Un libro importante sobre las tradiciones de los órficos y el cristianismo



Hace poco tiempo ha aparecido en la editorial Trotta, e Madrid, el siguiente libro de Miguel Herrero de Jáuregui, Tradición órfica y cristianismo antiguo, 2007, ISBN: 978-84-8164-915-4, 413 pp., que nos parece importante y digno de un comentario. Veamos por qué.

En la historia de las religiones de Occidente desempeñan los órficos un papel muy importante, pues son éstos los “inventores” o difusores de las nociones del “más allá”, de una justicia divina que supera los límites de este mundo, del concepto de retribución en otro mundo según las obras, buenas o malas, que el ser humano haya realizado en éste. Estas nociones suponen que el ser humano está compuesto de dos elementos: cuerpo y alma, y que esta última es inmortal.

Las doctrinas órficas y pitagóricas sobre la inmortalidad del alma fueron aceptadas y defendidas con nuevos argumentos por Platón y sus sucesores a partir del s. IV a.C., quienes hicieron suyas también las nociones de los castigos ultraterrenos en conexión con la necesidad de que se cumpliera la justicia divina y la oportuna retribución, como hemos visto. “En el Hades pagaremos con un castigo por cuantos crímenes hayamos cometido aquí, bien nosotros, bien los hijos de nuestros hijos”, dice un personaje en la República de Platón (366 A). La versión popularizada del sistema platónico, que se expandió notablemente por el mundo antiguo, contribuyó al realce de todas estas ideas.

Orfeo canta hoy con más fuerza que nunca. En el estudio actual de las religiones antiguas no hay un tema más popular que el orfismo. Con el orfismo nacieron en Grecia las ideas que aún imperan en el mundo moderno: la separación de cuerpo y alma, los premios y castigos en el Más Allá, la purificación como vía de salvación, o el Dios principio y fin del universo.

Los increíbles descubrimientos de las últimas décadas han suscitado una nueva ola de interés por una religión que combina elementos de los misterios báquicos y eleusinos y de la especulación pitagórica, y que presenta innegables afinidades con algunos filósofos presocráticos (Heráclito, Empédocles) y con Platón. En buena parte la curiosidad que siempre ha despertado el orfismo se debe a que muchos antiguos y modernos lo consideraron una especie de cristianismo avant la lettre en la Grecia clásica.

En el siglo XIX se imaginó una Iglesia Órfica, con dogmas, clero, y conventículos de órficos, que resultaba de una proyección artificial del cristianismo primitivo, en el que se suponía que el orfismo habría tenido gran influencia.

Estas exageraciones produjeron una reacción escéptica que negaba la existencia del orfismo o lo consideraba un fenómeno tardío y de escasa importancia (A. Boulanger’s Orphée: rapports de l’Orphisme et le Christianisme, Paris 1925). Pero los descubrimientos de la última mitad de siglo (el papiro de Derveni, las laminillas áureas con instrucciones para el Más Allá, todos ellos editados ahora por Alberto Bernabé en la Bibliotheca Teubneriana) han obligado a retomar una cuestión de suma importancia para la comprensión de la religión antigua y del primer cristianismo.

La obra recién publicada de M. Herrero de Jáuregui, Tradición órfica y cristianismo antiguo proporciona las claves adecuadas para comprender el fenómeno. Tras una clara exposición de los conceptos básicos y del orfismo y su problemática, afronta la cuestión de su relación con el cristianismo con un rigor metodológico que le permite desenvolverse por la compleja maraña de fuentes entrecruzadas y contradictorias, y presentarlas con orden y nitidez.


Partiendo del examen directo de las fuentes literarias, epigráficas y papirológicas, describe el orfismo de época imperial romana. La tradición literaria y ritual bajo el nombre de Orfeo se revaloriza a partir del siglo II d. C., como eje de la restauración espiritual de la antigua religión griega que surge frente al ascenso del cristianismo.

Los defensores del paganismo tradicional levantaron a Orfeo como estandarte que ya cantaba desde antiguo lo que el cristianismo anunciaba como novedad. Por ello los cristianos toman el orfismo como gran enemigo al que atacar, y a la vez como precursor que anunció en Grecia las verdades bíblicas (bastaba retocar la antigua tradición de su viaje a Egipto para convertirlo en discípulo de Moisés).

Los cristianos hablan tanto del Orfeo-Cristo que con su canción salva las almas como de Orfeo, el rival de Cristo, que las lleva a la perdición. Los textos de los cristianos, en especial los de Clemente de Alejandría, Justino, Lactancio y Orígenes, manipulan la realidad del orfismo, pero a su vez son una fuente indispensable para conocerlo.

La interpretatio christiana del orfismo lo deforma y al tiempo ilumina aspectos que otras perspectivas dejan en la oscuridad. Hacía falta urgente un estudio que filtrara cuidadosamente las fuentes para finalmente exponer lo mucho que aportan al conocimiento del orfismo. Esta es el principal resultado que ofrece la investigación de Herrero a los estudios clásicos y de historia de la religión.

Pero además este estudio es una estupenda guía para comprender la compleja relación del cristianismo con la cultura y religión griegas. Las estrategias cristianas ante el orfismo, a las que se dedica un capítulo específico, son un espejo en el que se refleja toda la gama de actitudes cristianas, desde el rechazo más absoluto a la integración total.

La construcción del concepto de “paganismo”, que aún hoy utilizamos, arranca de estos textos, y las explicaciones que los apologistas dieron de las semejanzas con los cultos griegos se han mantenido hasta el siglo XVIII. Junto a la nítida definición de conceptos, una rara cualidad de la obra es que logra unir campos como la filosofía y la religión, la iconografía y el estudio de los textos, la religión comparada y la historia, que demasiadas veces se estudian en compartimentos estancos.

Todo ello con un estilo elegante y sencillo, que aúna precisión y facilidad, y hace los resultados de la más elevada investigación accesibles a la lectura de los profanos. En suma: los interesados en la religión griega y en el cristianismo de los primeros siglos disfrutarán con una obra que dejará huella.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
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