La edición crítica del códice Tchacos IV. El simbolismo gnóstico

Hoy escribe Fernando Bermejo

Uno de los aspectos más interesantes del Santiago del códice Tchacos es la abundante presencia en este escrito de toda una serie de imágenes, típicas de la cosmovisión gnóstica, que son utilizadas para describir el estado en que se encuentra el sujeto en el estadio previo a la recepción de la gnosis. Me refiero a las imágenes del sueño, la enfermedad, la ceguera, el cautiverio, el olvido, la embriaguez o la esclavitud. Pues bien, excepto la imagen del sueño, todas estas imágenes son utilizadas a lo largo del texto de Santiago con profusión, de un modo que no es comparable con lo que encontramos en el resto de los escritos que componen el códice Tchacos.

El conjunto de imágenes mencionado tiene un sentido inequívocamente negativo, en cuanto expresión de la falta de lucidez, conocimiento y libertad que caracteriza al sujeto superior. Sin embargo, resulta instructivo reparar en el hecho de que ese simbolismo es aplicado de diversos modos en el discurso gnóstico y en el escrito al que nos referimos. Por una parte, su significación negativa ha llevado a los gnósticos a usarla para describir la naturaleza de los poderes malignos. Así, por ejemplo, la ceguera es un rasgo característico de los arcontes y del mundo creado por ellos, en la medida en que ellos muestran una completa ignorancia respecto a sí mismos y a la verdadera naturaleza de lo divino. Es precisamente esa ceguera de los arcontes lo que les lleva a cometer grandes equivocaciones tanto en la creación del ser humano como en el momento en que se disponen a asesinar al Salvador; en efecto, los arcontes ignoran que al efectuar estas cosas, en lugar de realizar su propósito se condenan a sí mismos. Esta completa ignorancia es igualmente una característica de los sujetos hílicos o materiales, completamente incapaces de salvación, al igual que aquellos seres de los que son vástagos: unos y otros son seres ciegos desde el inicio.

Este aspecto se refleja en el Santiago del códice Tchacos, en tanto que Addōn, el arconte identificado con el dios de las Escrituras judías, es descrito explícitamente como totalmente ignorante (Santiago 28, 14-15). Uno de los signos inequívocos de esta ignorancia es que Addōn considera que Jesús es su hijo, lo que en perspectiva gnóstica no es en absoluto el caso (26, 14-19). Es llamativo el hecho de que el craso error del arconte refleje el que en el Evangelio de Judas cometen los discípulos de Jesús –diáfanamente presentados como ignorantes –que piensan que Jesús es el hijo de su dios (Evangelio de Judas 34, 11-13). En ambos casos, Jesús enfatiza la ignorancia contenida en tal confusión del Dios trascendente con ese dios menor que es el Demiurgo.

Ahora bien, el uso más característico de la simbólica gnóstica es de tipo autorreferencial, esto es, consiste en la aplicación de las imágenes mencionadas a los propios sujetos espirituales. Y, en efecto, también en Santiago encontramos esas imágenes utilizadas casi siempre para describir el estado del sujeto en el estadio previo a la recepción de la gnosis. Por supuesto, aunque los gnósticos designan su estadio previo a la recepción de conocimiento como “ceguera” o “borrachera”, en este caso las imágenes comportan no una determinación ontológica y definitiva sino un estado meramente transitorio, que el gnóstico está llamado a superar.

Esta diferenciación en la aplicación de las imágenes a los arcontes y sus criaturas, por un lado, y a los gnósticos, por otra, parece haber obligado a una reinterpretación de tal conjunto simbólico a la luz de otras ideas fundamentales, como por ejemplo la del valor sumo de la identidad del gnóstico. En efecto, como veremos, paradójicamente la aplicación a los espirituales de imágenes prima facie negativas no supone un desmedro del inmenso valor que los gnósticos se adscribieron a sí mismos, en cuanto “chispas” o “partes” de Dios.

Saludos cordiales de Fernando Bermejo
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