La Cábala (y XI). Conceptos básicos de la Cábala (fin)


Hoy finalizamos la miniserie que hemos dedicado a la Cábala. Esta es un sistema filosófico y religioso muy complejo, pero nosotros hemos intentado solamente destacar sus rasgos principales. Ojalá que haya quedado suficientemente claro.

6. La soteriología, o doctrina de la salvación, es en la cábala, como en la gnosis, el interés supremo. La especulación y el conocimiento conducen o deben conducir a la salvación. El impulso ético se centra en la práctica de la virtud acomodada a la Torá, la Ley, puesto que Dios ya reveló el camino de la virtud. Estudiar la Torá para conocerla bien es conocer a Dios. El conjunto de la Torá es como el nombre místico de Dios; es también como un organismo vivo, creado por Dios antes de la creación del universo, es el discurso divino con un significado infinito.

La ética, como propedéutica o camino introductorio de la salvación se extiende, pues, al conocimiento. La Cábala sigue aquí los pasos de Sócrates que –en contra de los sofistas de su tiempo- orientó todo el esfuerzo filosófico hacia la práctica de la virtud.

Según la Cábala, ayuda también al camino místico buscar el sentido oculto y enriquecedor de la Escritura; hay que buscar también el sentido oculto y profundo de los ritos, en el tiempo de la Cábala sustituidos desde hacía muchos siglos por la oración y la meditación.

Las buenas obras son importantes y adquieren una dimensión especial gracias a la doctrina de la “influencia”. Sabemos que el mundo terrestre está íntimamente conectado por su origen con el celeste. Las acciones buenas de los hombres ejercen una benéfica influencia en todos los mundos (los tres antes mencionados: azilútico más beriático, yezirático, asiyático). La tendencia al ascenso hacia el Dios trascendente es común al alma y a los sefirot. Los diez Números tienden a estar lo más unidos posible con el En Sof. Esta unión hace que la influencia benéfica del En Sof llegue plenamente a Malkut, el último de los sefirot.

7. De modo análogo, las malas acciones causan una maléfica influencia no sólo en el que las comete, sino en todos los mundos. La cábala entiende que la existencia del mal se explica por negación. El mal es lo negativo, el reverso del lado izquierdo divino. Como lo divino es el verdadero ser, a la inversa el mal es simplemente la negación del ser, lo irreal, lo aparente. Como puede verse esta concepción es platónica casi en estado puro.

Aquí debe hacerse la distinción entre la apariencia de una cosa que aparenta lo que no es -es decir igual a irreal- y la apariencia de una cosa que aparenta lo que es. El mal es la apariencia de la apariencia, apariencia de algo no real, doblemente irreal: lo fenoménico, los bordes negativos de la emanación divina.

El mal es lo finito. Este mundo finito y malo no es sólo el de la materia (que corresponde al mundo asiyático), sino que se da también en los mundos beriáticos y yezirático, en cuanto que aquí están de hecho los orígenes de lo finito como ideas y formas creativas. Obsérvese aquí de nuevo el parentesco con el dualismo gnóstico acérrimo; postulando esta separación entre lo finito, malo, y lo infinito, bueno, en el fondo se deja sin resolver el problema del mal; es irresoluble). Sólo el mundo de las emanaciones inmediatas (los sefirot, mundo azilútico), donde se concibe lo finito como pura idea, pero aún sin existencia, está libre de todo mal.

La cábala combina estas ideas sobre el mal con la caída de la materia y el hombre según el capítulo 3 del Génesis. Esta caída influyó en el ser del hombre, el cual en la situación de ‘prepecado’ del paraíso no tenía cuerpo real. El veneno de la serpiente corrompió la naturaleza del hombre. Le dotó de un cuerpo real y estropeó no sólo al ser humano, sino –por la teoría de la influencia- a todo el mundo asiyático del que el hombre es el dueño y señor.

Así el origen del mal concreto, físico y moral, tiene lugar para la Cábala en el mundo más alejado de la divinidad, el material. Esta pésima situación puede arreglarse con la ascesis, penitencia y buenas obras. En la era mesiánica se restaurará la gloria y la espiritualidad primera del hombre.

La valoración de la Cábala

Por último, debemos decir que la valoración de la Cábala ha sido muy variada. De los siglos XV al XVIII se consideró que la Cábala era la verdadera teología del judaísmo y fue bien valorada tanto por los judíos como por los ambientes místicos de otras religiones, en los que las fronteras de las diversas religiones son muy relativas.

En el siglo XIX por lo general cambió la valoración dentro del judaísmo mismo: se consideró que la influencia de la Cábala –muy notable en el judaísmo— había sido perversa. El siglo XX descubrió de nuevo algunos aspectos positivos en la Cábala, sobre todo con la consideración de que ella había enriquecido la religiosidad del judaísmo. Al fin y al cabo, la cábala no ha sido más que un intento continuado durante siglos de encontrar un espacio para una visión mística y elevada sin romper –al menos aparentemente— los márgenes del judaísmo ortodoxo.

En el siglo XXI sigue la valoración positiva de modo general tanto en el judaísmo como fuera de él, aunque opino que se trata de una valoración un tanto global, sin penetrar profunda y seriamente en los fundamentos bíblicos y filosóficos de la Cábala.

Recalquemos finalmente para concluir cómo la gnosis judía, y en concreto una parte de ella, la Cábala, potencia la religión propia con concepciones que son griegas. Lo mismo había ocurrido con la religión del Antiguo Testamento en época helenística, transformada totalmente por la influencia de lo helénico, y lo mismo ocurre con la gnosis cristiana que se cree el verdadero cristianismo. E incluso lo mismo ocurre con el nacimiento del cristianismo paulino que es totalmente griego y con conceptos esenciales de la teología especulativa cristiana ortodoxa desde mitad del siglo III sobre todo, que es también griega.

Aunque a muchos les cueste aceptarlo, el cristianismo y el judaísmo -y en concreto la Cábala-no pueden entenderse sin la profunda influencia del Helenismo. Los griegos están en el trasfondo de todo, unas veces a la par, y en ocasiones con una influencia superior a la base hebrea. Y por lo que a nosotros respecta en el tema de esta serie de posts, también la gnosis judía en sus concepciones más elevadas –la Cábala- no es más que un conjunto de notas a pie de página a la obra de Platón, aunque con un ojo puesto en la Biblia hebrea.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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