Resonancias mitraicas en el cristianismo


En un reciente artículo de la revista Sufí, número 4, año 2007, pág. 15: “Mitra y el mitraísmo a lo largo de la historia”, Carlos Diego, con acertada prudencia, afirma que la famosa frase de Ernest Renan “Si el cristianismo hubiera sido detenido en su crecimiento por alguna enfermedad mortal, el mundo hubiera sido mitraísta”, tiene ciertos visos de verosimilitud, ya que los espíritus religiosos de la época “podían sentirse atraídos por ambos cultos”.

Por mi parte creo que la afirmación de Renan es muy exagerada, y deseo mostrar el porqué, resumiendo sobre todo al final de este “post” las diferencias esenciales entre ambas religiones por las que creo que era muy difícil que los espíritus religiosos pudieran sentirse atraídos por una u otra.

Pero antes señalemos con Carlos Diego los puntos de concomitancia entre el mitraísmo y el cristianismo, efectuando de paso algunos añadidos, que pueden ser interesantes:

Resonancias mitraísmo-cristianismo

Opina Carlos Diego que el mitraísmo surge en Roma a lo largo del siglo I. Es posible, pero sólo tiene auge en verdad a partir del 135, cuando el emperador Adriano lo impulsa de un modo explícito. Para ese momento el cristianismo estaba muy consolidado teológicamente.

Es cierto que Justino Mártir (Carlos Diego dice que “algunos Padres de la Iglesia”) vio en el banquete sagrado mitraico una imitación diabólica de la eucaristía sagrada. Escribe Justino: “Los demonios han imitado la eucaristía cristiana en los misterios de Mitra, pues en ellos se presenta pan y una copa con agua y se pronuncian determinadas palabras” (I Apología 66,4).

Hacia el 354 el papa Liberio fijó arbitrariamente la fecha de la celebración de la Navidad en el 25 de diciembre para oponerse expresamente a la adoración pagana del Sol Invicto y sustituirlo por la veneración del “verdadero Sol” que es Jesucristo.

La primera atestiguación de misterios de Mitra concierne a suelo helenizado en Asia Menor y es de época de Pompeyo Magno (hacia el 67 a.C.). Se trata de una referencia a la guerra de este famoso general contra los piratas cilicios hecha por Plutarco, en su Vida de Pompeyo 24,5: “Los cilicios ofrecen sacrificios extraños a los dioses de su Olimpo y se inician en sagrados ritos de Mitra”. La arqueología ha encontrado restos de mitreos –pequeños santuarios dedicados a Mitra- sobre todo en zonas de campamentos de soldados, desde Britania hasta el Éufrates. Ahora bien, sólo los varones eran admitidos a los misterios de esta religión, ya que Mitra no tiene al lado -como muestran las representaciones artísticas que han llegado hasta nosotros- figura alguna de diosa consorte. Pero la celebración de “misterios” mitraicos propiamente sólo están atestiguados desde el siglo II d.C.

Otras resonancias

Unos pastores, guiados por una estrella, adoran a Mitra, encarnado en forma humana.

Mitra es un dios salvador y juzgará a los muertos “que resucitarán en el juicio final separando a los justos –que irán al paraíso- y a los perversos, que irán al fuego del infierno.

Una vez concluida su misión, Mitra celebra una comida con el Sol y con sus seguidores y a continuación asciende al cielo.

Los seguidores de Mitra se llaman hermanos ente sí y denominan “padre” a su maestro espiritual. Para entrar a formar parte de la comunidad reciben los mitraicos un bautizo de agua. En su banquete ritual los mitraicos ingieren también pan y vino en recuerdo de la carne y sangre del toro cósmico sacrificado por Mitra y cuya sangre da vida al universo.

Ambas religiones poseen normas morales estrictas –lo que no tenía en absoluto la religión cívica tradicional griega y romana; las normas morales eran ofrecidas por la educación en la filosofía- y ambas promueven la igualdad, la hermandad y la ayuda mutua entre los hermanos.

El domingo es el día sagrado tanto para mitraicos como para los cristianos.

Creo que Carlos Diego hace bien en denominar a estos parecidos “resonancias”, pues no es posible establecer técnicamente una relación de dependencia e influjo entre ambas religiones. Muchos de estos parecidos tienen fondos absolutamente comunes en la religiosidad mediterránea, compartidas por muchas religiones, y son de tono general. En todo caso, cuando el mitraísmo se extiende en el imperio en el siglo II, el cristianismo está bien consolidado y pudo ejercer sobre él un cierto influjo, al menos organizativo.

Deseo ahora señalar las diferencias entre las dos religiones por las que creo que no me parece del todo acertada la afirmación de Carlos Diego de que los espíritus religiosos “podían sentirse igualmente atraídos por ambos cultos”.

En primer lugar, el mitraísmo excluía de la religión al cincuenta por ciento de la humanidad: era un culto sólo para varones. Sus miembros tenían la obligación de formular un juramento de fidelidad al emperador reinante, como signo naturalmente de que el monarca representaba a la divinidad; no tenía una casta profesional de sacerdotes; no poseía un drama público que pudiera representarse; todos los adeptos se hacían iniciar en los “misterios”; el mitraísmo no era monoteísta y aceptaba otros varios dioses, aunque secundarios; el mitraísmo era una religión de vocación minoritaria, de pequeños grupos (todos los mitreos encontrados por las excavaciones arqueológicas son muy pequeños; algunos, reconstruidos y ensanchados pasan a iglesias cristianas Como la iglesia de Santa Prisca en Roma o la de Santa María in Capua Vetere).

Son tan negativos estos rasgos en comparación con los judeocristianos que es difícil dar la razón a la frase de Ernest Renan que transcribíamos al principio de este post: no parece fundada la idea de que el mundo se hubiera hecho mitraísta si no hubiese existido el cristianismo.

Saludos cordiales, Antonio Piñero
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