamente se conocen los títulos.

Vistas las cosas desde la lejanía y estudiadas estas obras sin prejuicios ni recelos, creo que podemos resumir nuestro juicio en estas conclusiones:

1. Los Hechos Apócrifos de los Apóstoles nacen en el seno de la Gran Iglesia, es decir, de la Iglesia oficial. Pretenden ofrecer a la comunidad cristiana los ejemplos de la misión apostólica como elemento de edificación y consolidación de su fe. De ahí se deriva la importancia que adquieren las alocuciones, a veces demasiado prolijas, de sus protagonistas así como el relato de su martirio. Son precisamente los pasajes del martirio los mejor conservados y los que más y mejores testigos documentales presentan. Su importancia para los ritos litúrgicos incidió con toda seguridad tanto en su conservación como en la abundancia de sus textos. El presunto obispo de Babilonia y del siglo VI, el Pseudo Abdías, autor de una obra titulada Passiones Apostolorum reconoce que de muchos apóstoles no se conoce otra cosa que sus pasiones.

2. Las partes heterodoxas de los Hechos se deben, en términos generales, a manipulaciones extrañas. La sutura de algunos fragmentos es por demás débil y sin justificación convincente. Las exageraciones con relación a la enkráteia o continencia sexual, practicada por varias de las mujeres protagonistas de los Hechos, aparecen siempre en boca de personajes ignorantes o malintencionados. Su testimonio es el detonante definitivo que provoca la muerte de los Apóstoles, exceptuados los casos de Juan y Pablo. La eficacia de sus declaraciones era tanto mayor cuanto lo eran las dosis de exageración contenida en sus palabras.

3. Los Hechos Apócrifos son un reflejo bastante fiel de la vida en las comunidades cristianas de la época. Los Hechos de Tomás, ya del siglo III, ofrecen pasajes muy interesantes que narran los rituales del Bautismo y la Eucaristía, así como los perfiles bastante definidos de la jerarquía. Sin embargo, los Hechos Apócrifos no son tratados ni de dogma ni de moral. La doctrina, tanto moral como dogmática, aparece en los sucesos narrados y en contextos de carácter parenético, como son las homilías pronunciadas por los protagonistas.

4. Sus autores pretenden edificar desde posturas de fe, pero son sensibles a las modas literarias del momento. Los siglos en que nacen los cinco grandes Hechos primitivos, los de Andrés, Juan, Pedro, Pablo y Tomás, es decir, desde mediados del siglo II hasta el primer tercio del III, son los años de la llamada "Segunda Sofística". La palabra como medio para deleitar tiene en esos siglos muchos maestros y numerosos discípulos. Las tendencias retóricas de los autores de los Hechos Apócrifos nos recuerdan los usos formales de la Sofística. Pero los contenidos son absolutamente diferentes.

5. Desde la obra famosa de la Prof. Rosa Söder sobre los Hechos Apócrifos de los Apóstoles y la literatura novelística de la antigüedad, es un topos hablar del influjo de la novela griega en estos Hechos. Yo creo más correcto pensar en la influencia de la mentalidad y la letra de la Biblia. Las únicas citas textuales en estos libros, de las que hemos hablado en días pasados, son de pasajes bíblicos. Y los hechos de la Biblia, sus personajes, sus fórmulas, su ideología, sus gestos aparecen de forma masiva en los Hechos Apócrifos. En este sentido, estoy de acuerdo con la afirmación autorizada de J.-D. Kaestli, para quien "todo texto apócrifo contiene una relación con la Biblia; se refiere a un personaje, a una realidad, a un tema o a un género literario que figura en los escritos canónicos del Antiguo o del Nuevo Testamento".

6. El relativo desconocimiento de estos libros no impide la realidad evidente de que muchas tradiciones hagiográficas dependan directamente de ellos. Para poner algunos ejemplos concretos, recordamos que las noticias litúrgicas sobre Andrés y su martirio no tienen otra base que el texto de sus Hechos. Por los Hechos de Pedro conocemos la tradición del Quo uadis? (HchPe 35) y sabemos que Pedro murió crucificado cabeza abajo (HchPe 37). Por los de Juan tenemos conocimiento de diversas tradiciones sobre su vida y su muerte. La pequeña capilla de Panaya Kapulu o Capilla de la Virgen (Panhagía) en Éfeso recuerda el dato de la tradición apócrifa sobre la vida y ministerio de Juan en la gran metrópoli asiática. Por los Hechos de Pablo recibimos la noticia de que fue decapitado en las afueras de Roma (HchPlMart 5). La misma imagen estereotipada del Apóstol de los gentiles está diseñada por un texto de los Hechos de Pablo y Tecla: Pequeño, enjuto, calvo, cejas pobladas, nariz aguileña, piernas arqueadas (HchPlTe 3). Los Hechos de Tomás, en fin, nos informan de su ministerio en tierras de la India.

7. Pero además, los HchAp pertenecen precisamente a un grupo de obras similares a sus homónimas bíblicas. Existen, en efecto, evangelios, hechos, cartas y apocalipsis de carácter apócrifo. Para algunos autores el concepto actual de "apócrifo" tendría dos notas esenciales y distintivas: la primera, que tengan el nombre de libros bíblicos del mismo género; la segunda, que no hayan sido incluidos por la Iglesia en el canon de libros inspirados. Sobre los Hechos podríamos añadir el detalle de que reclaman o suponen una relación directa con alguno de los Apóstoles.

El que la Iglesia no los haya incluido en las listas de sus libros sagrados no quiere decir, ni mucho menos, que se trate de libros escandalosos o de carácter heterodoxo. Al contrario, pueden ser, y de hecho son muchas veces obras edificantes, cuya lectura, lejos de escandalizar, puede servir para confirmar la fe de sus eventuales lectores. Jesús de Nazareth hizo afirmaciones transcendentales que iban más allá de la inteligencia humana. Para salvar ese abismo realizó, según los evangelios, multitud de milagros que garantizaban la verdad de sus afirmaciones y la legitimidad de su misión.

JOSSA, G., "Gli Apocrifi del N. T. Tipologia, origine e primi sviluppi", Augustinianum XIII 1-2 (1983) pp. 19-40
KAESTLI, J.-D., "Le rôle des textes bibliques dans la genèse et le développement des légendes apocryphes. Le cas du sort final de l'apôtre Jean", en Gli Apocrifi cristiani e cristianizzati, Augustinianum XIII 1-2 (1983) pp. 319-336.
SÖDER, R., Die Apokryphen Apostelgeschichten und die romanhafte Literatur der Antike, Stuttgart 1932 (reimpr. en Darmstadt 1969).

Con saludos cordiales de Gonzalo del Cerro
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