Jesús en el Talmud (VIII). Jesús mago (II). Textos no evangélicos de milagros y conjuros.


Como anuncié en el post de ayer, antes de ofrecer la postura contraria a la de M. Smith, Hull, Crossan, en parte Aune, etc., puede ser conveniente que el lector tenga ante sus ojos una serie de textos, más o menos de la época de Jesús y que pueda compararlos mentalmente con los de los Evangelios, cuyo texto –suponemos- puede tener fácilmente a mano.

1. Curaciones mágicas en Epidauro. Los textos se han conservado en grandes lápidas y en total son unos setenta. Se trata de breves relatos-exvotos en los que se cuenta cómo el dios, Asclepio, había efectuado algún milagro de curación. Los textos griegos con traducción y comentarios se conocen en edición moderna alemana desde hace mucho tiempo: R. Herzog, Die Wunderheilungen von Epidauros, Leipzig, 1931.

Veamos algunos casos:

A.
Cleo estuvo cinco años encinta. Ésta, cuando llevaba cinco años encinta, llegó como suplicante al dios y durmió en el recinto sagrado. Y tan pronto como salió de él y estuvo fuera del santuario, parió a un muchacho, que, nada más nacer, se lavó a sí mismo tomando agua de la fuente y caminó con su madre. Habiendo obtenido este favor, inscribió en el exvoto: “No se ha de admirar la magnitud de la tabla, sino lo divino, pues Cleo llevó cinco años un peso en el vientre hasta que durmió en el templo y el dios la puso sana”
.

B. Eufanes de Epidauro, niño. Este durmió en el templo aquejado de mal de piedra. Le pareció que el dios, poniéndose a su lado, le dijo: “¿Qué me darás si te pongo sano?”, y que él le respondió: “Diez tabas”, y que el dios, echándose a reír, le dijo que pondría fin a su mal. Cuando se hizo de día, salió sano.


C. Arata de Lacedemonia, hidropesía. Por ella, que estaba en Lacedemonia, durmió en el templo su madre y tuvo un sueño. Le pareció que el dios cortaba la cabeza de su hija y colgaba el cuerpo con el cuello hacia abajo y que, una vez que se derramó mucho líquido, descolgó el cuerpo y le puso de nuevo la cabeza en el cuello. Y después de tener este ensueño, a su regreso a Lacedemonia se encuentra con que su hija se había curado y tenido el mismo ensueño.
(Traducción de Luis Gil)

2. Conjuros

A.
Te conjuro demonio de muerto, por el meth. Ou macherema phachelzethi aloia bathableouchachi Abaos… haz que se consuma y se derrita Serapión en el amor de Dioscorús a la que parió Ticoi. Quema su corazón derrítelo y seca su sangre por mi amor, deseo, sufrimiento, hasta que venga Serapión, a quien parió Pasametra, junto a Dioscorús… y haga todo lo que yo deseo y continúe amándome hasta que llegue al Hades

(Papyri Graeciae Magicae, XVI 1-8. Trad. de J. L. Calvo Martínez-M. D. Sánchez Romero: Colección Gredos, nr. 105, p. 315)

B.
Tu nombre y tu espíritu sean para bien. Ojalá vengas a mi mente y a mi inteligencia todo el tiempo de mi vida y me cumplas todos los deseos de mi alma. Pues tú eres yo y yo soy tú.
Lo que yo diga debe realizarse. Pues tengo tu nombre como un amuleto en mi corazón, y no me vencerá cualquier carne (= ser humano) que se agite contra mí, ni se me enfrentará espíritu alguno, ni demonio, peste o mal alguno de los que hay en el Hades. Por tu nombre que tengo en mi alma y que invoco; permanece siempre en mí para bien, bueno para mi bien; tú, exento de maleficio, dame salud libere de males, salvación, bienestar, fama, victoria, poder, encanto; abate los ojos de todos y todas las que se me imponen; dame suerte en todas mis obras, anoch aiephe saktiete…

(Papyri Graeciae Magicae, XIII, 788-808. Trad. de J. L. Calvo Martínez- M. D. Sánchez Romero: Colección Gredos, nr. 105, p. 304).

3. Invocaciones mágicas

Los textos copto gnósticos de Nag Hammadi presentan de vez en cuando retahílas de invocaciones mágicas destinadas a ser aprendidas de memoria, de modo que cuando el alma, fallecido el cuerpo, tenga que atravesar las esferas celestes, dominadas por los ángeles malos que no desean que se escape el alma de su poder, pueda vencerlos simplemente con la recitación de la fórmula:

A. El cuarto eón es […]genos, el que bendice, el que tiene al cuarto luminar Seldao y Eleno […] foe zoe zeoe ze[…] zosi zosi zao zeooo esen zesen (Tratado denominado Zostriano, pp. 126,20-127,10 = Biblioteca de Nag Hammadi I 302).


B. IH IEYS EO OY EO OYA. Verdaderamente con verdad /Yeseo Mazareo Yesedeceo ¡Oh agua viviente!, ¡Oh Infante del Infante!, ¡Oh nombre glorioso, verdaderamente con verdad, eón que (es) el que es,IIII HHHH EEEE OOOO YYYY WWWW AAAA verdaderamente con verdad, HI AAAA WWWW el que es que ve a los eones verdaderamente en verdad, AEE HHH III YYYYYY WWWWWWWW, el que es eterno eternamente / verdaderamente con verdad IHA AIW en el corazón que es ¡y aei eis ei ho ei, ei hos ei! (Evangelio de los egipcios, 66, 10-25 = Biblioteca de Nag Hammadi II 122).


4. Alguna escenas mágicas descritas en la literatura. Hay suficientes,entre las que destaco las siguientes: Teócrito, Idilio II 2,1-4; 10-16.; Medea, en las Metamorfosis de Ovidio VII 1-403; Horacio, Sátiras I 8,23-36; 40-45. Los dos últimos autores son contemporáneos a la época de Jesús.

A. He aquí la descripción de Ovidio:

Quedaba aún que por la virtud de hierbas (mágicas) se durmiera el dragón, monstruo horrendo que guardaba el dorado árbol, engendro que atraía todas las miradas por su cresta, sus tres lenguas y sus afilados dientes. Medea lanza sobre él una planta cuyo jugo tiene los efectos del Leteo (río cuyas aguas producen el olvido). Tres veces pronuncia unas palabras que generan un sueño apacible, vocablos que detienen el turbulento mar y los impetuosos ríos. Cuando el sueño domina los ocultos ojos del dragón, el héroe, hijo de Esón, se apodera del trofeo (el toisón de oro)… (Metamorfosis, VII, 154-156).


B. Horacio cuenta lo siguiente:

Yo mismo he visto con mis propios ojos como caminaba Canidia, recogida la negra falda, descalza y con los cabellos sueltos, aullando con la maga Ságana. La palidez le daba un aspecto horrible. Comenzaron a escarbar la tierra con las uñas y a desgarrar a mordiscos una cordera negra. La sangre se derramaba en un hoyo para evocar desde allí a los espíritus que habían de responder. Había también dos figurillas, una de lana y otra de cera. La de lana, que era la más grande, castigaba a la más pequeña; la de cera estaba en actitud suplicante como quien tiene que morir dentro de poco a la manera de los esclavos. Una de ellas invoca a Hécate; la otra a la cruel Tisífone. Podrías ver correr de una parte otras serpientes y canes infernales, y cómo la luna, roja de vergüenza, se ocultaba detrás de los monumentos sepulcrales… La sombra de los muertos dialogaban con Ságana y emitían sonidos tristes y agudos. Luego escondieron furtivamente bajo tierra la barba de un lobo y el diente de una serpiente polícroma. Vi cómo se avivaba la llama con la imagen de cera… (Sátiras I, 8, 26-44)


5. La resurrección de un muerto. Milagro de Apolonio de Tiana, mago, filósofo, taumaturgo, predicador itinerante de la mitad del siglo I un poco posterior a Jesús:

Una muchacha parecía haber muerto en la hora de su boda, y el novio seguía el féretro haciendo a gritos los lamentos naturales de un matrimonio no consumado. Lamentábase con él Roma, pues la muchacha pertenecía a una familia consular. Apolonio, que se encontraba por casualidad presente en el duelo, dijo: “Depositad el féretro en el suelo, pues yo pondré fin a vuestras lágrimas por la muchacha”. Al propio tiempo preguntó cuál era el nombre de ésta. La gente pensó que iba a pronunciar un discurso al modo de las oraciones fúnebres que despiertan los lamentos, pero él, sin hacer otra cosa que tocarla y pronunciar algo en secreto, despertó a la muchacha de su muerte aparente. La joven dio un grito y regresó a casa de su padre, devuelta a la vida como Alcestis por Heracles. Y pretendiendo regalarle los parientes de la joven 150.000 sestercios, dijo que se los añadieran a la dote de la joven. Y si Apolonio encontró en ella una chispa de vida que hubiera pasado inadvertida a los médicos –pues se dice que estaba lloviendo y salía vapor de su rostro-, o si devolvió el calor apagado de la vida recuperándolo, es algo cuya comprensión fue misteriosa no sólo para mí, sino para todos los que estaban presentes.
(Traducción de Luis Gil)

Una vez que hemos leído estos textos y que podemos hacer una comparación mental con los milagros obrados por Jesús, según los Evangelios, podremos considerar en un post siguiente la opinión de los intérpretes que se oponen a calificar de mago a Jesús.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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