Un libro muy interesante sobre el judeocristianismo


Antes de comenzar una nueva miniserie, esta vez dedicada al tema “¿Qué se dice de Jesús en el Talmud?” -y que entre otros asuntos tratará de la controvertida y espinosa cuestión de los milagros de Jesús o de la interpretación de éste como un mago a la luz de lo que los judíos antiguos pensaron del Nazareno-, quiero presentar un libro que considero de notable interés.

Se trata de una tesis doctoral de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, convertida en un libro breve, claro, interesante y muy legible, cuyo autor es Pedro Giménez de Aragón, profesor de historia del Instituto San Isidoro de Sevilla, que tiene madera de investigador.

Su ficha es la siguiente:

Historia de la salvación. Una antigua fuente judeocristiana. Traducción y comentario de Recognitiones I 27-42,2. Número 1 de la colección “Historia de las ideas religiosas”, Miño y Dávila editores, Sevilla y Buenos Aires, 2007, ISBN 978-84-96571-45-7, 318 páginas.


Mi interés en este blog más que hacer una crítica de aspectos concretos –estoy de acuerdo con la línea general de esta investigación y sólo podría criticar aspectos parciales- es presentar el contenido del libro y su importancia para los que se interesan en el amplio campo del estudio de la religión cristiana, y ponderar la nueva vía que abren éste y otros estudios que seguirán.

Las Recognitiones, español “Reconocimientos”, es el título que los historiadores del cristianismo han dado a las dos versiones que nos han llegado de una vasta novela cristiana, escrita, reescrita y vuelta escribir -con materiales anteriores o nuevos- por diversas manos durante los siglos II y III, cuyo supuesto autor es san Clemente, uno de los primeros papas, y cuyo protagonista es el apóstol Pedro. Cuenta esta novela las andanzas apostólicas de Pedro apóstol, sus enormes disputas con Simón Mago, lo que le ocurrió a Clemente y a su familia cuando se decidió a buscar a Pedro y hacerse su discípulo. Entreverados con la trama novelesca complicada, de aventuras de todo tipo, hay un buen monto de interpretaciones teológicas, de exégesis de la Biblia y de discursos sobre el cristianismo en general que sirven de propaganda religiosa de sus ideas al autor que está detrás de todo, un judeocristiano que no comulga en absoluto con lo que es la interpretación de Jesús en la doctrina dominante: el paulinismo.

El libro de Giménez de Aragón no estudia las Recognitiones enteras –es una obra amplísima, de unas quinientas páginas-, sino un fragmento de ellas, que el investigador considera muy antiguo y fundamental para dilucidar y exponer las ideas básicas y fundamentales del judeocristianismo: los capítulos 27-42 del Libro I. Para ello ofrece una amplia introducción a los temas necesarios para el esclarecimiento del pasaje –que a continuación explicitaremos-, el texto latino, una traducción al español, y un comentario seguido al contenido de los capítulos. Titula al conjunto de estos capítulos “Historia de la salvación”, en honor tanto al tema central del fragmento estudiado como de la interpretación global muy acertada que de él hizo otro investigador español, Josep Rius Camps (Revista Catalana de Teología I (1976) pp. 76-158.

Pero el estudio de Giménez de Aragón no se limita al comentario del texto, sino que para enmarcar correctamente los capítulos que se explican, ofrece un estudio detallado de cómo se aíslan esos capítulos dentro del conjunto de la novela; en qué contexto debe situarse el fragmento así aislado, un contexto tanto histórico, sociológico, religioso y literario; a qué obra más antigua, perdida, pertenece (una obra judeocristiana, parte de la cual fue introducida por un discípulo del gnóstico Bardesanes en otra obra llamada “Itinerarios oViajes de Pedro”); en qué fecha probable se compuso esta obra desaparecida (finales del siglo I y principios del II); qué tipo de judeocristianismo trataba de ofrecer a sus lectores y con qué propósitos, y si tuvo éxito o no en sus propósitos.

Como puede observarse, se trata de una investigación bien estructurada, enmarcada en una concepción del estudio de la historia que se ha definido como “historia cultural” -en concreto de las ideas religiosas- haciendo de éstas no un objeto de interés confesional, sino por sí mismas como parte de la cultura en la que vivimos. La investigación se pregunta qué representación mental se hacían las comunidades del pasado de sus propios objetos culturales –en este caso, como decimos del universo religioso de un grupo judeocristiano-, y cómo gracias a ese objeto, portador de un mensaje simbólico, intentaba el grupo dotar de sentido a su mundo.

Así pues, en esta línea, Giménez de Aragón concretiza este programa de “historia cultural” estudiando una reliquia del pasado, un texto antiguo que nos sirve de fuente para conocer este pasado en una parcela determinada-; estudia un sujeto histórico, una comunidad concreta, la judeocristiana, y cómo se inserta en una cultura en transformación, la judía, que intenta influir y modelar la vida del Imperio romano mediante la propaganda de sus ideas.

Los valores que veo en la investigación de Giménez de Aragón son los siguientes: ha hecho un esfuerzo notable por delimitar una importante fuente del judeocristianismo, a la que hasta ahora no se ha concedido la atención suficiente. Ello nos sirve para entenderlo mucho mejor y para confirmar la idea de esta interpretación judeocristiana de la figura y misión de Jesús de Nazaret continuó más tiempo en la historia del cristianismo que lo que algunos piensan.

A la par que comenta la fuente judeocristiana, la obra que comentamos ha trazado una historia de la evolución del judeocristianismo más primitivo y de sus diversas corrientes, nazarenos, ebionita, elkasaítas, hasta el cristianismo filosófico de los Padres alejandrinos. A este propósito explica J. A. Cortés Copete en su introducción que el “autor judeocristiano de la ‘Historia de la salvación’ deseaba reinterpretar la historia bíblica” porque consideraba que no era cierto todo lo que estaba escrito en ella. Así “se anticipaba en mil quinientos años a la crítica textual occidental, que partiendo del racionalismo humanista e ilustrado comenzó a cuestionar el carácter sagrado y dogmático de los textos bíblicos, iniciando así la Historia de las religiones […]. La supresión por parte del autor de los capítulos bíblicos en los que Dios aparece humanizado demuestra un sentido racionalizador que no puede entenderse sin la influencia del pensamiento filosófico grecorromano” (p. 14).

La obra de Giménez de Aragón sirve también para revisar viejas posturas acerca del judeocristianismo, o parte de él, como la del Cardenal Daniéliou y sobre todo la de Georg Strecker. Ésta se ha hecho casi “canónica” porque su interpretación ha pasado a la colección alemana de “Apócrifos del Nuevo Testamento” de Hennecke-Schneemelcher que, traducida al inglés, ha influido mucho también en el mundo anglosajón. Dentro de la investigación española Giménez de Aragón resalta los importantes trabajos de Rius Camps a la vez que pone de relieve los graves errores de interpretación (pp. 21-22) de la obra de César Vidal, Eljudeocristianismo, de 1995, que –según tengo entendido y si no me equivoco- ha sido descatalogada por la Editorial Trotta, como totalmente sesgada y desfasada.

Sirve también la obra que comentamos para repensar y valorar ciertas interpretaciones modernas acerca del Jesús histórico, como la de J. D. Crossan y sus colegas del llamado “Jesus Seminar” que pretenden adaptar, forzándola, al mundo actual la figura de Jesús eliminando de ella aquellos elementos que más extrañan al público de hoy, como las fuertes tendencias apocalípticas del personaje Jesús.

Sirve también para replantearse cómo los escritos que van en la estela del paulinismo, sobre todo los autores evangélicos Marcos y Lucas, y luego el Cuarto Evangelio, reaccionan contra el judeocristianismo, reinante en algunos de los ambientes cristianos que ellos conocen, planteando a sus lectores una comprensión de Jesús totalmente distinta. Para los judeocristianos de la “Historia de la salvación” Jesús es un mero hombre, un profeta al estilo de Moisés, que es hijo de Dios solamente en sentido simbólico por estar inhabitado por la Sabiduría-Espíritu divino que es así metafóricamente su “madre”. Contra esta visión reacciona el paulinismo defendiendo que Jesús es ontológicamente, es decir por esencia, no sólo hombre, sino Hijo de Dios auténtico, por lo que su sacrificio voluntario en la cruz sirvió en verdad para reconciliar a la humanidad (Jesús hombre) con la divinidad (Jesús Dios verdadero).

En síntesis: la obra que comentamos nos parece un excelente instrumento, primero, de conocimientos bien contrastados sobre el judeocristianismo; segundo, de materia de reflexión sobre la duración de este movimiento –más de lo que algunos piensan- en la historia del cristianismo; tercero, de ulteriores medios para entender bien qué pensaba teológicamente este judeocristianismo y, cuarto, para observar cómo el autor de la ‘Historia de la salvación’ no duda en editar y reinterpretar el texto bíblico osadamente en aquellos pasajes que no cuadran con el contexto global de su teología. Nos confirmamos así en nuestra idea de que los evangelios apócrifos, o las “novelas” y hechos apócrifos, en este caso de Pedro, sirven de banderas teológicas, de exponentes de una interpretación concreta del cristianismo y de banderines de enganche teológicos para atraer a sus ideas por medio de literatura evangélica o de entretenimiento, hechos apócrifos, a lectores potenciales.

Enhorabuena al autor, a la serie que inicia, y expresar el deseo de que en España se continúe este tipo de estudios tan esclarecedores de nuestro pasado religioso, que forma una parte integrante, y de gran importancia, de nuestra cultura.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Volver arriba