La edición crítica del códice Tchacos (I)

Hoy escribe Fernando Bermejo

Tras un tiempo ausente de estas páginas, me alegra volver a ellas y saludar nuevamente a los lectores. Antes de retomar el tema principal que nos ha venido ocupando hasta el mes de Julio –la relación histórica y fenomenológica entre los predicadores judíos Jesús de Nazaret y Juan el Bautista– dedicaré mis próximos posts a una obra aparecida muy recientemente (justo antes del verano), que contiene la edición crítica del códice Tchacos, al que pertenece el evangelio de Judas. Me refiero a The Gospel of Judas, together with the Letter of Peter to Philip, James, and a Book of Allogenes from Codex Tchacos. Critical Edition (eds. Rodolphe Kasser, Marvin Meyer y Gregor Wurst, con la colaboración de François Gaudard), National Geographic, Washington DC, 2007.

A pesar de que el evangelio de Judas ocupa el tercer lugar en la ordenación del códice, por obvias razones de marketing la expresión “Gospel of Judas” ha sido escrita en primer lugar y en la portada del libro en caracteres muy grandes, mientras que el resto del título resulta minúsculo en comparación. Sin embargo, la importancia de este libro radica no sólo en ofrecer una edición crítica del Evangelio de Judas que presenta algunas variantes respecto al texto ya publicado, sino también, y sobre todo, en hacer accesible a muchos investigadores y al gran público el texto de los otros tres escritos conservados en el códice hallado en al-Minya (Egipto). Hasta ahora, sólo unas pocas docenas de estudiosos del gnosticismo –en particular, quienes participamos en el primer congreso internacional sobre el evangelio de Judas, celebrado en París a finales de octubre de 2006– disponíamos de estos textos, que Kasser, Meyer y Wurst habían puesto a nuestra disposición para uso estrictamente privado. Dado que posiblemente muchos lectores preferirán no desembolsar los aproximadamente 45 dólares que cuesta esta obra, intentaré exponer en este post y en los próximos sus contenidos. Esto vale la pena, pues el códice Tchacos es comparable en valor a cualquiera de los que constituyen la biblioteca de Nag Hammadi.

Las 378 páginas de este libro, editado en tapa dura, se reparten de la manera siguiente: Introducción (pp. 1-25); Análisis codicológico preliminar (pp. 27-33); Estudio dialectal (pp. 35-78); La “Carta de Pedro a Felipe” (pp. 79-114); “Santiago” (pp. 115-176); “Evangelio de Judas” (pp. 177-235); el tratado provisionalmente titulado “Libro de Allogenes” (pp. 253-279). De estos cuatro textos se nos ofrecen fotografías, reconstrucción del texto copto, traducción inglesa y traducción francesa (dicho sea de paso, no siempre coincidente con la inglesa). Las páginas 281 a 298 contienen fotografías de los pequeños fragmentos restantes (cuya identificación y localización en el texto es una tarea aún por realizar). Las páginas 299 a 378 contienen índices (elaborados en francés) de cada uno de los textos, en los que se agrupan en secciones distintas los términos coptos procedentes del egipcio de los términos provenientes del griego.

La mera descripción del libro efectuada anteriormente evidencia ya que buena parte de su contenido será del interés casi únicamente de coptistas y especialistas en gnosticismo. Otra parte de él, sin embargo, despertará comprensiblemente el interés de cualquier persona a quien atraiga la plural historia de las corrientes cristianas.

La introducción de Kasser contiene una historia del códice, que presenta interés al haber sido él uno de los protagonistas de la última fase de esa historia (más precisamente, la que comienza el 24 de julio de 2001, cuando Kasser se entrevistó por primera vez con Frieda Nussberger y con el abogado Mario Roberty). Ésta es –como ya todo el mundo sabe, después de que tantos la hayan contado– una tragicomedia de anticuarios y mercachifles intentando hacer el mejor negocio aun a costa de la salud del manuscrito (la congelación del códice tuvo efectos devastadores, algunos irreversibles), y de eruditos intentando hacer el mejor trabajo por amor al saber. Por supuesto, no faltan en la historia también los eruditos que han querido sacar tajada del interés mediático del texto, y mercachifles que se las daban de eruditos. Pero sería superfluo intentar repetir una narración en la que la burda ambición ha jugado tan gran papel, y que desde la primavera de 2006 se ha relatado en tantas ocasiones (también en las páginas de este blog).

El análisis codicológico realizado por Gregor Wurst está –como el propio estudioso alemán reconoce– limitado por varias razones. En primer lugar, por el hecho de que el proceso de conservación y restauración de la cubierta de cuero del manuscrito y el cartonaje no se ha completado todavía (lo que permitirá, una vez hecho, verificar o modificar la datación mediante radio-carbono efectuada en 2004/5, que permite una fecha que va desde ca. 280 a ca. 350). Además, no todos los restos del códice obran en poder de su actual dueño, la Fundación Mecenas de Suiza. Hay fragmentos del códice que están aún en el mercado, y cuya existencia es conocida sólo por las fotografías cedidas por el estudioso Charles W. Hedrick (tomadas originalmente, al parecer, por el incompetente Bruce Ferrini) a los editores. Además, existen fotografías de unos 50 fragmentos conservados en Ohio, pertenecientes al códice Tchacos; algunas contienen referencias a la figura de Allogenes, y reflejan la continuación del cuarto tratado (muy fragmentario) del códice. Aún más revelador resulta el hecho de que algunas de esas fotografías sugieren que el códice pudo ser más extenso y contener más textos que los cuatro actualmente conocidos. Por ejemplo, Jean-Pierre Mahé ha identificado algunos de esos fragmentos como pertenecientes a Corpus Hermeticum XIII, lo que parece indicar que originalmente el códice Tchacos contenía también una traducción copta de esta sección del CH.

Aunque ahorramos a los lectores los detalles técnicos del estudio dialectal efectuado por R. Kasser, conviene señalar al menos lo siguiente. El texto está escrito en copto sahídico, la lengua reinante en la época en el Alto y el Medio Egipto. Ahora bien, ese sahídico está sazonado con interferencias idiolectales de tipo medio-egipcio (donde “medio-egipcio” tiene una significación geográfica y engloba los numerosos dialectos y subdialectos del Egipto Medio, que se extiende a lo largo de unos 300 kilómetros, de Deirout a El Cairo). En efecto, aunque el escriba (pues –excepto un par de correcciones posteriores– el códice que poseemos parece haber sido copiado por un solo escriba) se ha esforzado en producir un sahídico lo más puro posible, contiene irregularidades dialectales significativas. Esto resulta muy interesante. Dado que hasta ahora todos los textos gnósticos se habían encontrado en el Alto Egipto (región de Tebas, Nag Hammadi), algunos estudiosos mostraron su escepticismo en relación a los rumores relativos al descubrimiento del códice en al-Minya (precisamente, en el Medio Egipto), pero el hecho de que el códice Tchacos presente vestigios de un dialecto típico del Medio Egipto hace plausibles tales rumores.

El próximo día continuaremos con un análisis del contenido de los cuatro tratados conservados.

Saludos cordiales de Fernando Bermejo
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