Mujeres en los Hechos Apócrifos de Juan



EScribe Gonzalo del Cerro

Hechos Apócrifos de Juan. Generalidades

Otro de los Hechos Apócrifos, que gozaron del favor y de la devoción de la comunidad cristiana, es el de los Hechos de Juan. El discípulo amado de Jesús pasó a la Historia y a la Leyenda con una particular aureola. Había tenido el privilegio de estar presente en momentos significativos de la vida del Maestro. La escena del Tabor había marcado su memoria con sentimientos y recuerdos que afloran de sus labios a las páginas de sus Hechos. En el pasaje de los HchJn 87-105, el Apóstol hace memoria de las intimidades y confidencias tenidas con Jesús. En el capítulo 90 nos describe cómo vivió él la experiencia sobre el Tabor. Luego, en el bloque de su Metástasis (HchJn 106-115), nos cuenta la positiva acción de Dios para que Juan permaneciera virgen de por vida.

Cuenta el mismo Juan que Dios le impidió casarse valiéndose de ciertas enfermedades. Narra cómo Dios le dijo primero: "Tengo necesidad de ti". Y más adelante: "Si no fueras mío te hubiera permitido casarte" (HchJn 113). La tradición sobre la virginidad de Juan era conocida ya de Tertuliano (De monogamia, 17). Confidente de Jesús y virgen. Dos etiquetas muy valoradas en una época de actitudes rigoristas. Ambas tendrán una decisiva incidencia en la estructura del relato. Ya el capítulo 21 del evangelio según Juan refería la creencia de muchos cristianos de que el Apóstol amado no moriría. Fue en el contexto de la escena junto al lago de Tiberíades después de la triple confesión de amor de Pedro (Jn 21, 23). La anécdota demuestra, como poco, la especial atención que los cristianos dedicaban al último de los apóstoles que seguía con vida y que debía de contar con una edad más bien avanzada.

Pero los Hechos de Juan han llegado hasta nosotros en distintos fragmentos y con largas lagunas. Esto ha provocado un cierto desorden en la transmisión. De la edición de A. Lipsius & M. Bonnet, los capítulos 1-17 se consideran ajenos a los Hechos primitivos. Contenían la actividad de Juan en Roma bajo los reinados de Vespasiano (a. 69-79 d. C.) y de Domiciano (a. 81-96 d. C.), que habría sido el que lo desterró a Patmos, temeroso ante el peligro que entrañaban sus poderes taumatúrgicos. El capítulo 18 narra el regreso de Juan a Éfeso. El bloque 18-37 abarca las historias de Licomedes y Cleopatra (19-25), la anécdota del retrato de Juan que tanto escandalizó a los Padres del Concilio II de Nicea del año 787 (26-29) y la curación de las ancianas en el teatro de Éfeso (30-37). El Concilio II de Nicea trató el tema del culto a las imágenes rechazado por los iconoclastas. El episodio del retrato de Juan fue considerado como rechazo del culto a las imágenes y, en consecuencia, contrario a la doctrina y práctica de la Iglesia oficial.

Después de una frase del capítulo 37 hay una de las lagunas detectadas en estos Hechos. En ella se contenía con toda probabilidad la historia de Drusiana. Al rehusar mantener relaciones con su marido Andrónico por influjo de Juan, la piadosa mujer fue encerrada con el Apóstol en un sepulcro durante catorce días. En aquel lugar y situación recibieron el auxilio positivo de Dios. Debía de existir un relato de la milagrosa liberación de ambos. Porque cuando continúa el relato, el marido de Drusiana, Andrónico, se había convertido a la fe y a la vida de castidad. Sigue tras el capítulo 37 de los HchJn el bloque de los capítulos 87-105 con el anuncio del evangelio de Juan y sus experiencias sobre la humanidad de Jesús, el himno de la danza y el misterio de la Cruz. Este es el bloque de mayor sabor gnóstico con toques de tendencias docetas. El Concilio II de Nicea incluyó también algunos fragmentos de este grupo entre las partes condenadas. La actitud de los Padres de Nicea influyó poderosamente en el rechazo posterior de los Hechos Apócrifos.

En la concatenación de los acontecimientos de los Hechos venía a continuación el largo fragmento de los capítulos 37-86 con la historia de la destrucción del templo de Ártemis (Diana) de Éfeso. La narración cuenta la conversión del parricida que había matado a su padre porque le aconsejaba que dejara en paz a la mujer de un amigo. Una nueva laguna entre los capítulos 55 y 58 debía de contener relatos de viajes pastorales de Juan. El texto recoge a continuación la dudosa anécdota de la perdiz (56-57) y la graciosa de las chinches obedientes. Durante una noche que Juan pasaba con sus discípulos en una posada, unas chinches inoportunas no le permitían descansar. Juan les ordenó que le dejaran en paz hasta la mañana siguiente. Las chinches se salieron de la posada, a la que regresaron cuando los peregrinos se hubieron marchado. En la otra anécdota se cuenta cómo Juan se entretenía jugando con una perdiz, lo que escandalizó a un testigo del suceso. Juan aprovechó la ocasión para catequizarle. Sigue la historia de Drusiana, referida con minuciosos detalles. Drusiana era la esposa de Andrónico, calificado por el Apócrifo como strategós (general) y primero de los efesios (HchJn 31, 2). Los Hechos terminan con la naración detallada de la Metástasis o muerte "gloriosa" de Juan (106-115), final de un apóstol excepcionalmente sin derramamiento de sangre.

Varios juicios peyorativos de los Padres y la condena del Concilio II de Nicea incidieron en el dictamen negativo que mereció esta obra a los ojos de la Gran Iglesia. Es la visión que aparece reflejada en el "Código" 114 de la Biblioteca de Focio, patriarca de Constantinopla en el siglo IX y excelente catador de las esencias griegas. Algunas apreciaciones de Focio parecen indicar, como ya hemos insinuado en otra ocasión, que el docto Patriarca leyó pasajes que no aparecen en los textos de los Hechos que se nos han conservado y transmitido.

Este Apócrifo tiene también una clara tendencia retorizante. Los sucesos narrados van muchas veces enmarcados en largos discursos, en los que abundan las repeticiones, las acumulaciones, las palabras morfológicamente afines y hasta los juegos de palabras. En los temas comunes a otros Apócrifos, como los de la Polimorfía y la Cruz, recogidos en los Hechos de Juan y en los de Pedro, tienen en los de Juan un marcado aspecto de arcaísmo. En el tratamiento de la Polimorfía, los HchJn "son más plásticos, e imaginativos, más originales. Los HchPe, más abstractos. moderados y concisos". La Polimorfía se refiere a las distintas formas con las que puede presentarse la figura de Jesús. La tratan los HchJn 88-93 y los HchPe 20-21. La Cruz recibe en los HchJn (98. 200, 6-9) una lista de apelativos que en los de Pedro van dirigidos a Jesús (HchPe 20. 68, 11-14).

E. JUNOD , "Actes Apocryphes et hérésie: Le jugement de Photius", en F. BOVON (ed.), Les Actes Apocryphes des Apôtres, Christianisme et monde païen, 1981, pp. 11-24.
G. DEL CERRO, "Cronología de los Hechos Apócrifos de los Apóstoles", AnalMal, XV 1-2 (1992).

Saludos cordiales de Gonzalo del Cerro
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